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8 LA REPUBLICA, Martes 25 mayo de 1976 EDITORIAL Do Re Mi Cooperativas del ITCO por San José.
000 réquiem por la cludad de San José.
000 Salvación o exequias. Resurrección o novenario. Renovación o duelo de la Patria.
000 La ciudad de San José, nuestra capital. ya rebasó todos los defecton, vicios posibles en un centro urbano.
000 Nos lo decía recientemente un famoso urbanista que pasó de puntilles a hurtadillas, por Costa Rica, y que, años antes, habia visitado nuestro país.
000 Quedó espantado ante el deterioro de San José.
000 Como si la decadencia material de nuestra capital corriera parejas con el desmoronamiento moral del país, de la Administración Pública, de la política costarricense.
000 o Hay cludades feas en este mundo, pero dicen algo, tienen algo, en medio de su fealtad. Por lo menos, esconden rincones significativos, que llevan algún mensaje, que despiertan alguna emoción, que cantan alim fragmento de historia, que recuerdan a la naturaleza, ante los cuales posible detenerse un rato, como el viajero del desierto para disfrutar del frescor de un oasis.
000 Pero, San José ha perdido hasta sus rincones, hasta sus poqulsimos reductos o resabios de tiempos idos, de personajes que por ellos desfilaron, de un asomo de la naturaleza, de cierta serenidad espiritual.
una 000 Ahí tenemos ese pobre Barrio Amón, rincón solariego del pasado, testigo de varias generaciones, convertido hoy, por Inacelón de nuestras gobernaciones, goblernos y municiplos, en una zona rosa, estupida Imitación de otros países.
000 Una zona de bailongos y de ruidos infernales.
000 Las denuncias del Ing. Oscar Salinas Perales sobre el funcionamiento de las cooperativas del ITCO no pueden pasar inadvertidas.
Publicada la primera información por este periódico el 20 de mayo pasado, el ITCO respondió que aquella no se ajustaba a la verdad y que el titular no correspondía al contenido de la noticia. Sin embargo, la respuesta del Ing. Salinas Perales sobrepasa en mucho su primera denuncia, pues aporta pruebas y testimonios de algunos otros técnicos, así como de la propia Institución y de su Expresidente Ejecutivo, don Teodoro Quirós.
No deben enojarse los funcionarios del ITCO por estas denuncias afirmaciones. No se trata creemos nosotros, de enjuiciar a nadie ni de quebrantar el prestigio profesional de ninguna persona, sino de analizar con atención y reposo estos problemas y.
sobre todo, de encontrarles solución. Este ha sido también estamos seguros el criterio e inspiración del Ing. Oscar Salinas Perales en sus estudios y publicaciones.
En cuanto a la posición de este periódico sobre la labor y papel del ITCO en Costa Rica, numerosos y terminantes han sido nuestros editoriales y columnas en su apoyo y defensa. Recordamos que, cuando el anterior Presidente Ejecutivo se lamentaba públicamente del abandono en que se tenía a esta Institución, a la que no le proporcionaban los recursos necesarios para trabajar, nuestra colaboración fue usiasta y vehemente. El ITCO no debía clausurarse y.
por el contrario, el aporte financiero del Estado debía salvarlo. Asimismo, cuando, en algunas ocasiones, algunos han proclamado que el pais no requiere una reforma agraria, en contra del criterio sustentado públicamente hace algunos años, este periódico ha retomado el tema y apoyado al ITCO, así como la urgencia de un planteamiento formal este sentido, y, sobre todo, de una acción más dinámica.
Cuando nos referimos a una de ficiencia en el campo de las cooperativas, no pretendemos, entonces, sentar en el banquillo de los acusados al ITCO, sino plantear una cuestión de vital interés para el país no para regodearse ante una denuncia, sino para contribuir a su solución.
Mas, si analizamos este punto con perspectiva y de cara a la experiencia recogida en el país en estas últimas décadas, concluiremos que el caso del ITCO, en materia de cooperativas, es idéntico al de otras instituciones: se trata de un desequilibrio patente entre las formulaciones teóricas y su realización, entre el objetivo y su ejecución, entre el plan y la adminis.
tración, entre el ideal y su concreción.
Si repasamos cada una de nuestras instituciones públicas, repararemos en este desfase, en este peligroso divorcio, en esta dicotomía, producto, a la vez, de una enfermedad de nuestros países: la convicción de que el enunciado. sea una ley, un plan o la creación de una institución públicaes el que resuelve, per se, los problemas nacionales. Dentro de este marco de ideas, la administración eficiente, el trabajo tesonero, prosaico y cotidiano, la realización pa.
ciente y disciplinada del plan, pasan a segundo plano. Por qué ocurre esto?
No sólo por una deformación mental del funcionario público y del politico costarricense, sino por un interés electoral. Lo que produce votos, lo que es rentable electoralmente, lo que llama la atención, lo que queda plasmado en la historia politica, no es la eficiencia de una institución, los resultados que produce, el bien que se cosecha, la recta administración, sino la creación, el primer paso. Dado este, todo lo demás es secundario. El politico o el funcionario bajan la guardia y que Dios provea.
000 Por esta falsa concepción del papel del Estado, del politico y de los partidos políticos, la mayor parte de nuestras instituciones cojean. Como a muchos padres de familia, ocurre que lo que importa es la concepción y el nacimiento del hijo, no su educación.
Nacida la creatura, triunfan el azar o la suerte. La razón pasa a segundo plano. El interés personal, constante, metódico, se olvidan.
El ITCO no debería caer en este error. Y, desde este punto de vista, cabe a sus funcionarios una grave responsabilidad no sólo por el material que tienen entre manos, sino porque, de parte de los políticos y hasta de otras dependencias del Poder Central, no pueden esperar mucho. Corresponde a ellos llevar a cabo su tarea, casi solos. los enemigos no son los que denuncian errores o los comentamos, sino otros, que han fingido preocupación por la suerte de los campesinos, pero cuyos planes concretos no se ven.
San José, con barrios residenciales desordenados, sin nomenclatura, sin señales de tránsito, revueltos, sin un solo árbol, amontonamento In misericorde de casas, que, para mejor parecer, se denominan residendas.
000 San José, repleta de ruidos, de pitazos, de escapes libres, de humo, de todas las excrecencias de los vehículos. San José, ciudad sin autoridad, en la que no se encuentra un guardia civil en varios kilómetros a la redonda.
con inspectores de tránsito dedicados al juego de quitar placas durante dos horas o a sonar un pito en cada esquina, ciudad en la que, al ocurrir un accidente, el tráfico se detiene durante medio dia.
000 San José, tan dejada de la mano de Dios, que, pese a la estrechez de sus callejuelas, recibe la maldición de una linea a media via, a lo Pizarro, para entregar la mitad de la ciudad sólo los buses. descomunal demostración de torpeza y de sentido común.
000 San José, cuya Avenida Central ha sido centro de refriegas verbales durante casi un año, por cuanto unos quieren abrirla para los peatones, mientras que otros defienden el imperio del automóvil.
000 Bulevar ridiculo, con maceteros apestosos en el centro, suelo, expresión de la ineficiencia del sector público y de la indisciplina del costarricense que, cuando le viene en gana, mete su carro entre aquellos maceteros para ganar tiempo, ante la mirada bobalicona de nuestras autoridades.
000 en San José, cantada antes como la tacita de plata de Centro América convertida hoy en bacinica, repleta de latas viejas y mohosas en los techos de estacionamientos desvencijados de vehículos en las calles, de hileras interminables de carros, sin zonas verdes, sin árboles, sin oasis.
sin fuentes, en la que el ser humano se asfixia en verano y se empapu hasta los huesos en invierno, pues nuestra ciudad carece de oxigeno y de aleros.
000 San José, que crece a tontas y a locas, con barriadas indecentes, capital atravesada por varios rios malollentes, que llevan la carroña de la civilización en su seno y la depositan con sus miesmas en las mismas narices de los Josefinos.
000 San José, condenada a soportar las calles peor construidas en este mundo, como si este fuera un pais sin ingenieros o sin una persona capaz de rellenar un hueco, Las vias públicas de San José merecen un congreso mundial de carreteras. Hasta la ciudad más pobre de este mundo tiene alguna callecita bien construida, plana, lisa, uniforme. Las de nuestras ciudades, en cambio, son sábanas arrugadas, cargadas de pegostes, de pelotas de asfalto, en las que el vehículo se desliza como si fuera una montaña rusa o una carrera de obstáculos.
000 San José, carente de armonia arquitectónica, capaz de sufrir junto a la hermosa Casa Amarilla un mamotreto de no sabemos cuantos pisos junto al Teatro Nacional, un edificio moderno. Capital, castigada vilipendiada por edificios sin gusto, cajas de fósforos que pretenden ser rascacielos, sin arte ni una pizca de fineza.
000 HUECO BABOR!
PELOTA ESTRIBOR!
lalo 76 Hay que salvar la ciudad de San José, nuestra capital. perenne tormento para quienes viven en ella e imitada en su fealdad por otras ciudades del Valle Central.
000 Ojalá nuestros pueblos rurales, nuestros cantones, la esencia de Costa Rica, no lleguen nunca a contaminarse con estos ejemplos urbanos. Que se mantengan puros, pues la belleza de nuestro país se refugla en este legado de la naturaleza y de nuestros antepasado. esta generación de persigue un sino fatal cuanto toca el hombre, lo echa a perder.
000 por San José y compasivo momento por quienes viveno trabajan en ella.
CALLES DE NUESTRAS CIUDADES: NO MUY PAREJAS QUE DIQAMOS Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.
Este documento no posee notas.