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LA REPUBLICA, lunes de noviembre de 1977 13 Mi visión fugaz de un filme Myriam Bustos Arratia NI análisis nl crítica.
Que no se tomen estas palabras como análisis ni como comentario crítico de un filme, porque ni lo son, ni es ese mi propósito, ni estoy en condiciones de realizar tal tarea: mi criterio cinematográfico es, sobre todo, intuitivo y producto de las comparaciones que puedo hacer entre el cine y otras manifestaciones estéticas. La vida no me ha alcanzado para dedicarle tiempo al estudio sistemático del cine como arte.
Además, el análisis de un filme presenta problemas que no se dan en el estudio de un libro: el libro está frente a nosotros y podemos detener la lectura y el curso de los acontecimientos que en él se narran si es novela o cuento y releer cuantas veces sea necesario para hacer cada vez nuevos descubrimientos; el filme, en cambio, exige que lo contemplemos al ritmo que fijó el director, no al nuestro, que puede ser más lento y que, en mi caso personal, es lentisimo. Por otra parte y como consuelo para mi morosidad la lectura (la auténtica, no la que consiste en simplemente pasar los ojos por el texto de las obras de arte) no se hace ni siquiera por los iniciados, de manera automática y espontánea: es preciso estarse horas y a veces días y hasta meses para descifrar realmente su significación, y ello, porque casi todas (y he ahí lo apasionante del arte) son siempre representativas de distintos sentidos. Están codificadas con signos que para unos encierran un significado y para otros, uno distinto, y para el autor, otro todavía más diferente, si es que sabe cuál, lo que dificilmente ocurre.
que estaba embarazada. Para ella, su hijo justifica su vida, le da sentido y es suficientemente hermoso e importante como para instalarlo con toda naturalidad en medio de la cama que en ese momento comparte con un hombre al que acaba de conocer, pero con el que se siente de inmediato identificada.
El protagonista masculino es un cantante de música de protesta que compone él mismo y que canta acompañado de su guitarra. Lleva el pelo largo y una descuidada barba que, junto con el desaliño general de toda su indumentaria, lo presenta como uno más de los ya conocidos hippies. Como ellos, es un desconforme y piensa que todo anda mal en esta sociedad nuestra, en la que sólo el amor puede constituir una puerta de salida.
No hay eso si, razón para amar a una sola persona: mientras a más gentes amemos, mejor podemos resolver el problema de unir todas las soledades que constituyen el ser individual de cada hombre. Piensa que la religión, que la Iglesia no ha resuelto ni puede resolver nada. Su encuentro con el joven sacerdote (otro personaje muy importante, que encama la posición de la Iglesia frente al conflicto de los seres que sufren) y su acre diálogo con él lo revelan como enemigo irreconciliable de las no soluciones que ofrece la religión.
Todos los personajes, en general, están mostrados con crudo realismo en su condición y en sus problemas: el hindú, por ejemplo, autor de poemas que constituyen su confesado orgullo, que se autopresenta como espiritual y sosegado, pero capaz de grandes ardores y pericias en el lecho y al que, finalmente, en una escena de lastimoso realismo vemos contorsionarse en un esfuerzo supremo por obtener el anhelado goce sexual con la muchacha que permanece ajena absolutamente a todo placer y participación en lo que él califica como el instante más feliz de su propia vida; el pobre hindú que, movido por sincero interés de darle algo hermoso a Valeria como prueba de su amor por ella y de su talento poético, le recita con una inoportunidad que raya en la idiotezunos versos elegiacos que ha compuesto para el hijito que ella acaba de perder, versos que sólo provocan en la muchacha un dolor insoportable en vez de llevarla a percibir los sentimientos del autor y su sana intención.
Valerie y el hindú: dos seres que se encuentran hasta en el abrazo amoroso, pero cuyos mundos permanecen absolutamente distantes.
Está, también, el joven sacerdote, por completo entregado a su misión de ayuda al prójimo doliente por cierto que la ayuda que su religión le dicta y que nada le sirve a Valeria Está además, la madre de ella, tal vez la más solitaria e incomunicada de todos los personajes: mujer de no más de unos cincuenta y cinco años, víctima de la esclerosis múltiple, casi inválida, amargada, esperando, cada nuevo día, como único panorama. a esa hija que tarda demasiado en volver y que permanece también demasiado fuera de casa; con su rostro agriado y duro por el sufrimiento, la soledad y la desesperanza.
Hay también una única amiga de Valerie, una casada pizpireta y de buen humor, que se tienta frecuentemente con aventuras extraconyugales y asegura a su joven amante que con su marido. pues, nada.
Están, en síntesis, las más corrientes situaciones, casi todas ellas penosas, algunas dramáticas en su trágica comicidad, realistas al máximo, sin concesiones que pretendan ahorrarle al espectador las escenas poco gratas de la existencia, como las dos ceremonias del aseo físico de la madre de la protagonista que no puede realizarlo por sí misma y a quien vemos como a un misero cuerpo impotente que debe someterse al sobo de la esponja y del jabón manipulados por mano ajena para librarlo de sudores y de otros desechos.
El filme es certero para mostrar todas las contradicciones de la vida, esas que dicen ironías de la vida. mientras Valerie camina tranquilamente por las limpias calles inglesas, su hijito es pisoteado por una multitud delirante y enceguecida que sale de un estadio; mientras Valerie hace el amor con todos los preparativos que suelen poner en él las parejas liberadas (es sumergida, como original estímulo previo, con toda su ropa de calle, en la bañera con agua sucia de la que emerge su leptosómico y barbudo cantante. su madre agoniza solitaria, en medio de desesperante asfixia, en el hospital en donde yace.
El director nos enfrenta a esos momentos terribles en que el policía debe llegar hasta la casa de la joven madre y comunicarle la trágica e insospechada muerte de su bebito. por cierto, están llenando la pantalla los gritos desesperados de ella ante la noticia, que nos llegan casi sólo auditivamente, porque el camarógrafo no enfoca a ia muchacha ni al policía (este ha cerrado la puerta para que los espectadores sólo oigamos desde fuera del apartamento y no veamos la escena. sino que pasa su cámara en hábil recurso significativo de los pensamientos que cruzan veloces la mente de la protagonista por todos los objetos relacionados con el nifo: su camita floreada, el rincón del cuarto arreglado con cosillas destinadas a su crianza y a su diversión.
Escena impresionante ésta, que hace agarrarse de su asiento a todo espectador sensible.
Gran parte de los acontecimientos nos son comunicados por las canciones (de Roy Harper y Howard Barker)
que interpreta el hippie a quien ama Valeria, el mismo que no le ha dicho nunca que la quiere, pero que la sabe digna de amor; el mismo que se duele de su tragedia, pero continúa el camino que se ha trazado y se va, porque para él la vida en un ir de aquí allá diciendo su verdad con su voz y su guitarra; el mismo que ve a Valerie como una de las tantas víctimas de los imponderables de la vida y de las circunstancias sociales, le comunica su preocupación simplemente escribiendo y cantando una canción en que el drama de la muchacha es el inspirador. Las tragedias de Valerie, por segunda vez, han servido como tema a un creador, y por segunda vez, al escuchar abismada los textos, ha sentido que ese mensaje solo puede dañarla.
En uno de los escasos momentos de amor y de comunicación con el cantante, Valerie le dice que, de no tenerlo a él, se habría matado al morir su hijo; al final de la película, sin hijo, muerta ya su madre y desaparecido el cantante en sus giras por el mundo, sigue viviendo y cumpliendo su diario que hacer, absolutamente solitaria y sin ninguna promesa en su futuro.
Entre los procedimientos que utiliza el director para trasmitir su mensaje, está como ya dije la música, las canciones que resumen los puntos de vista del personaje central masculino y que explican sus sentimientos y su conducta. Una de sus canciones, la última que Valerie escucha casualmente por la radio mientras plancha en su apartamento. muestra que ella ha sido un ser humano significativo para él y que su situación lo preocupa. En vez de presentarnos, a veces, el director, los sucesos directamente en el momento en que se desarrollan, hace que los personajes conversen sobre lo sucedido. Mientras hablan, se ve la escena correspondiente a lo narrado y se escucha la voz de quienes dialogan. Fuego de Juventud (muy inadecuada versión española del título en inglés Made. al que tampoco le veo relación con la película, pero alguna debe tener y a mi se me escapa) es un interesante filme que nos muestra con recursos técnicos sabiamente escogidos y con la tan meritoria y conocida sobriedad inglesa la verdad de la vida de seres distintos: los que tratan de ayudar y no lo consiguen, pues sus procedimientos son equivocados; los que intentan salir del estado en que los han puesto las circunstancias y no lo logran; los que pretenden ser aceptados y valorados por otros y a cambio reciben indiferencia, burla o nsultos; los que no están dispuestos a plegarse a las exigencias de la moral imperante y van por la vida como transeúntes de afectos y predicando una nueva visión del mundo: todos ellos constituyendo solitarias islas entre las cuales no hay comunicación auténtica, y si la hay, no va más allá de unos momentos en que llega a hablarse el mismo idioma. Necrofllla. Pesimismo exagerado?
Cuando salía de la sala Garbo. donde vi el filme escuché este comentario. Por qué tanta tragedia y tantos muertos. Vaya uno a saber por qué muere gente todos los días en accidentes y por qué, pudiendo ser de otro modo, la vida es casi siempre un drama y un permanecer solitario a la par de sólo soledades!
Un fuego que más bien hiela.
Pero dejo tanto rodeo y entro de una vez en lo que motiva este artículo: el filme Fuego de Juventud. dirigido por el inglés John Mackenzie y protagonizado por actores para mi desconocidos: Carol White, John Castle y Roy Harper, todos de primera categoría.
No estoy en condiciones repito de hacer un análisis; pero diré lo que alcancé a captar en la que para mi siempre es una fugaz visión cuando se trata de contemplar una película una sola vez y sin poder repetir escenas o diálogos cuyo completo alcance no logré aprehender.
Es una historia de gente de clase media, de gente común. La protagonista Valerie, atractiva muchacha de unos veinticinco años que se gana la vida en un centro de comunicaciones telefónicas, lleva una existencia bastante modesta en cuanto al disfrute de comodidades materiales. Al comienzo se nos muestra como una mujer conforme con su vida y sin conflictos, pese a que es madre soltera: en ningún momento produce la sensación de estar agobiada por su maternidad: todo lo contrario: exhibe a su regordete bebé como al trofeo más preciado y va con él a todas partes. Cuando el joven sacerdote que aparece constantemente preocupado por la suerte de ella y por su conducta desaprensiva la pregunta cómo se sintió cuando las cosas se pusieron feas, Valerie ni siquiera comprende que se refiere al momento en que supo Rincón del idioma En La República. leemos. EL TENDERO colectivo resulta uno de los cuadros característicos de las barriadas de tugurios en San José. En leyenda al pie de fotografia que muestra ropa tendida en tugurios, aparecida el 28 de julio de 1977. Pero debló escribirse: EL TENDEDERO (o el TENDIDO) colectivo resulta uno de los cuadros característicos de las barriadas de tugurios en San José.
CODA TENDIDA EI TENDIDO de la ropa es el acto de tenderla, pero también el conjunto que tiende la lavandera.
PORQUE tendero significa persona que tiene tienda, persona que vende por menor, persona que hace tiendas de campaña o persona que cuida tiendas de campaña. es decir, se trata de un término relacionado semánticamente con tienda (tanto en el sentido de casa o puesto en que se venden al público artículos de comercio por menor, como en el de armazón de palos hincados en tierra y cubierta con telas o pioles, que sirve de alojamiento o de aposentamiento en el campo) y no con tender. como parece creerlo el redactor del texto que corregimos.
Los términos tendedero y tendido si que se relacionan con tender. tendederos es e sitio o lugar en donde se tiende una cosa, como la ropa, y tendido es la acción de tender Puede usarse cualquiera de estos términos, según lo que quiera decir quien lo emplea.
EL TENDERERO es el sitio donde se tiende una cosa, que muy bien puede, por cierto, ser lo que llamamos ropa.
Por Myriam Bustos Arratia EL TENDERO es ya sabemosel que vende en una tienda, lo mismo el que tiendas hace, o bien, el que cuida de ellas.
Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica

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