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LA PEPUBLICA. Viernes 16 de diciembre de 1977 ¿Qué será de nuestros niños?
Al Dr. Esteban López Varela, El hombre, ese presuntuoso animal racional, que se jacta de ser el non plus ultra de la creación, no ha hecho a través de su paso sobre la tierra, más que destruirse a si mismo y al resto de la naturaleza.
Movido por las más bajas pasiones, siempre inconsciente de su finitud y de la efimera duración de su existencia, el ser humano se ha encarnizado con sus semejantes mediante el recurso de las guerras, que sólo dolor, hambre y miseria dejan en el mundo.
En el plano espiritual, el odio, el rencor, la maledicencia y la difamación sientan sus reales y son el pan cotidiano de las falsas relaciones humanas, hábilmente disimuladas con pretextos culturales que no son más que el vano ropaje que cubre la carroña interior.
Mas no contento con ello, el bipedo disparate que somos ha clavado sus garras también en todos los elementos que constituyen su ecología: contaminamos el ambiente, explotamos los tesoros minerales hasta agotarlos, destruimos la fauna, ya no sólo por la necesidad a que obliga el hambre, sino por el sádico placer de matar al indefenso: dañamos los recursos naturales, deforestando montes y praderas, e inclusive cambiamos el curso de los ríos y de los mares, envenenamos sus aguas y destruimos con saña toda la inmensa riqueza de su contenido. lo más irónico es que todo aquello que fue tocado por manos humanas con fines de torcer su curso y su destino otorgados por el Creador, se ha vuelto siempre en contra de los profanadores, para castigo de su osadía.
En esta loca carrera suicida, hábilmente disfrazada con el rubro del progreso, no ha escapado de los más inconfesables instintos humanos la destrucción de la niñez mediante la regulación de la natalidad, como si fuese un don natural disponer de la vida al antojo de las pasiones y de las conveniencias. Porque digase lo que se diga, en vano esfuerzo por justificar lo inadmisible, todos los medios que tiendan artificialmente a impedir la creación, son antinaturales. La única opción licita al ser humano para evitar la paternidad, es no ejercerla rehuyendo el matrimonio, o bien aprovechando para el uso sexual los períodos noramales en que la función genital es in fecunda. Todo lo demás, no es sino el afán de disfrutar únicamente de los placeres de la carne destruyendo de antemano su más lógica consecuencia.
Tal desenfrenado camino hacia el final de la especie, ha sido recientemente objeto de admirables denuncias de parte de hombres que no tienen empacho en decir la verdad, como el Dr. Esteban Lopez Varela, ante la pavorosa merma del número de niños en Costa Rica. Porque son las mismas instituciones estatales encargadas de conservar la vida y protejer la salud, quienes se han empeñado en propagar a los cuatro vientos las ventajas y bondades de los más refinados métodos anticonceptivos. Otros, han llegado más allá y sin ningún rubor llaman puritanos a quienes combaten la asquerosa práctica del aborto.
El caso de las escuelas sobrantes de matrícula, es la más patente muestra de esta catástrofe. Aquellas escuelas que antaño se veían rodeadas desde la madrugada por interminables colas de padres de familia ansiosos de matricular a sus hijos, hoy son los cementerios de las más nobles esperanzas de la patria. Los parques de juego, las calles y las plazas, no ostentan como antes la alegría y la inocencia de múltiples parvadas en que el país cifraba su futuro; porque la píldora y el diu y el diafragma y las jaleas y toda su secuela de artilugios para engafiar la existencia, tienden su sombra sobre campos y ciudades.
Para contradecirnos, los argumentos sobran; pero son ya demasiado gastados como para prestarles atención. que somos muy pobres y no podemos cargamos de hijos (entonces por qué se casan sin tener los medios para sostener un hogar. que es mejor educar bien a pocos que tener muchos. quién ha dicho que con responsabilidad y trabajo no se pueden formar los hijos que Dios mande. que no me puedo llenar de chiquillos porque son una carga (jentonces para qué se casó? nadie lo estaba obligando. Si asi hubiesen pensado, durante milenios, las generaciones que nos anejemplo de rectitud valentia.
Ricardo Blanco Segura tecedieron, sólo Dios sabe en qué habría acabado el mundo. Porque la propia naturaleza se encarga a veces, sin forzarla, de destruir el exceso de seres humanos en la tierra, sin tomarle parecer al hombre; inundaciones, terremotos y catástrofes de otra indole son prueba de ello. Falta de responsabilidad, falta de madurez, falta de ir al matrimonio no con la intención de tomar estado y ejercer una paternidad responsable (que no esprecisamente evitar los hijos, sino saber tener los medios y el coraje para mantenerlos) es lo que hace falta. Exceso de vagancia, de frivolidad, de vicios y de ansias de llevar una vida muelle frente a la responsabilidad de una familia, es lo que sobra.
Todo esto ha traído sus secuelas, dañinas no sólo a la sociedad, que algún día se verá integrada únicamente por viejos decrépitos e inservibles y falta de brazos vigorosos que forjen la continuidad del futuro del país, sino también a la formación cálida e intima de los hogares. Porque con el control indiscriminado de la natalidad, ha corrido parejas la pérdida de costumbres y funciones propias de la maternidad, como es el ejercicio nobilisimo de la lactancia.
El Dr. Rodrigo Loría Cortés dice al respecto en La Nación del 13 de diciembre. Es asombrosa y alarmante la falta de nutrición de los niños a quienes sus madres eliminan su leche después de los dos meses de edad. añade que las madres no tienen ya la tradición de lactar, actividad fundamental para el porvenir fisico y mental de sus hijos, con el problema de que en todas las instituciones hospitalarias los niños son separados de sus madres, se da poca información o se procede a sustituir erróneamente el pecho de la madre por el biberón. Estamos viviendo una metamorfosis en nuestras costumbres y un altisimo porcentaje de la gastroenteritis que afecta a la población recién nacida y hasta de y más meses de edad es consecuencia del destete precoz.
Culpa de las instituciones y culpa de la metamorfosis de que habla el Dr. Loría.
que arrasa en la actualidad con todos los principios, desde los más elevados religiosos y políticos, hasta los más sencillos de la vida cotidiana, y lo que es peor: con las más elementales disposiciones naturales. Porque para una madre moderna cuyo hijo tal vez nació a regañadientes y pese a la píldora o al diu, es más cómodo llenar de polvo con agua un biberón que dar su pecho y lucirlo mejor dentro de un sostén Leonisa.
Realmente, no hay ser más animal (dicho en sentido peyorativo) ni más estúpido que el hombre. lo es, porque teniendo inteligencia para darse cuenta de su estupidez.
no la usa para combatirla. Jamás vio nadie a un perro bebiendo guaro, ni fumando, ni evitando sus crías, ni practicando un aborto, ni esterilizándose, ni tomando drogas, ni haciendo, en fin todo lo que hacemos quienes nos sentimos superiores. El ser humano.
al contrario, amando la vida como la ama, por gusto se llena de alcohol, de úlceras, de cirrosis y de demencia, degradando su dignidad al mínimo; se hincha los pulmones de humo, inventados los métodos más refinados de autodestrucción por medio de alimentos, de costumbres y de recursos para cambiar los fines de la naturaleza y someter a sus caprichos lo que esencialmente es inexorable. cuando en este proceso devastador entra el propósito premeditado de evitar la vida o destruirla a sangre fría, es señal de que la decadencia ha llegado al máximo. No se case quien no quiera tener hijos: no los evite quien se casó con plena facultad de tenerlos.
Porque si las cifras continúan proporcionando los datos que ofrecen hasta e!
momento respecto a la escasa natalidad en nuestro medio, día llegará en que Costa Rica sea un inmenso asilo de ancianos y ya no seremos el jardín de las Américas sino el desierto de los vejestorios. Ana canta y cuenta, en mala hora sobre la vida y milagros de la actriz estelar de él. Ana Poltronieri. la Poltro. la que cuenta mcjor que canta la historia de su existencia apacible y feliz desde que era una niña mimada hasta el presente.
Acompañada en las tablas por Luis Fernando Gómez actor al que no le queda más camino que hacer la representación de lo absurdo, inmerso dentro de un montaje incoherente y de diálogo mal hilvanado. Ana cuenta y también, por desgracia, a Ana se le ocurrió cantar. Ana evoca las sutilezas de su trajinar por este mundo, reminiscencias de su infancia allá en el Paso de la Vaca: de su juventud y los días en que conoció al doctor Lev y a Alberto Cañas así como episodios convividos con Quico Quirós, de grata memoria. Dice Sartre, en La náusea que. para que el suceso más trivial se convierta en aventura, es necesario y suficiente contarlo. La oración del filósofo encaja las narraciones de la Poltronieri sobre acaecimientos de su vida a los que pretende visar de anecdóticos. Ana canta y cuenta. no es más que el triste resultado de trasladar con veleidoso afán a la veterana actriz del recinto festivo a la escena; y es en este punto en donde la idea original de Lemoine Grandoso se apaga. No se previó la diferencia obvia que existe en el contexto social, comprensión y nivel y de comunicación que se da entre el espectador miembro del círculo de relación de confianza de Ana: amigo, alumno, familiar, vecino, etc; en quienes y no lo dudo, el menor gesto de Ana producirá risa, por cuanto conocen su fresca y extrovertida personalidad, estilo de vida, escala de valores y modo de comportamiento con el prójimo; y el espectador espectador al que le parecen algunos de sus cuentos tan aburridos como enano de circo en vacaciones, simple y sencillamente porque no tienen el placer de conocer al doctor Lev ni a su familia: no tienen noción de las características psicofisicas que tuvo Quico Quirós. fisonomía, gestos, tono de voz etc. Por eso el público se queda IN ALBIS. con este picadillo teaIral; al faltarle elementos de relación cómica, los cuentos y chistes de Ana son cuentos y chistes de grupo, y el que no pertenece a su círculo no tiene risa que soltar. La parte musical, en especial la participación de Ernesto Raabe y los arreglos de Herra salvan a Ana canta y cuenta del hundimiento total.
Juan Francisco Hernández y cubre Con la presentación del espectáculo titulado Ana canta y cuenta. la Compañía Nacional de Teatro abrió las puertas de su propia sala. La obra está montada sobre una idea original de Hebe Lemoine Grandoso, y la interpretan Ana Poltronieri, Luis Fernando Gómez, Ernesto Raabe (guitarristacantante) y los músicos acompañantes Fernando Sánchez, Geovanni Herrera, Helbert Hechtmany Elizabeth Lobo. Los arreglos y la dirección musical son de Luis Diego Herra, asistido por Osvaldo Santacruz. Vestuario de Pilar Quirós, asesoramiento de Daniel Gallegos y dirección de Pepe Vásquez.
La temática de este seudo entremés teatral versa En mala hora la Compañía Nacional de Teatro le ofrece al público, en un momento histórico de su institucionalidad como lo es la apertura de su propia sala un espectáculo de pacotilla: Ana canta y cuenta.
Claridad o sombra en la aurora Habí a ternura en el hogar En aquella humilde vivienda cuyos adobes y tapias pudieran computarse en varas de lienzo tejidas por las manos maternas para pagar su construcción. vio la luz Domingo Faustino Sarmiento y pasó su infancia, esa edad dichos a que no sabe de ambiciones de envidias, ni odios ni egoismos.
La pobreza fue su ambiente natural y los golpes y traqueteos de husos, pedales y lanzaderas. la música que arrulló sus sueños infantiles.
Ausente casi siempre su padre, tocó a la madre inculcar a sus hijos los sanos principios de moral, de severa dignidad y orgullo que eran la única herencia que quedaba de las pasadas grandezas de una familia venida a menos. Bienaventurados los pobres que tal madre han tenido. escribe el estadista al evocar, cuarenta años más tarde, con la gallardía propia de su genio, el venerado recuerdo de la madre, su espartano estoicismo, el orgullo de bastarse a si misma, sin doblar la frente ante las desigualdades de la fortuna.
El niño era feliz. Había ternura en su hogar. Había aire habia sol.
Alguna vez su padre llevábalo de paseo a caballo. Iban al campo, cabalgaba adelante de su recado. Otras veces iban a la chacra de trigo que los Sarmiento tenían en los alrededores. La sublime majestad de aquellas noches de verano, pobladas de millares y millares de luciér.
nagas que dan al paisaje un aspecto fantástico, evocala el estadista cincuenta y cuatro años más tarde por vía de comparación, al ver por primera vez la ciudad de Chicago, deslumbrante de luces y grandeza.
Galván Moreno No es dichos a la niñez: tampoco carece de egoísmo ni de aversión En una de las lecciones de mi libro Lumbre en el hogar. discuto el tema con cierta amplitud.
Lilia Ramos Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.

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