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LA REPUBLICA: Jueves 27 de abril de 1978 Las pavas tirándole a la escopeta Carlos Enrique Chinchilla La Gaceta número 51 del 14 de marzo de 1974 dio el campanazo definitivo a un proyecto de ley que venia tejiéndose desde 1972. La tan comentada ley de exoneración del pago de toda clase de impuestos a los vehículos automotores importados por una sola vey para uso de cada uno de nuestros legisladores, se publicó en el mencionado ejemplar del diario oficial y desde entonces (y aún antes, cuando era sólo un proyecto presentado por el diputado Rogchio Pardo Jochs, alcance número 51. Gaceta 114 del 15 de junio de 1972) con marcada frecuencia y atinados criterios, los diferentes medios de prensa, sindicatos y agrupaciones de toda indole han mostrado su inconformidad con el privilegio que otorga esta legislación y aún más con el uso indebido que de ella se podría hacer. Esto aparte de que el pueblo nunca se ha podido explicar por qué entonces no se legisla en forma análoga y por razones más que obvias respecto a los impuestos de las herramientas de trabajo de nuestros campesinos y obreros que serán en definitiva los que vendrán a soportar el peso de los jugosos beneficios diputadiles, al menos en lo que hoy nos ocupa. El proyecto de marras.
según el parecer de quien tuvo semejante inspiración, se basa fundamentalmente en que el automóvil es indispensable al diputado por cuanto sus funciones lo hacen viajar a diferentes poblaciones en procura de la solución a los problemas de sus electores. Esto es válido. Pero en este caso, señores, lo que se necesita es un transporte de trabajo y no modelos y marcas sofisticadas que es lo que ha proliferado en este tipo de importaciones. Las otras consideraciones que indica el supradicho legislador no vienen muy al caso (si a otros se les permite esto y aquello por qué a nosotros no, etc. es que en verdad estas valiosísimas máquinas que se importan son toda una tentación para cualquiera que deseé hacer un buen negocio al amparo de una ley que se decretó con otros fines y otra mistica, al menos esto último es lo que cree el ciudadano común. El tiempo, en buena hora le dio la razón a los quejosos según se desprende de la investigación realizada recientemente por la Contraloría General de la República, ente gubernamental de cuya seriedad y eficiencia ningún costarricense puede dudar pues desde su nacimiento siempre ha sido dirigido por hombres de reconocida solvencia moral e intelectual. La intervención de los funcionarios contralores ya se estaba haciendo esperar porque cuando el rio suena piedras trae. Ya eran muchos los dimes y direstes nadie metía manos en el asunto porque tal vez el hueso tenía muchas hormigas y cra mejor andar de larguito (método muy usado en Costa Rica y en el mundo entero por los servidores públicos mediocres, fracasados e ineptos. Pero no siempre se repite la historia.
En esta ocasión hubo quien metió no las manos sino su caracteristico emperlo en hacer las cosas bien, su hombría y su honestidad en el oscuro panorama que se le presentó y sacó luz.
de todo ello. Ya sabe el lector interesado a quien me refiero. Pues bien, ahora resulta que los diputados implicados (sus identidades me preocupan poco) en las investigaciones de la Contraloria como detractores de la Ley 5011 valiéndose de ella para otros propósitos, revestidos de un cinismo sin par que horrorizaría a los más dignos prócenes de nuestra Nación, amenazan con llevar al titular de ese Despacho a los Tribunales de Justicia imputándole el cargo de calumnias, injurias y hasta de prevaricato. Sinceramente y aunque resulte doloroso, creo que no se podía esperar otra cosa de algunos de nuestros amantes diputados. es entonces cuando recuerdo un viejo refrán que usaban nuestras abuelas: Qué raro, las pavas tirándole a la escopetal.
HAGASE SABER papá y todos los buenos juetes de la República Edwin José Herrera Zamora Desde tiempo inmemorial se ha dicho que Dios es justo; lo que viene a ser a contrario Sensu. una justificación de que el hombre no lo es, o no quiere serlo; razón por la cual en la vida práctica es más cómodo y menos responsable, darle a este tipo de fenómenos una explicación divina.
El hombre por su naturaleza, es un egoísta lleno de pasiones, de complejos y de ideas lijas que dificicilmente pueden ser objetivas y revestidas de integridad en el sentido estricto de la palabra.
Impartir justicia, significa en doctrina dar a cada cual lo suyo y en sentido inverso exigir a todo individuo lo que nos corresponde y sancionar sus excesos. En la vida cotidiana en cambio, la justicia es un medio de justificación del ordenamiento juridico, que muchas veces no encierra el sentido filosófico que procura dar a entender una palabra de dificilísima definición.
Ser juez, se interpreta por tanto, como el representante de la Divinidad en el juego de intereses sociales que estructuran el sistema que rige nuestros destinos, y en tal obligación, debe llenar una serie de requisitos que realmente muy pocas personas poseen; y en las cuales destacan fundamentalmente dos: Una conciencia limpia y un conocimiento global y altamente humano del derecho positivo que regula nuestras relaciones diarias para con el individuo. el Estado y la sociedad.
Es por esto, que el juez, está en la obligación de analizar en cualquier circunstancia, sin pasión alguna y en consulta únicamente con su propia moral; los diversos comportamientos del hombre, para así dictar su veredicto y determinar lo que en la tierra llamamos justicia: que es en realidad; un acuerdo mutuo de los ciudadanos con el fin de lograr una pacifica convivencia: pero que en caso de error a la hora de balancear las acciones emprendidas por los que conformamos la comunidad, puede ser fatal: porque liquida la moralidad del ser humano y destruye todo el complejo que sostiene nuestra estructura social. Hágase saber. Es la última frase de un proceso; y si Dios es justo, tendrá que estar dentro del corazón de nuestros jueces antes de transcribir tal disposición: pues en el fuero interno de quienes tienen que dictar tal mandato, muchas veces caben las dudas y el pulso al firmar el acta correspondiente debe temblar y con razón; el error es irreversible, sea como sea, la sentencia quedará firme.
Los niños y la guerra Manuel Pérez Vila. Al leer ciertos libros de historia, parecería como si los niños y también las mujeres, no existieran. La historia es cosa de nosotros, los hombres barbados y de pelo en peche Mujeres y niños son sectores marginados. Asi como Arturo Uslar Pietri protestó muy justamente contra el hecho de que Clark expulsado de la Civilización (en su conocida serie televisada) a los pueblos hispánicos, tiempo es ya de que nos demos cuenta de que los minos y las mujeres han sido expulsados de la Historia.
Pero desentendámonos por ahora de las mujeres, y concentremos nuestra atención en los niños. Claro que México se ufana de sus Niños Héroes de Chapultepec, Cataluña de su Tambor del Bruch. Colombia de Miguel Girardot. hermano del héroe de BarbulaVenezuela del merideno Gabriel Picón. Paraguay de los 000 niños héroes muertos por la Triple Alianza en la Batalla de Acosta. Nu. Pero todos ellos y otros que se podrian mencionar son casos de nidos héroes o mártires.
La regla lo habitual, es que los libros de historia (inclusive los de historia social) dejen cuinpletamente de lado a un sector tan importante de la población como son los niños. Se dira, tal vez que éstos, a causa de su minoridad, no están en condiciones de actuar por si mismos, y que por lo tanto no son sujetos activos de la historia. Aun admitiendo este razonamiento que es discutible) siempre permanece en pie el hecho de que tampoco se les oma en cuenta como sujeto pasivo, es decir, como sector presente en el proceso histórico.
Cuando se estudia la niñez de una persona es porque esa persona. Simón Bolivar, como Ejemplo conspicuo fue célebre, o sea que su infancia nos interesa no para conocer la situación de los niños de su clase en la Venezuela de las décadas 1780 y 1790, sino para mejor comprender la acción del adulto que fue el Libertador Simón Bolivar.
Pensemos por un momento en lo que pudo ser la vida de un niño, de muchos niños.
durante las guerras de la Independencia. Imaginemos la inocente sonrisa o el azoro de esa ñita de seis años a quien el presbitero doctor Domingo Maestri. párroco de un pueblo cercano a Caracas, exhibe con la mejor intención como un animalito amestrado que domina los principios de religión y moralidad. durante unos exámenes, en 1815. Pensemos en los mos que piden limosna de puerta en puerta, y se corrompen desde su tierna edad. y los recién nacidos abandonados a las puertas de los templos y de las mansiones de gentes pudientes y compasivas en Caracas o en Bogotá, en Quito o en Santiago. en aquellos pequeñun esqueletos blanqueados en las calcinadas arenas, entre Lima y el Callao, a propósito de los cuales escribe el capellán del buque de guerra británico Cambridge. el is de noiembre de 1824. Un amigo) me aseguró que en la última acción dada en las cercanias de Lima, los españoles no tendieron una emboscada a los republicanos sino el ataque fue frontal. Le dije que habia visto en el camino varios cadáveres tan pequeños que debian de ser niños, y me contó que en Colombia, era costumbre enrolarlos en el ejército a edad muy temprana, de diez o doce años, y que en general mostraban gran valor en el combate.
Son apenas, unos ejemplos del impacto que guerras y revoluciones pudieron tener sobre los niños de la América Hispana.
EL AUTOR: El doctor Manuel Pere Vila es un historiador de prestigio, cuya vasta labor en el campo de la historiografia abarca una docena de títulos y se traduce en su permanente colaberación en Revistas y con organismos especializados en esta materia. El profesor de Historia en la Universidad Católica de Caracas: profesor visitante en Universidades norIcamericanas, y Miembro Correspondiente de la Academia Nacional de la Historia.
Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.

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