14LA REPUBLICA, Martes 20 de junio de 1978 LOS CAIMANES TIENEN MALAS PULGAS El recuerdo de su banquete resultó amable para el Cocodrilo que se relamió y olvidó el poco tacto de Cocori. Este, que no se había dado cuenta de nada, prosiguió. Por eso vengo a hacerle una pregunta. por qué mi Rosa vivió tan pocos y otros en cambio se cansan de contar las lunas. Los ojos del Caimán parapadearon extrañados. Cómo podía nadie interesarse por una flor, algo tan insigniticante. Para qué servían las flores. No se podian comer! Sólo para que esas majaderas de las mariposas se entretuvieron oliéndolas. El había esperado que le preguntarán algo respecto a sus gustos culinarios, a su último pelea con el Toro salvaje, o algún recuerdo de su padre, don Torcuato el Viejo, tan venerable que tenia el recuerdo de cuando llegaron los carabelas de Colón, Pero. una tlor. Puah. Cocori, desconcertado ante el silencio del Caimán, explico. Era tan hermosa, esparcia sólo bondad, y en un dia se deshojó. En cambio usted, ya ve todos los años que tiene. dale! El Pájaro picoteo desesperado en un colmillo, armando un escándalo de pájaro carpintero, sintiendo que don Torcuato comenzaba a tragar saliva. Cómo podia este gusanillo impertinente compararlo a él, don Torcuato, el Lagarto, con una flor?¡Ni con noda! Era ya demasiado. usted sabe proseguia el otolondrado Cocori, que a usted no le tienen miedo nada más que por atropellador. es decir. Quiso atenuar la impresión dándose cuenta de que había ido un poco lejos.
La tarasca se cerró con un estruendo de dientes rechinantes. El ruido rodó como un trueno río abajo. El pajarillo, Pi, pi, pi, alcanzó a ponerse a salvo, dejando dos o tres plumas que asomaron por las mandibulas de don Torcuato.
Cocori comprendió por tin que era hora de escabullirse en dirección a los árboles que veia ahora tan distantes. Ya la Tortuga había emprendido una prudente retirada y comenzaba a alcanzar los primeros matorrales con la lengua afuera. Desde alli le gritó. Escápate, Cocor.
El Caimán se lanzó recto como una jabalina contra los talones del Negrito. El playón le aparecía interminable al pobre Cocori.
El Caimán gana terreno. Dos abejorros apuestan doble contra sencillo a que se lo come, y el pájaro piensa para sus adentros: Pobre Cocorſ, tiene la carrera perdida. doña Modorra el miedo la paraliza.
Está hecha una gelatina de miedo dentro de su concha. Pero, arrastrada por el amor a su amigo, se atreve a gritarle. Cocori, no corras en linea recta porque te alcanza. Corre dando circulos!
El Negrito comprende el consejo salva.
dor y comienza a ejecutarlo. Se separa del camino que lleva y tuerce a la derecha.
Torciendo siempre, va describiendo una espiral sobre la arena del playón.
Don Torcuato cede terreno, porque si en las rectas corre como un caballo al galope, en cambio para darse vuelta le estorba su enorme armazón y sus vérte.
bras torpes. Pesadamente se desplaza hacia la derecha también.
Cocori gana terreno. La espiral se va ampliando y termina por perderse entre los grandes árboles. En ellos está a salvo.
Cocori ha vencido, Un rato después se le reúne doña Modorra lo encuentra todavia con el corazón latiendo desordenadamente. Cocori, de la que te has escapado. Qué bárbaro! tercia el mono. Irle a hablar de sus años comenta el Pájaro.
Qué susto me llevé explica el Negrito Hubo un momento en que sentia el vaho del Lagarto quemándome los tobillos. Irle a salir con que era un viejo chocho insistió el Pájaro; pero aqui Cocori, va repuesto, le salió al paso. Es que yo tengo que averiguar por qué mi Rosa vivió sólo un día y otros. Cocori le cortó ya un poco molesta la Tortugo. Yo no sé cómo no te he dado un tirón de orejas. Ya hemos pasado bastantes apuros por tu preguntita y lo mejor será que nos devolvamos. No, por lo que más quiera, doño Modorra! Por lo menos visitemos Talamanca la Bocoracá.
Al pájaro se le puso carne de gallina. Es la más vieja de las serpientes y nos podrá explicar por qué el mundo ando patas arriba. Entonces, por lo menos, vamos a celebrar una reunión con los animalitos del bosque para estudiar un plan. Yo no me puedo responsabilizar solo de esta locura. Si, si, hagamos una reunión. gritó el Titi. Yo me encargo de avisarles a todos silbó el Pájaro. Bueno, una reunión aceptó Cocori. los cuatro, reconfortados después del peligro corrido, se abrazaron y sintieron que se estrechaban más los lazos de su amistad. repuestas sus fuerzas con moras silvestres se durmieron con el sueño profundo de los justos.
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