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22 LA REPUBLICA. Miércoles 23 de julio de 1980 Es necesario tener sagacidad y audacia Es aún posible, aunque difícil, para el tu emprende con el Danubio Azul. Pero cuando turistas con seductora sangre fria.
rista sobreponerse a la inflación de doble di llega la cuenta, uno ve que ha sido timado en En otros frentes turísticos, la estafa no es gito y realizar la gran gira europea pero dólares por un whisky barato más 1, 25 por tan gentilmente perpetrada.
modificada en su estilo.
la música. Desde la época de las cruzadas, El romance y la intriga de los grandes hocuando se arrendaban embarcaciones a los teles ha dado paso en muchos lugares a un Se necesitan sagacidad y audacia, más la ejércitos papales a precios exorbitantes, robo de mayor cuantía, desde que se hiciefuerza para llevar el equipaje. Los maleteros los venecianos han machacado sobre los ron cargo de llos las grandes cadenas. Los de casi todas partes se han convertido en algo inaccesible, casi tanto como los precios de lavanderías de los hoteles, que se aproximan a la definición legal de la extorsión.
Un amigo de una habitación vecina recogió en la lavandería la ropa de tres días tras pagar sólo 75 dólares. Habria pedido por teléfono que le trajeran hielo a su habitación para calmar su afiebrada frente pero el hielo se ha convertido en una materia prima sospechosa en los grandes hoteles. La adminitración sospecha que uno se propone preparar sus tragos en la habitación en lugar de utilizar el carisimo bar de la planta baja o el aún más caro de la terraza.
precios se elevaron a alturas inalcanzables y el buen servicio, especialidad de antaño, ha decaído e incluso desaparecido. También los espacios se han reducido. Las antiguas grandes habitaciones de altos cielorrasos fue.
ron subdivididas en espantosas células monásticas con un sofá disfrazado de cama.
Durante el cambio de énfasis en el negocio hotelero, de la satisfacción del huéspede a la avaricia empresarial, la gran victima ha sido el conserje, gremio reducido a una especie casi desaparecida en la mayor parte de Europa.
Antiguamente, las llaves cruzadas en la solapa del uniforme gris del conserje identificaba a un trabajador milagrero, capaz de reservar pasajes maritimos, aéreos y ferroviarios. enviar la correspondencia encontrarle a uno un dentista, un apostador, un desconocido restaurante al que nunca van los turistas conseguir boletos para la ópera, seguir la pista a mensajes, correspondencia y visitantes. proveer estampillas, diarios extranjeros, información que nadie parecia poseer todo con una imperturbable y profesional sonrisa. El más extravagante pedido era un desafio para su capacidad, El turista avisado de estos días se proveé de jabón en escamas para lavar su ropa en el baño, sufre los gestos de desagrado de las mu camas y finge dolor de muelas para conseguir en el bar un poco de hielo para el cóctel.
En Venecia, una botella de buena vodka rusa o polaca puede conseguirse en una tienda de comestibles por 000 liras, menos de dólares. En una tienda de licores puede costar el equivalente de 7, 50 dólares, que de todas maneras es más barato que las 500 liras (3, 15 dólares) el trago que cobran en un bar.
Hoy en dia, muchas conserjerías están a cargo de individuos cuyas virtudes no superan en gran medida a las de un vendedor de tarjetas postales, incapaz de ubicar la iglesia católica de enfrente, aún pero, se ha convertido en un cómplice de las compañías turísticas y los comercios locales.
Los cafés al aire libre de Europa son encantadores y plácidos, y apropiados para observar a la gente, pero hay que pagar bien esas delicias. Si uno toma un café, agua mineral o vino en el interior cuesta mucho menos, a veces la mitad.
Ciertamente es delicioso sentarse a una mesa al aire libre en la soleada plaza de San Marcos para observar a los moros mecánicos golpear con sus martillos la hora en el reloj municipal mientras las palomas revolotean alrededor del gran campanile y una orquesta de cuatro instrumentos de cuerda la Incluso en los hoteles más grandes se puede ahorrar dinero utilizando para las llamadas locales los teléfonos públicos y tarjetas de crédito para los de larga distancia. Con esto se evitarán las cargas que casi invariablemente son añadidas a la cuenta por las llamadas a través del conmutador.
Finalmente, hay que cambiar sólo pequeñas cantidades de dinero en las recepciones hoteleras. Los bancos y agencias de cambio pagan una tasa más alta que los hoteles, que con su caracteristica codicia no pueden aguardar para ganar dinero sobre el dinero que ni siquiera todavía le han cobrado.
Detrás de la calma y de la belleza histórica, está el negocio, todos quieren ganar y el turista debe tener cuidado.
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