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LA REPUBLICA. Sábado 13 de setiembre de 1980 EDITORIAL PENTAGRAMA San José es una ciudad intermitentemente acuática.
Esto, que suena descabellado, es tan cierto como que Vesco fue expulsado del país.
La presidencia de la Corte Suprema de Justicia como que, a pesar de la expulsión, quedaron vigentes su escuela y su estilo. la mínima cilampa, la más molecular llovizna, la ciudad comienza a adquirir unos contornos venecianos inquietantes.
por cuando la lluvia se descuelga en serio, mandando hacia abajo goterones capaces de abrir hoyos en el asfalto, lo veneciano da paso a lo turbulento de aire oceánico. partir de mayo de cada año, nuestra flamante capital comienza a convertirse en laguna de vez en cuando. Siguiendo el ritmo religioso de los aguaceros, el San José la.
custre es vespertino.
Muy rara vez cambia la ciudad, a laguna matutina.
Pero de siempre hay partes donde la placidez del estanque da campo a la furia de un río de montaña.
Si no fuera porque la sabiduría jurídica, la hombría de bien, la rectitud probada y la energía del Lic. Ulises Odio Santos, nombrado presidente de la Corte Suprema de Justicia, corren parejas con las que adornan al Lic. Fernando Coto Albán, su sorpresiva dimisión del cargo que es cabeza del Poder Judicial, nos habría consternado, pero a la desazón que sin duda nos produce el hecho de que tan distinguido jurisconsulto abandone la presidencia de la Corte Suprema de Justicia, se hermana la complacencia con que vemos que es sucedido por un abogado de carrera judicial cuyas virtudes se igualan a las de su antecesor.
Si la presidencia de la Corte sale de magníficas manos, llega a otras no menos excelentes, y ello ha de reconfortarnos a todos en momentos en que el país clama por la necesidad de recobrar para la ley toda la fuerza de su imperio, y para el ordenamiento el respeto total que le debe mos, sin excepción, los habitantes, porque tan limpia sucesión en la presidencia del Poder Judicial, es garantía absoluta de que en el país se mantendrá, como hasta ahora, la imparcialidad de la justicia, el respeto a las garantías ciudadanas, y el fiel acatamiento al procedimiento que garantiza para todos igualdad en el trato al momento de reclamar o de recibir justicia.
Deja don Fernando Coto la Corte después de haber impulsado una serie de reformas, ya en el inicio de su aplicación, tendientes a agilizar el proceso judicial, para que sea un hecho en nuestro medio la justicia pronta que deben recibir los habitantes. El Poder Judicial de hoy, agigantado por las necesidades de la época, requiere, como nunca, de jueces insospechables, enérgicos y sabios, lo que si bien la justicia cotidiana recobra con el Lic. Coto Albán a un juzgador de esos quilates, llega a dirigir el Poder Judicial otro juez de las mismas ejecutorias.
En alguna medida, la justicia del país sale ganando al separarse el Lic. Coto Albán por decisión propia, de las labores administrativas de la dirección de un Poder agigantado, para dedicar todo su esfuerzo a la su.
perior tarea de impartir justicia desde su cargo de Magistrado de Casación, el que seguirá ocupando, quiera Dios que por muchos años, para garantía y seguridad de los que en este país habitan. Paralelamente el Lic. Odio Santos, de rancia trayectoria judi.
cial, hombre de bien ganado prestigio, asume tareas de dirección, pero sin abandonar la declaración del derecho como Juez, función a la que dedicará la casi totalidad de su tiempo gracias a las reformas que en los últimos días han comenzado a aplicarse en el Poder Judicial.
Con ocasión de este cambio de pode res en el Judicial, pidámosle al Cielo que siempre esté en manos como las que dejan su presidencia y las que la reciben, porque, cualesquiera que sean las vicisitudes políticas por las que atraviese la Patria, sus habitantes siempre estarán seguros del respeto a su institucionalidad y a los principios superiores que reglan su vida de relación, si en el Poder Judicial hay jueces como los que hoy tenemcs.
La zona norte de la capital, bajo la presión de ciertas precipitaciones torrenciales, es pródiga en cataratas.
Al sur, en los barrios marginales a los ríos María Aguilar y Tiribí, hay más a menudo de lo que uno se imagina, remembranzas de mar.
Si se abandona la capital y se marcha hacia Curridabat por la ruta de San Pedro de Montes de Oca, el automovilista debe salvar avalanchas fijas y fangales de tradición.
En Los Yoses, zona residencial aristocrática, ha ocurrido que Don Fulano y Doña Zutana sobreviven, abandonando su residencia en una canoa.
Sagrada Familia es sinónimo de agualotal desorbitado, tan pronto llueve. las calles céntricas de San José, en diversas conexiones con Avenida Segunda, por los Mercaditos de Plaza Cleto González Viquez, barrio Luján, calle 20 norte y recovecos que recordamos u olvidamos, también tienen vocación acuática.
Es un problema que sigue sin solución a la vista.
ESTA PARADA ES MORIRSE PERO AL FIN ACOSTUMBRE ELLA PUES VOLVER ACOSTUMBRARSE DONITA, PORQUE YA NO ES No ha llegado todavía a Costa Rica la avanzada tecnología que permita a las instituciones responsables sacudirse la carga acuosa.
La esperanza es de que en unos 20 años, a partir de ahora, haya la suficiente iluminación tecnológica, para que se pueda pensar en qué medida aplicar a las alcantarillas que rebalsan, los tragantes que no tragan, los caños de decorado, las acequias descubiertas y los escurrideros que no escurren, a fin de que no sigan convirtiendo a San José en una laguna.
Por muy mona que se vea la ciudad.
Por muy aire veneciano tropicalizado que pueda permitirle al ICT vendernos en el exterior.
lal 20 lothsaso. ல வர 1019m ol slis ab 1908ri Este documento es propiedad dela Biblioteca Nacional Model Obregon Ličario del Sistema Nacional a Bibliotečaš del Ministeria de Cifua Juventual Costa Ricafonante que sea vivir remedandueel Hosted tanas y los sanos

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