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Hacia el año 1500 a. de brotó La navegic un gran comercio marítimo a lo largo de la costa de Siria, en la tierra que la Biblia llama Fenicia. Desde los grandes puertos de Tiro y Sidón, los navegantes fenicios surcaban el Mediterráneo a lo largo y a lo ancho, llevando y trayendo mercancías para la mayor parte del mundo entonces conocido. El profeta Ezequiel nos da en el Antiguo Testamento una visión de Tiro en la cúspide de su poder: Oh tú, Tiro, asentada a las orillas de la mar, la que trafica con los pueblos de muchas costas. Los que te edificaron. de hayas del monte Senir fabricaron todo tu maderaje; tomaron cedros del Líbano para hacerte los mástiles. De lino fino bordado de Egipto eran. tus velas.
Tarsis comerciaba contigo por la abundancia de todas tus riquezas; con plata, hierro, estaño y plomo comerciaba en tus ferias.
Al haber tantos barcos congregados en busca de mercancías, a los comerciantes marinos más ambiciosos los sedujo la idea de mandar flotas más allá de lo conocido. Por el año 1000 a. de sus barcos se aventuraron probablemente hasta el Atlántico, para buscar estaño en las islas Scilly, próximas a las Islas Británicas o especias a lo largo de la costa africana.
En el curso de sus expediciones, los marineros mercantes fenicios toparon con los pueblos menos avanzados de Europa y de la costa altántica africana, así como con los más civilizados de Egipto y Mesopotamia. Sus naves surcaron los mares, transportando de un lugar a otro tanto cargamento como conoа P e t ¡No es sólo un lugar, es una moda!
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e ROL S cimientos muy valiosos, y estos largos viajes les proporcionaron muchas enseñanzas sobre la Tierra y el firmamento, que egipcios y mesopotámicos nunca tuvieron ocasión de aprender. La gente que vive en el mar o en sus orillas se familiariza con nociones que nunca se le ocurrirían a quienes viven tierras adento. El ciudadano de Babilonia o de Ninive probablemente se habría reído si un astrólogo hubiera tratado de convencerle de que la Tierra es esférica; pero los hombres de Tiro y de Sidón podían averiguarlo por sí mismos.
Al observar la llegada a puerto de un barco, un mercader vería primero asomar la punta del mástil por el horizonte; luego, la mitad superior de una vela, y más tarde el buque entero. Un vigía marinero, al intentar descubrir alguna isla cercana, empezaría por vislumbrar la cumbre de su montaña más alta; luego, vería sus laderas, y finalmente sus costas. Sería difícil para él explicar lo que vio sin barruntar que era la superficie curva de la Tierra lo que ocultaba a su vista las partes inferiores de los objetos distantes.
Como muchos navegantes anteriores a los viajes de Colón, rara vez se alejaban más allá de lo necesario de la vista de sus costas o de las aves terrícolas familiares. En la larga y angosta cuenca mediterránea podían emprender viajes de más de 2000 millas sin perder durante mucho tiempo la vista de una costa o de una isla conocidas. En tanto el piloto podía observar tales referen.
cias y tenerlas en cuenta para no IE n e e Г e S a C Los fenicios se internaron en el Aíntic colonias mediterráneas. elevar Una isla o un navío parecen se sobre el horizonte a medida que BEVLON Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud Costa Rica.

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