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Entrevista: Óscar Arias Sánchez

El presidente Óscar Arias considera que Costa Rica puede recobrar el rol de "potencia moral" que ostentó en los 80, y sus armas son sus propuestas sobre desarme mundial y reforma a los criterios de cooperación internacional.

‘Jugaremosen las grandes ligas’
Edad: 66 años
Profesión: Economista
Los temas internacionales del momento son el terrorismo y la tensión en Medio Oriente, ¿cómo espera captar la atención del mundo con estos temas?
Son temas de importancia universal y van a poner a Costa Rica en el ámbito mundial, como me lo dijo Javier Solana (alto representante de la Unión Europea).
"Vamos a devolverle la dignidad a la política exterior, la cual perdió en el pasado. Vamos a volver a hacer de Costa Rica una potencia moral, como lo fue en los años 80, cuando se enfrentó a las dos superpotencias... Costa Rica va a jugar en las grandes ligas".
Ya no hay crisis en Centroamérica y la atención se enfoca en Suramérica, con líderes como Hugo Chávez y Luiz Inácio Lula da Silva. ¿Qué estrategia tendrá Costa Rica para ser escuchada?
El Consenso de Costa Rica, que es una iniciativa de arbitraje, nos va a poner en el ámbito mundial. Voy a tocar a la gente más importante de este planeta para tratar de convencerlos de que es necesario adoptar nuevos criterios, no solo en el otorgamiento de crédito, sino también en el perdón de las deudas externas.
“El otro tema (desarme) es una de las cosas más importantes para la humanidad y sobre todo para el mundo pobre. Cada vez que un país en vías de desarrollo compra un tanque está dejando de construir cientos de escuelas. Mi mensaje a los países industrializados durante los últimos 10 años, y ahora con una voz más fuerte, como presidente de un país desarmado y como premio Nobel de la Paz, es que pongan los principios por encima de ganancias de las empresas”.
Hoy el debate internacional está polarizado entre los países que se llaman unos a otros imperialistas o extremistas. ¿Cómo será la voz de Costa Rica?
Costa Rica puede ser conmigo una voz de moderación, de sensatez, de racionalidad y también de advertencia. Si el mundo rico no es más solidario y no está dispuesto a ceder en sus privilegios, como sucede en la negociación de la ronda de Doha, vamos a estarle echando petróleo en la hoguera a un mundo que ya de todas maneras está exageradamente polarizado.
“No solo entre ricos y pobres, sino en el campo de las religiones, donde tiene necesariamente que hacerse un esfuerzo. Los musulmanes tomaron las palabras del santo padre muy literalmente, aunque él ha pedido disculpas. Es una sobrerreacción del mundo islámico contra la civilización occidental... Tenemos que tender puentes entre estos dos mundos, estas dos realidades”.
¿El acercamiento al mundo árabe y a China ayudará a lograr más apoyo para sus dos propuestas?
Por supuesto. Ya vamos a abrir relaciones con Jordania, con Egipto, eventualmente yo quisiera con Qatar, para tener un país en el golfo Pérsico, que son países que no saben qué hacer con sus petrodólares. Nos caería muy bien que quisieran invertir en Costa Rica. Con China igual, por lo menos que hablemos de cómo intensificar nuestras relaciones comerciales.
¿Eventualmente también diplomática?
No lo sé.
Sus propuestas exigen bastante de los países industrializados. ¿Qué estrategia utilizará para persuadirlos?
Diay, como se enamora a una mujer, insistiendo, al igual como convencí a los colegas centroamericanos de hace 20 años. Les recordé que era algo importante para los 30 millones de centroamericanos. No hay más. Ese es el arte de la persuasión, del convencimiento, y es mi arma predilecta, al igual que lo fue en el pasado.

  • POR Por Hazel Feigenblatt
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