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Hizo muy bien el Presidente Arias en romper relaciones con Taiwán y establecerlas con la China Popular. Nada más que 167 naciones se nos habían adelantado.
Ni hay dos Chinas, ni una república llamada Taiwán. Dividir China para arrancarle Taiwán es un sueño de opio que, solo gracias a la guerra fría, pudo crear falsas ilusiones. China es un país multinacional y la reciente diferenciación entre chinos y taiwaneses es un gran error, que ni Bush ha osado cometer. Con una historia de invasiones, intervenciones extranjeras, enclaves imperialistas, etc., tratar de dividir a la nueva China es inútil e inviable y pone en peligro la paz mundial.
Económica, política y culturalmente, es a Costa Rica a la que más le convienen estas relaciones. China es nuestro segundo socio comercial y un gigante decisivo en la vida internacional. En la globalización los vínculos con China, India y Rusia deben ser, junto con los de Estados Unidos, la UE y Japón, los mejor cultivados y más cuidados.
Por eso, aducir en contra la amistad y los estereotipos de la guerra fría, es hipócrita, erróneo y tonto. ¿De cuál amistad se habla si Taiwán la ha tenido que pagar con un sobreprecio solo comparable a la desvergüenza de Gobiernos, políticos e invitados? Si el requisito para establecer relaciones con otros países es su respeto estricto a los derechos humanos, la democracia, las libertades y el Estado de derecho, estaríamos en serios problemas y nos quedaríamos bastante solos. ¿Se imaginan a Costa Rica amenazando a EE. UU. con romper relaciones si no cesan sus abusos a los derechos humanos en Irak, Afganistán y Guantánamo? ¿Romperíamos con Singapur y otros países asiáticos y árabes, porque no cumplen con esos requisitos? Y, aunque por aquí cerca haya elecciones, en cuanto a derechos humanos, libertades y Estado de derecho, la cosa estaría muy difícil.
Como Taiwán debe temer un efecto dominó y que otros sigan el ejemplo de don Óscar, gratis les doy un consejo: escarmienten a los mandamases del istmo, hagan públicos los chantajes y arreglos ocultos que les han costado sus relaciones con Costa Rica; informen a la prensa de los dineros ilegales, ocultos y para el enriquecimiento personal que muchos políticos ticos recibieron, en pago a su "lealtad" a Taiwán. Dennos los documentos de la financiación de la campaña de don Abel, de los depósitos en cuentas privadas en Panamá y de los demás dineros y favores que dieron para pagar esa costosa “amistad”. ¡Que cunda el pánico y que no abusen de su nobleza!
Pero, por favor, háganlo. La isla y nuestros pueblos se lo agradecerán. Y así, este último adiós a Taiwán no será en vano.
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