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LONDRES (AFP) - La marcha de José Mourinho de su puesto de entrenador del Chelsea, en la tarde del miércoles, tuvo el efecto de una bomba esperada, en vista de los últimos resultados del equipo, decepcionantes, y de sus relaciones con Roman Abramovich, cada vez más tensas.
José Mourinho se despidió emotivamente de sus ex jugadores, este jueves en el centro de entrenamientos de Cobham. Llegó muy pronto, a las 7h30 (5h30 GMT) de la mañana, para vaciar su despacho y despedirse del personal. Después esperó a sus futbolistas, a quienes deseó buena suerte en el futuro antes de abandonar las instalaciones poco después de las 10h30 (8h30 GMT).
La historia de amor entre Mourinho y el Chelsea, que comenzó como un cuento de hadas hace tres años, acabó este jueves en una pesadilla, después de seis jornadas de campeonato en Inglaterra y un encuentro de Liga de Campeones.
Si el portugués conquistó el corazón de todos los hinchas de Stamford Bridge gracias a sus éxitos (dos campeonatos, dos copas de la Liga y una copa de Inglaterra), hubo uno, el más importante, a quien no consiguió seducir: Roman Abramovich, el magnate ruso propietario del club.
Porque su salida, repentina, espectacular y controvertida, se debe más a las difíciles relaciones con su patrón que a los recientes resultados decepcionantes (dos empates y una derrota en tres partidos).
Una verdadera lucha de poder se libró entre los dos hombres. Sólo podía haber un vencedor, y difícilmente podía ser Mourinho.
Sus personalidades eran muy diferentes para que su idilio durara. Mourinho, de temperamento latino, orgulloso, impulsivo, extrovertido, siempre dispuesto a crear polémica, no podía entenderse con Abramovich, ejemplo de la calma eslava, reservado o incluso tímido, preocupado por no hacerse notar, por permanecer en la sombra y resolver los problemas en la intimidad.
Ya al final de la temporada pasada, Mourinho salvó 'in extremis' su puesto después de un ejercicio que Abramovich había juzgado decepcionante a pesar del doblete Copa de la Liga - Copa de Inglaterra. El portugués no se sentía suficientemente apoyado por sus directivos, y lo había dicho públicamente.
Esta pretemporada, como en el mercado de invierno (boreal), no obtuvo el dinero que deseaba para reforzar su efectivo. Mourinho sentía que no tenía las manos libres. Sentimiento reforzado por la llegada en junio de Avram Grant, ex seleccionador de Israel, en el puesto de director del fútbol.
Mourinho avisaba: si Grant busca interferir en los asuntos del equipo, se marchará.
Abramovich reprochaba desde hace varios meses la mala calidad del juego de su equipo, la falta de espectáculo, de goles. Había pedido a Mourinho cambiar la forma de jugar de los 'Blues'.
Reprochaba también a Mourinho no tener en consideración a Andrei Shevchenko, comprado por 45 millones de euros al AC Milán por petición expresa de Abramovich, de quien es un íntimo amigo.
Si la derrota con Aston Villa en campeonato el 2 de septiembre (2-0) había enfurecido a Abramovich, que abandonó el estadio antes del final del partido, el empate ante el relativamente modesto equipo de Rosenborg (1-1) el martes en Liga de Campeones reforzó su decisión.
El miércoles anuló un viaje de negocios a Rusia para presidir una reunión de crisis con Peter Kenyon, director deportivo del club, y Eugene Tenenbaum, miembro del consejo de administración y brazo derecho de Abramovich, así como Bruce Buck, el presidente del club.
La salida de Mourinho estaba decidida. Abramovich decidió separarse de su entrenador, a quien invitó a marcharse. El futuro dirá si el multimillonario ruso tomó una decisión acertada.
© 2007 AFP
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