Pekín (dpa). Después de vivir en el ojo del huracán a causa del Tíbet o el acceso a Internet, los organizadores de los Juegos de Pekín 2008 fueron al fin objeto de elogios tras la apertura de la Villa Olímpica, calificada unánimemente como la mejor de la historia.
"Espectacular", "impresionante", "la mejor que nunca vi". Dirigentes, deportistas y técnicos coinciden en que las 66 hectáreas de alojamiento puestas a disposición de los atletas por la organización china no tienen parangón.
Faltan sólo cuatro días para el inicio de los polémicos Juegos de Pekín, y de las ventanas y balcones de los 42 edificios que componen la Villa cuelgan ya banderas de todo el globo, desde Canadá a China, desde Argentina a Irán.
Los 10.000 atletas y 6.000 entrenadores que se alojarán en la Villa ocupan departamentos de dos y tres habitaciones de grandes dimensiones, con una media de 22 metros cuadrados por atleta. Figuras como el tenista español Rafael Nadal o el equipo argentino de baloncesto, actual campeón olímpico, se alojarán en esas estancias.
Muy cercana a las principales sedes del atletismo y la natación, el recinto cuenta con piscina, canchas de tenis y de baloncesto, una biblioteca, zona de compras, así como un hospital y una estación de bomberos.
La peluquería la estrenó ya hoy medio equipo de esgrima de Venezuela, después de izar la bandera de su país en la Villa. Los cursos de chino los aprovecharon dos técnicos suecos, que en los pocos minutos que estuvieron junto a sus profesoras aprendieron al menos a escribir su nombre en los indescifrables caracteres locales.
Para relajarse, los deportistas cuentan con un karaoke, ceremonias de té y un internet-café, aunque varias delegaciones instalaron sus propios "cyber". Argentina, cuyo jefe de misión, Gerardo Werthein, es un magnate de las telecomunicaciones, tiene a su disposición wi-fi en todo el edificio y una sala común con acceso a la red, play-station y una pantalla gigante de televisión para ver películas.
"Yo estuve en Atlanta y nada que ver", dijo a dpa el técnico de remo argentino Mariano Kowalczyk. "Atlanta era un desastre. Aquí todo es más lindo. Y la gente es muy amable".
De hecho, legiones de voluntarios se desviven por que la estancia de los deportistas sea lo más placentera posible, hasta el punto de que apenas tienen siquiera que abrir una puerta. "Siempre hay alguien que te la abre", comenta Kowalczyk divertido.
"Son impresionantes los ejércitos de voluntarios", añade el subjefe de la delegación mexicana, Jorge Camacho, para quien el comedor es tal vez lo más impresionante de la Villa china.
"La calidad del servicio es magnífica. No haces fila nunca más de tres minutos. Había inquietud por la comida, pero no hay ningún problema", agregó el mexicano. La Villa "tiene todo lo necesario para no tener que salir de ella".
Cerca de 100 chefs extranjeros y 2.700 chinos cocinan para los atletas en el comedor, que dispone de 5.000 asientos y ofrece comida china, asiática, internacional y mediterránea, además de las globalizadas hamburguesas de McDonald's, que como patrocinador de los Juegos tiene también reservado su sitio.
"Esta es la mejor Villa Olímpica que nunca conocí. Desde México 1968, los primeros Juegos en los que participé, nunca vi una Villa así", aseguró el presidente del Comité Olímpico Internacional (COI), el belga Jacques Rogge.
Seguramente nunca vio tampoco unas medidas de seguridad similares para proteger el recinto. Hasta tres vallas de seguridad rodean el lugar, vigilado día y noche por militares hieráticos apostados cada 50 metros alrededor del perímetro.
Dieciséis personas murieron hoy en un atentado en el noroeste del país que Pekín atribuye a los separatistas uigures. Mientras, muy lejos de la fronteriza ciudad de Kashgar, en la Villa Olímpica -donde conviven zonas de culto para cristianos, budistas, musulmanes, hindúes y judíos-, reina la armonía.
Y después de semanas de enfrentarse a la crítica internacional por sus restricciones a la libertad de expresión o su política de derechos humanos, los organizadores parecen dispuestos a que nadie perturbe la paz del primer elogio unánime a Pekín 2008.