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"Por la Coca-Cola"...

"Dirección: Su lugar de trabajo, en la Coca Cola (en San José), en la parada de buses que van a la frontera de Nicaragua; es vendedor ambulante de periódicos. Por ahí se mantiene"
Con estos escuetos datos, el notificador Róger Torrentes tiene que salir a buscar a un hombre que enfrenta un proceso por una pensión alimentaria.
Cuando llega a la parada de buses de la Coca-Cola, pregunta en un bus. Le dicen que es 200 metros hacia el sur. Al arribar a ese punto, vuelve a preguntar a un chofer. Ahora son 50 al este, 200 al sur. Pero ahí no hay parada. Hace la consulta nuevamente. Son otros 100 metros hacia el este y 25 metros al norte. Finalmente llega.
Busca al vendedor de periódicos, y sí, ahí está. Lo notifica de una vez.
Pero no siempre tiene tanta suerte.
Minutos antes, pasó a realizar una notificación por pensión alimentaria a un "chinamo" en la esquina suroeste del edificio central del Banco de Costa Rica. Ya era la quinta ocasión en que trataba de localizar al sujeto, pero nunca está. Ese día, el miércoles 19 de diciembre, tampoco se encontraba.
Sustos
Estas son algunas de las peripecias que deben soportar los notificadores del Poder Judicial. El problema no son solo las malas direcciones que les suministran o la gente que se esconde. Los perros, los ladrones y las personas que se molestan al recibir alguna comunicación de un juez, también son una amenaza.
"A mí me hicieron sacado a balazos de una propiedad", relata Mario Brenes, compañero de Torrentes en la Oficina Centralizada de Notificaciones de San José. En otra ocasión, le quebraron los anteojos de un portazo.
Y es que ellos están obligados, por ley, a realizar a algunas notificaciones personalmente. En otra ocasión, Brenes ingresó en el plenario legislativo a notificar a un diputado.
Ellos se quejan porque no se les garantiza escolta policial en lugares en los que ellos lo consideran necesario, como en los llamados búnker. También protestan cuando se les señala como responsables de los atrasos de las notificaciones. "Estamos cansados de oír que el notificador es el vagabundo", declara Mario Torrentes, sin disimular su descontento.

  • POR Montserrat Solano C.
  • Nacional
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