Nicoya, Guanacaste. Desde las 6:30 a. m. y hasta que se retire el último alumno de la escuela Valedor Martínez, en Curime, Bruno permanece vigilante de los 161 estudiantes de ese centro y hasta de los docentes que ahí laboran.
Se trata de un perro, propiedad de un vecino de esa comunidad, que decidió ir a la escuela local por voluntad y afinidad propia.
Como si se tratara de una mascota adiestrada, la primera en ser escoltada por el fiel guardián es la directora de la escuela, Maritza Ruiz, hasta su oficina y luego vuelve al portón de entrada a dar la bienvenida a los alumnos.
Durante las horas de clase, este peculiar can escoge el aula en que quiere pasar el día y aunque su dueño ha tratado de evitar su llegada al centro educativo, no lo ha logrado.
"En una ocasión el dueño se lo llevó a San Antonio, a unos 9 kilómetros de aquí, y a los tres días tuvo que devolverlo porque el animal se desesperó, igual que los niños", explicó la directora.
Daniel Ramírez, alumno de tercer grado, contó que Bruno lo ha acompañado en sus clases desde el primer año.
Entre tanto, a su dueño no le ha quedado más que resignarse a compartirlo durante el día.