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Rosa coraje

BUENOS DÍAS

No son pocas las veces que grandes acontecimientos sociopolíticos nacieron a partir de un hecho aparentemente simple y aislado.
Cuando Rosa Parks se negó, hace 50 años, a ceder su asiento en un bus a un joven blanco -en Mongomery, Alabama- esa negativa se constituyó en la chispa que prendió una deflagración que cambió un sistema de segregación racial con casi un siglo de existencia.
Aquella costurera decidió que había llegado el momento de decir un categórico basta y plantarse contra una injusticia que, para colmo de males, tenía el ropaje de legalidad.
Lo peor de un atropello, en este caso la discriminación basada en la apariencia física, es cuando se lo admite como "normal", se lo justifica de diferentes formas y se pretende otorgarle legitimidad a partir de leyes y otras normativas.
Tal era la situación que imperaba en Estados Unidos antes de 1964, pues la abolición de la esclavitud -tras la derrota del Sur esclavista en la Guerra de Secesión, en 1865- dio paso a una paradoja: los negros era iguales a los blancos, pero tenían que vivir separados de estos.
Se instituyó así un sistema de relaciones sociales que autorizaba a un grupo de población a imponer condiciones de desigualdad atentatorias contra lo más valioso que puede tener un ser humano: su dignidad.
La rebeldía de Rosa Parks fue el banderazo de partida para un movimiento de reivindicación que fue creciendo, que no pudieron frenar la represión legal y judicial ni tampoco el prejuicio y la intimidación por parte de grupos extremistas, como el Ku Klux Klan.
Casi un siglo después, se promulgó el Acuerdo de los Derechos Civiles, que prohibía la discriminación racial y que constituyó un notorio avance hacia la democracia política y social.
Este logro no fue una concesión, sino el producto de una vigorosa protesta de una minoría que ya no estaba dispuesta a soportar un statu quo ultrajante.
Marcó un hito en la historia contemporánea de Estados Unidos, estremecido por una convulsión social y política (rechazo a la guerra de Vietnam y movimiento hippie ) que hicieron de esos años 60 un período particularmente agitado.
"No imaginaba que mi pequeño acto iba a ayudar a terminar con la segregación", admitió Rosa Parks hace unos años.
Lo que cuenta es el logro.

  • POR Víctor Hugo Murillo S. / vhmurillo@nacion.com
  • Opinión
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