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Berlín. En la hora de su mayor éxito prefirió el silencio. A las 7:41 p. m. (11:41 p. m. en Costa Rica) Jens Lehmann paró el penal pateado por Esteban Cambiasso y selló el pase a semifinales de Alemania.
Instantes antes, había frustrado el tiro de Roberto Ayala. Él certificó que Alemania siga soñando.
El equipo salió en carrera a festejarlo, pero Lehmann se escapó al túnel. No festejó, no saludó, no corrió, no saltó. Se fue.
Lo obligaron a decir unas palabras ante las cámaras de televisión y fue lo más breve posible: "Eso es lo que se esperaba de mí.
"Un guardavallas alemán tiene que ganar en penales. Ahora viene un nuevo desafío. La gente que salga a festejar, yo me voy a preparar para el próximo partido". Y se fue.
Le tocaba lo que parecía ser otro calvario, enfrentarse a los 300 periodistas en la zona de prensa que esperaban las declaraciones del Héroe de Berlín .
Pasó de largo y dejó colgada solo una frase, repetida: "Hice lo que es mi tarea". Y se fue.
Ni en el vestuario cambió . "Estaba muy enchufado consigo mismo, como ausente, muy concentrado", dijo Lucas Podolski.
La tanda de penales tuvo además una escena casi insólita. Antes de que empezara, Oliver Kahn, con el que no se habla desde hace eternidades, tuvo un acto de grandeza.
Se le acercó, le tocó la cabeza, le dio ánimos, le dijo que había llegado su gran momento, que iba a convertirse en la figura.
Pocos minutos después paraba dos penales. El Estadio Olímpico estalló, pero el héroe optó por el silencio y se escapó a su mundo.
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