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A lo largo de su historia, Costa Rica ha tenido grandes personajes de la política que han dejado una huella importante en el desarrollo nacional. Hablar del legado de don José Figueres Ferrer significa hablar del desarrollo político e institucional de nuestro querido país a partir de los últimos 50 años, puesto que su pensamiento político y –sobre todo– sus acciones constituyen el fundamento programático de la Costa Rica moderna.
Nutrido profundamente de una filosofía liberal –en lo político– y social –en lo económico–, don José Figueres Ferrer sentó las bases para la construcción de un auténtico modelo de desarrollo económico y social que ha sido ejemplo para todo el mundo. Su amor por la patria fue elocuente, no solamente porque fue capaz de mantener y consolidar todavía más las garantías sociales instauradas en 1942, sino porque, después de haber triunfado en la guerra civil de 1948, entregó el poder y abolió el Ejército nacional.
Pensamiento visionario. La obra de don Pepe es extraordinaria, su pensamiento visionario fue el factor decisivo para las grandes reformas que se llevaron a cabo en el país después del movimiento armado de 1948. Nacionalizó la banca para destinar crédito a sectores marginados, en especial al incipiente sector industrial; se preocupó notoriamente en la construcción de la infraestructura que el país necesitaba para su desarrollo nacional, siendo el Instituto Costarricense de Electricidad su mejor legado, y convocó una constituyente que definió el norte del país.
Gracias a su formación democrática, fue posible depurar el sistema electoral con la creación del Tribunal Supremo de Elecciones; de igual manera, permitió el voto a las mujeres y fortaleció en grado sumo la educación y la cultura, consciente de que ambas son esenciales para que los habitantes de una nación civilizada puedan orientarse correctamente en cualesquiera de sus acciones.
Justicia y libertad. La creación de numerosas instituciones como el ICE, el INVU, el IMAS, el IFAM , el Ministerio de Cultura, el ICT, la Universidad Nacional, así como la construcción de escuelas, colegios, universidades, clínicas, hospitales y muchas otras obras públicas más, evidencian el legado de don Pepe, cuya influencia transformó a fondo la sociedad costarricense, inspirado no solamente en su propio pensamiento, sino también –como buen demócrata– en la noble aspiración de miles de costarricenses de construir una democracia fundamentada en la justicia social y en la libertad política.
Difícilmente en estas líneas se podría enumerar completamente el legado de don Pepe al país, pero es oportuno reconocer, en el centenario de su nacimiento, que fue el constructor de una nueva república, cuyos pilares cimentaron el principio de que las erogaciones destinadas a la educación, salud y seguridad social no son gastos, sino inversiones reproductivas, espiritual y materialmente.
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