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Vocero innecesario

BUENOS DÍAS

Ningún extranjero debe representar a Costa Rica en las pláticas comerciales con Europa, pero, entre tantos negociadores inaceptables, Norman Caldera ocupa un lugar de privilegio.
Para comenzar, el Canciller nicaragüense desempeña un papel protagonístico en la absurda disputa por los derechos de navegación en el río San Juan, y sus actitudes no dejan de contribuir al encono existente.
Como adalid del libre comercio, Caldera deja mucho que desear si se considera la amenaza de imponer sanciones arancelarias a las exportaciones costarricenses como represalia por la demanda interpuesta ante la Corte de La Haya.
El ministro de Relaciones Exteriores tampoco califica desde el punto de vista profesional. Las pláticas con Europa no son materia de las cancillerías, sino de los equipos de comercio exterior, que tienen la experiencia y los conocimientos necesarios.
La exportación bananera ocupará un lugar de privilegio en las agendas que Costa Rica y Honduras llevarán a la mesa de negoci aciones, pero Nicaragua no es productora de esa fruta.
El banano es apenas un ejemplo de las diferencias que aconsejan confiar a cada país la tutela de sus intereses. Eso no excluye la necesidad de identificar coincidencias y coordinar esfuerzos para conquistar objetivos comunes. Entre los países del istmo existen muchas similitudes, pero es indispensable reconocer las diferencias, por mucho que se desdibujen a los ojos del observador europeo.
En nuestro país, Caldera jamás tendrá la confianza requerida para una misión tan importante, pero también está por verse si gozará del favor del Go- bierno que elegirán los nicaragüenses en diciembre.
Caldera aspira a representar a una nación con cuyo Gobierno no tiene buenas relaciones, y eso es una una paradoja, pero existe la posibilidad de que esa misma representación sea vista como una imposición por los nuevos gobernantes de Nicaragua, y esa sería la mayor de las ironías.
Nada de lo dicho debe entenderse como recelo o revanchismo frente al país vecino. Son simples realidades que dan la razón al gobierno del presidente Óscar Arias cuando se niega a admitir la representación foránea en las negociaciones comerciales con la Unión Europea, por mucho que otros países del ist- mo estén en disposición de aceptarla.

  • POR Armando González R. / agonzalez@nacion.com
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