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En su lección magistral en la Universidad de Ratisbona (Regensburg) el 12 de setiembre, Benedicto XVI nos brinda una muestra de su denotado humanismo, sustentado sobre una base teórica de conocimiento filosófico y teológico admirable, que evidencia su capacidad académica y crítica, así como su valentía y honestidad intelectual. Lastimosamente, este tipo de comportamiento franco cae con frecuencia en la incomprensión, ligada muchas veces a la manipulación política e hipocresía.
Al contrario de lo que se ha divulgado, en su mensaje el Papa dirige, ante todo y de modo directo, una crítica abierta al chovinismo del mundo occidental, específicamente al peligroso distanciamiento entre razón y religión que caracteriza al positivismo de hoy.
A partir de la emancipación de la metafísica respecto de la religión, de la propuesta de buscar la verdad tan solo a través de la lógica matemática y el empirismo científico, de la contención de la inculturación del cristianismo aun respecto de cuestiones fundamenta- les como la conexión entre la fe cristiana y la búsqueda de la razón humana, el mundo occidental ha caído en una especie de entronización ética y filosófica, que niega toda validez a formas de pensamiento y organización societarias, modeladas según parámetros diversos.
Modelo de convivencia. El Occidente, concentrado en la respuesta inmediata a los fenómenos naturales, ha perdido interés en las preguntas básicas que una vez guiaron su evolución, y no logra comprender cómo otras sociedades, entre ellas las que profesan el islamismo, pueden fundarse en un modelo de convivencia sustentado en una base religiosa sólida. El desarrollo humano no se agota en la explicación racional de los fenómenos de la naturaleza; su verdadero sentido lo brinda el humanismo y la respuesta a preguntas primarias de la existencia (como el sentido de ella), en cuya dilucidación la filosofía y teología, desde distintas perspectivas, se convierten en disciplinas útiles para encauzar el desarrollo científico y social por corrientes éticas y solidarias.
Ya en 1993, Joseph Ratzinger había criticado con severidad la calificación de "fundamentalismo islámico" usada por Occidente. Se peca de simplista cuando se vincula el fundamentalismo –término ligado a cierto protestantismo norteamericano del siglo XIX contrario al evolucionismo y la crítica bíblica– al islam, pues se obvia el punto de partida del despertar islámico y su pluralidad de modelos. Al respecto, Ratzinger sostiene que el way of life occidental, con su permisividad moral, fue asumido, en diverso grado, como un ataque a la identidad y dignidad del sistema de vida islámico, en el que nación, cultura, moral y religión aparecen como una totalidad indivisible.
Obtusos y miopes. Consecuente con su pensamiento, en la conferencia de Ratisbona, el Papa advierte a Occidente que una “aparente” razón, que hace los oídos sordos ante lo divino y repulsa a la religión al rango de una subcultura, es incapaz de establecer un diálogo fructífero entre las culturas. Con ello se hace alusión clara a la forma obtusa y miope con que varios políticos occidentales han querido lidiar con los problemas del mundo islámico, actuación en la que ha imperado la imposición por la fuerza de un estilo de vida, antes que el respeto para con otra cultura y la comprensión de las necesidades reales de una sociedad distinta.
Ciertamente, la intención papal se vio confundida por la políticamente inadecuada cita del káiser Manuel II, quien en el siglo XIV manifestó que en el islam solo había maldad e inhumanidad, toda vez que Mahoma había ordenado propagar su fe por medio de la espada. Ante su universidad, Ratzinger se sintió más profesor que papa. Aun así, la reacción exacerbada de innumerables religiosos islámicos en el mundo parece olvidar que fanáticos de esa religión, muchos de ellos apoyados en forma directa por Estados, promueven abiertamente el sentido radical y agresivo del yihad , en contraposición a una interpretación humanista y pacífica del islam. Antes que un escarnio generalizado, los grupos islámicos deberían encomiar la valiente crítica del Papa contra la política occidental y admitir los gravísimos horrores cometidos en nombre del islam por grupos radicales, problemática que no ha sido enfrentada aún con la requerida intensidad por parte de sus máximas autoridades.
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