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Parecía difícil, pero Max metió cabeza

Un cabezazo nítido y certero de Max Sánchez permitió al Puerto tomar ventaja El orden defensivo de Puntarenas fue el dilema que no atinó a resolver Cartaginés

Cartago. Si en un juego hermético no aparece algún "genio", o al menos la travesura de un duendecillo audaz, la “pelota muerta” suele ser el único recurso para romper la igualdad.
Con parsimonia, Michael Barrantes colocó el balón en el vértice y lanzó el tiro de esquina.
Por encima de tirios y troyanos, la cabeza de Max Sánchez dio un giro en el corazón del área y le salió un remate nítido y certero.
Esa jugada del 57’ fue quizás la única ocasión de gol clara que se suscitó en un encuentro conservador en el que, además de que Puntarenas venció con justicia, 1 a 0, en realidad obtuvo más de lo que pretendía (no perder).
Mientras tanto, Cartaginés no solo fue incapaz de asimilar el contraste, sino que le resultó imposible descifrar el orden represivo de los de sudor piel naranja.
“Mi equipo no tiene rematadores”, comentó Carlos Freer, un eterno aficionado brumoso, mientras descendía taciturno desde lo alto del Fello Meza.
Por lo menos ayer, le asistió la razón. Sobre todo al recordar cómo Esteban Bolaños dejó ir una ocasión propicia, precisamente por su incapacidad de empalmar un balón que le quedó franco, pero en su botín izquierdo, al 45’.
Las primeras imágenes dejaron entrever que los trazos del pizarrón de Luis Diego Arnáez subrayaban la posibilidad del empate sobre el imperativo de una victoria.
Aunque el taconear de Mario Camacho y de Jorge Barbosa, dos delanteros natos, en los predios de Cartaginés, también fue evidencia de que el plan de Arnáez no descartaba del todo la ilusión de ganar.
Por supuesto que también Rónald Mora quería el triunfo, sin duda; mas, cosas del futbol, ayer Armando Alonso, su inspirador y bujía, anduvo errático; José Francisco Alfaro estuvo aislado en el mediocampo y la dolorosa conclusión del “aficionado eterno”, al menos ayer, fue un juicio cierto: Cartaginés no contó con rematadores.
Al tictac del 57’, casi con parsimonia, Michael Barrantes colocó la esfera. Y lanzó el tiro de esquina. Balón de altura, marcaje estricto. Anotar parecía muy difícil...
¡Pero Max metió cabeza!

  • POR Roberto García H. / rgarcia@nacion.com
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