Hay que celebrar un reciente compromiso del presidente Óscar Arias: enviar a sesiones extraordinarias del Congreso el proyecto de reforma para mejorar aquí el ejercicio de la libertad de expresión.
Pero vale aclarar que su anuncio, al inaugurar la Conferencia Hemisférica sobre Valores Periodísticos en el Siglo XXI, tiene más importancia simbólica que real.
Lo primero no es desdeñable. El Presidente ha reiterado su convicción de que la libertad de buscar y difundir informaciones es esencial para la democracia; esto legitima el caso. También lo dijeron, en su oportunidad, don Abel Pacheco y don Miguel Ángel Rodríguez, para beneplácito público.
Pero el hecho de que, tras siete años, aún no se haya aprobado la reforma indica que los símbolos son insuficientes. La clave para que el proyecto avance es sacarlo de la congestionada agenda del Plenario, trasladarlo a una comisión plena y discutirlo con calma y, a la vez, con agilidad.
Ya hay una moción en ese sentido: Servicios Técnicos de la Asamblea ha dictaminado que es posible, y las fracciones del ML y el PAC, así como los diputados José Manuel Echandi, Guyón Massey y Óscar López, apoyan la iniciativa. Falta, para lograr los dos tercios de votos necesarios, el respaldo del PLN.
Por esto, la mejor ayuda del Presidente a la libertad de expresión sería convencer a la fracción de su partido para que se sume a la iniciativa. Esto demostraría la solidez de su compromiso.