Isla Chira, Puntarenas. Los propios maestros tratan de suplir con ingenio o su dinero las carencias que tienen las escuelas rurales donde laboran.
Este es el caso de quienes imparten lecciones en la escuela de Isla Chira, en Puntarenas.
"Cuando yo vine a trabajar aquí solo había 13 pupitres y poco a poco y con mi dinero empecé a traer legos, juguetes, libros y otros materiales", dijo la maestra de preescolar de ese centro educativo, Yadvicia González.
La infraestructura está tan deteriorada que el director, Melvin Reyes, dijo que teme cada vez que lleva a los niños al comedor pues esa estructura se encuentra en mal estado.
Érick Carrillo, profesor de Inglés, opina que es muy complicado enseñar en un lugar donde ni siquiera hay pupitres, lo que dificulta a los estudiantes concentrarse en la clase.
“Durante algunos fines de semana juntamos pupitres malos y tratamos de hacer al menos algunas sillas con ese material.
“Me gustaría tener una grabadora y un televisor para respaldar mis clases de inglés”, aseguró Carrillo.
Población. En ese centro educativo estudian 110 escolares y trabajan seis educadores.
Ninguno de los maestros es vecino de la isla, por lo que pasan muchas incomodidades y tienen a sus familias lejos.
Dentro de la propiedad de la escuela hay una estructura que funciona como casa del maestro, donde viven los docentes.
Sin embargo, la edificación tiene goteras y huecos.
El Ministerio de Educación Pública (MEP) considera que una de las causas del fracaso escolar en la zona rural es que muchos educadores no están a gusto en el lugar donde trabajan.
El MEP necesita ¢90.000 millones para reparar los centros educativos, pero solo dispone de ¢14.000 millones para este año.