Abrir Noticia Guardar

Para subir al cielo

Vida en la empresa

Todo objetivo que valga la pena, debe estar conectado a un sueño realizable. No a una quimera. ¿Qué valoramos, el logro o el reto? Si lo uno, tenderemos a ponernos objetivos muy alcanzables. Si lo otro, intentaremos alcanzar la estrella inalcanzable, como en el tema musical de "El hombre de la Mancha".
Nuestra condición humana hace necesario, que el camino hacia el alcance de cualquier objetivo, esté formado por acciones concretas, pedestres.
La chica adolescente que sueña con hacerse médica, tiene que hacer cosas concretas: obtener información de las diversas carreras y de las diversas formas de financiarlas; buscar información sobre los exámenes de admisión a la carrera; obtener las cartas de recomendación que le serán pedidas. Y luego, cuando ya esté enrolada, tendrá que hacer un horario de actividades en el cual aparecerán las decenas de horas que deberá dedicar a los cursos de anatomía. Ese horario, que ya es un paso adelante en la concreción del objetivo, deberá ser cumplido, empezando con esas cuatro horas del próximo martes que aparecen ahí. Si fallara en cumplir con ese primer contacto entre la acción y el ideal, debería preocuparse. Porque la carrera exige ganar el curso y el curso exige entre otras cosas, ese trabajo individual de ese día y hora.
Podríamos decir entonces, que para subir al cielo se necesitan escalones concretos. Uno detrás del otro. No habrá milagros gravitacionales que nos impulsen sin esfuerzo. Ni concesiones que nos eximan de los pasos requeridos.
Por eso es necesario verificar que las acciones concretas se estén ejecutando debidamente. Por eso el control debe empezar cuando empieza la ejecución. El control que se deja para el final, solo permitirá sentenciar si se tuvo éxito o no. En cambio, el control cotidiano, sirve para ver si se está en camino. No hay que controlar la escalera, lo que hay que controlar es el próximo escalón.

  • POR Álvaro Cedeño
  • Economía
Notas

Este documento no posee notas.