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El nivel de presas, de tiempo para llegar al trabajo, de gasto en combustible, de declinación de la salud, y un largo etcétera, está llegando al máximo con el ocaso de la infraestructura vial en Costa Rica, y esto tiene consecuencias.
El nuestro no es un país que se caracterice por ser competitivo en infraestructura. Si usted fuera un inversionista que piensa abrir su empresita transnacional acá, tenga por seguro que por su mente pasaría lo "pura vida" que son los ticos, antes que la excelencia de sus carreteras, puertos o trenes.
Baja competitividad. En el tema de la calidad de nuestra infraestructura en general no salimos exactamente favorecidos: obtenemos el puesto 115 de entre los 131 países medidos por el World Economic Forum en su reporte de competitividad global 2007-2008 (disponible en http://www.gcr.weforum.org/). Esto hace que se reste competitividad al país, respecto a la cual se nos ubica en el lugar 63.
Sin embargo, la pesadilla no acaba ahí, pues la calidad de nuestra infraestructura ferroviaria se sitúa en la posición 115 de entre esos 131 países.
Sobre la calidad de la infraestructura vial... ¡ni hablar, porque a doña Karla González le puede dar un infarto!: nuestras carreteras se sitúan en el puesto número 121.
A pesar de lo irónico que esto resulta en un país cuyo nivel de apertura supera el 100% –el 102,7% durante el año pasado–, los puertos no se quedan atrás (o, más bien, se quedan bastante atrás): entre 131 naciones somos, “orgullosamente”, el país 125, con la peor infraestructura portuaria para atender las necesidades de nuestros socios comerciales.
Ironías. ¡Qué ironías! Firmamos tratados de libre comercio, pero no mejoramos nuestros puertos y carreteras por donde, precisamente, vamos a sacar las exportaciones e ingresar las importaciones.
Aun así, Cinde, en su página web (http://www.cinde.org/index.php?page_id>152), presenta la “infraestructura” como una de las principales justificaciones para invertir en Costa Rica.
La evidencia empírica en Costa Rica demuestra lo anterior: afortunadamente se han calmado los problemas en los puertos administrados por Japdeva (los del Caribe), pero anteriormente estos no trabajan todos los días ni las 24 horas.
Costos. El costo de las eternas presas para salir del pueblo “fantasma” herediano, que parece, más bien, una pequeña Cuba, donde el Gobierno no ha realizado grandes proyectos para agilizar el acceso y salida de la provincia, puede ser calculado bajo una serie de supuestos que lo único que hacen es disminuir el costo total estimado.
En un modelo simple, que omite bastantes costos, el salir de Heredia centro hacia Tibás, pasando por la carretera del puente Virilla, tiene un costo anual en términos de tiempo perdido de ¢8.962.850.846, y el salir por el lado de La Valencia tiene un costo en términos de tiempo perdido de ¢8.293.981.380 al año.
Aun así, nos podríamos estar ahorrando ¢209.173.408 al año por cada minuto diario que gastemos de menos en la calle haciendo presas por estas vías (¢108.640.344 por la ruta de Santo Domingo y ¢100.533.064 por la ruta de La Valencia).
Y eso que Heredia no es tan “fantasma” como se cree. De las 242 zonas francas establecidas en Costa Rica a la fecha, según Procomer Heredia acumula 116 (y se debe aumentar en 2, hasta 118, si se suman aquellas que parecen estar en el límite), ¡es decir, un 48% del total! En cambio, en nuestra capital, tan solo hay 29 empresas en zona franca, o sea, un 12%.
Sin embargo, Santa Ana sí tiene autopistas y varios megaproyectos, ante los cuales algunos nos morimos de la envidia. ¡Qué raro!...
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