Página LA TRIBUNA Domingo de Octubre de 1924 LA CAJA NACIONAL DE SEGUROS LOS ULTIMOS ARGUMENTOS Plana La Estadística demuestra que los cambios en la mortalidad y en la longevidad de la población son tan pequeños que es fácil, tomando un grupo regular de individuos, predecir cuántas personas, de ese grupo, morirán dentro de un año o dentro de cualquier período de tiempo. No podemos determinar cuales son las personas que morirán pero sí el número de ellas.
En este sencillo conocimiento se basa todo el mecanismo del Seguro de Vida. Son los datos estadísticos los que permiten a los actuarios la formación de las tablas de mortalidad. Esas tablas son corregidas, convenientomente, cuando han de servir para asegurar vidas en países de menores condiciones de salubridad. nosotros nos aplican las tablas tropicales que suponen una mortalidad mayor que la corriente.
Puede una compañía, por consiguiente, operar toda clase de seguros de vida, en nuestro país, basándose en esas tablas, con matemática seguridad de éxito, sin que necesite compensar el mayor riesgo con seguros hechos en otro país. Suponer otra cosa equivaldría a la singular afirmación de que las compañías llevan su filantropíía o su amor a nosotros, hasta el punto de derramar en el país, parte de las utilidades que les produce el negocio en ctras tierras. No es posible, por lo tanto, presentar un argumento más deleznable que ese de que el Seguro Oficial reultará peligroso por cuanto tendrá que reducir sus operaciones al territorio nacional.
No sólo la lógica y el conocimiento de cómo se forman las tablas que sirven de base para calcular los siniestros rechazan ese argumento: son los hechos mismos lo que le miegan todo carácter de verdadero. Son Tus distintas poblaciones que tienen establecido el seguro oficial, reducido a un territorio pequeño, las que dan fe de que no existe el peligro apuntado. Más aún, no sólo no existe, seleccionando los riesgos, pero ni aun siquiera aceptándolos todos, como ocurre en Hamburgo donde el seguro de incendio es obligatorio.
En otra ocasión citamos cantones suizos en los que existe el seguro oficial, desde hace muchos años, y la población de esos cantones no supera a la nuestra.
Lo que sí se requiere para la seguridad del negocio, es que se opere con un número regular de riesgos para que las tablas de mortalidad puedan servir de norma exacta. Trataré de explicarme.
Las primas se calculan. suponiendo que el futuro arroje un promedio de muertes o de siniestros igual a los que produjo el pasado) en forma tal, que el valor de ellas provee para atender al pago de cada muerte que ocurra, ya sea en el primer año, ya sea en cualquiera de los siguientes.
Por supuesto que si una Compañía, recién establecida, no tiene inscritas un regular número de pólizas, corre un riesgo muy fuerte de que los siniestros que sufra excedan a los que preven las tablas. Porque cualquier diferencia repartida entre un número pequeño representa un porcentaje crecido, y, cambio, nada representa esa diferencia si se reparte entre un número regular de asegurados.
Supongamos que ma compañía inicia negocios, teniendo sólo cien asegurados. De acuerdo con las tablas de mortalidad (American Experience Table) el número de muertes que tendrá será una o dos en el primer año; pero, podría tener la poca suerte de que ese número se elevase a cuatro y en ese caso, el porcentaje de sus sinietros se habría cuadruplicado. En cambio, si esa compañía se inicia con mil asegurados, sería asombroso que la fluctuación en la mortalidad elevase 40 el número de muertes en lugar de los 10 o de los 20 que marcan las tablas.
Las compañías se resguardan, por dos medios que no es del caso explicar aquí, contra ese riesgo crecido de abrir sus operaciones con un reducido número de asegurados. Las mismas leyes suelen protegerlas contra ese peligro inicial. Así, las del Estado de New York prohiben que pueda principier el negocio ninguna compañía mutual de vida sin haberse procurado antes 500 asegurados con un total de un millón de dólares, cuando menos Ese número de 500 pólizas exigido como mínimum por las leyes de New York, es suficiente para asegurar la perfecta concordancia de las tablas con la efectividad de los siniestros, y es bastante moderado para que se pueda presentar como un obstáculo insuperable para el Seguro del Estado el temor de que no pueda reunir ese número de pólizas.
Con sólo los seguros de los empleados de la Administración se tiene una base mayor. ya que tengo, ente mi vista esas leyes de New York, me servirán, ellas mismas, para destruir la conseja de los enormes capita les que requiere una compañía de seguros, En otra ocasión afirmé que si algún nego cio podía emprenderse con copital alquimist esto es, sin ninguno, era el negocio de segur por cuanto el capital, quienes lo aprontan so los mismos asegurados. Ahora, vienen una leyes americanas a darme la razón.
Pocos estados son tan exigentes en mat ria de seguros como New York. Sus leyes so tan severas que desde su promulgación, 190 son muy pocas las compañías nuevas que han podido formar. Pues bien, a pesar de severidad sólo exigen 100. 000 de capital 50. 000 de surplus para gastos de organiza ción y otros. Ese dato basta para comprende la escasa necesidad de capital inicial.
Si con lo dicho es suficiente para dar po rebatidas las dos objeciones referentes a necesidad del capital y a la pequeñez del rritorio que abarcará el monopolio, creo qu sólo me queda por rebatir, para terminar est exposición, la especie de que no nos será po sible obtener aseguros fuera del territorio. renlidad, no habrá interés en conseguirlos, per si la hubiera, no tropezaríamos con la mend dificultad.
Pruebas al canto: La Compañía Nacion de Seguros, a pesar de la pequeñez de su pital, hizo aseguros en Panamá y en Color bia. Por qué no pdríía tenerlos el Estad si lo considerase necesario? Es tan fuera azón esa imposibilidad como aquella rel Tente a los reaseguros.
en TOMAS SOLEY GUELL.
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