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LA REPUBLICA. Viernes 23 de enero de 1981 Los dos últimos libros de don Eugenio EN TIEMPO PRESENTE De Calderón a Figueres publicado por la Editorial de la Universidad Estatal a Distancia y Biografía de Costa Rica. por la Editorial Costa Rica, son libros que aparecieron casi gemelos: Ambos escritos por Eugenio Rodríguez, El segundo es una contemplación de la historia de Costa Rica y es como un necesario complemento de la Cartilla Histórica. Esta última es fundamentalmente factual, el de Rodriguez, aunque con parsimonia, pretende elevarse de lo puramente fáctico para llegar a conclusiones generales sobre las directrices de la historia costarricense: esas directrices van quedando sabiamente dibujadas en los títulos de los capítulos.
Me parece a mí que la parte mejor lograda del libro comienza en los presidentes liberales del siglo XIX y culmina en la época de los Tinoco, aunque el análisis de la revolución social en Costa Rica, a partir de 1940 es realmente certera. Sin embargo, el libro de don Eugenio, que es realmente apasionante, es el segundo: De Calderón a Figueres.
Confieso que lo comencé a leer con miedo, sobre todo cuando leí la bibliografía, casi que totalmente parcializada hacia un sector político del país, pero ahí residió la sabiduría y el tacto exquisito de don Eugenio. Escribir sobre esa época, donde se alentaron de todo lado tantos odios y, sobre todo, cuando se ha tomado parte muy activa en los sucesos, puede hacer caer fácilmente en la pasión y la pasión siempre oscurece la mente del historiador. pesar que don Eugenio, al final de su obra nos dice que su relato ha sido escrito de buena fe. por un hombre que nunca ha sido neutral, pero que siempre se ha esforzado por entender los argumentos de sus adversarios. sale avante con muy éxito en su obra. Yo lei la obra también con ese problema sobre mí, mantengo y me he mantenido, en el otro sendero de don Eugenio, no he sido La brillante idea de intercalar entre los sucesos que el autor analiza ahora los fragmentos de su diario juvenil es un indiscutible acierto. En ciertas ocasiones, y eso me sucedió a mí personalmente, me hubiera gustado leer más del diario. Un poquillo menor que don Eugenio, sin embargo, iba por ese mismo camino intelectual, que no político. yo estaba al otro lado. pero anduvimos con los mismos autores, los mismos libros, las mismas preocupaciones. Yo no sé si será suerte o desgracia: pero mis lecturas las voy encontrando por mí mismo, sin profesor ni guía. Esta preocupación del autor es el suceder común de todos los que no hemos ido encontrando solos a sí mismos.
Ha sido un trabajo, tal vez muy arduo, pero altamente edificante y esto, nos lleva a decirnos casi siempre lo mismo, como don Eugenio: Yo siento una secreta delectación en saberme dueño de una fortaleza interna que muchos no sospechan. Por eso, cuando alguno se refiere a mí insinuando que desconozco tales y tales cosas, yo me sonrío complacido dándole a entender que así es el asunto; pero, por dentro, sé que conozco el objeto de la alusión y muchas otras cosas que mi interlocutor desconoce. No será esto una de las características más sobresalientes del carácter costarricense?
Creo que la obra de don Eugenio sobre la época de Calderón a Figueres es una de las primeras que se escriben con seriedad.
Ha abundado la bibliografía pasional pero el análisis serio no se había comenzado a hacer. Que ese análisis comience de un lado o de otro, no importa, lo fundamental es que sea serio y de buena fe y esos dos calificativos los tiene la obra de don Eugenio, la cual debe ser leída y analizada, porque mucho de profundidad tiene. Lo que uno puede hacer con toda honradez es recomendarla como un acierto y una gran obra.
Jorge Gutiérrez Costa Rica ha experimentado, durante los últimos cuarenta años, un proceso de transformación económico y social profundo y vertiginoso En forma pacífica y ordenada hemos presenciado cambios cuya sola insinuación desencadena oleadas de muertes en otros países del continente, Con cincuenta mil universitarios, un dos y medio por ciento de la población, el país cuenta en su administración pública, en su empresa privada y en sus órganos de gobierno con un ejército impresionante de profesionales altamente especializados.
Tenemos más bytes (unidades de memoria de un computador) por habitante que muchos países industrializados. Sin embargo la crisis que estamos enfrentando nos deja una extraña sensación que el ex presidente Daniel Oduber sintetizó en días pasados diciendo que algo se nos quedó en el camino que nos está haciendo falta y que es necesario volver a rescatar Jorge Güier ni soy neutral, pero siempre he hecho gran esfuerzo para entender la posición de los demás: por eso, puedo decir, que la obra de don Eugenio es ejemplar. Por supuesto, hay algunas conclusiones, que con examen de otros documentos, podrían variar ligeramente, pero tal vez, lo bueno de la obra de don Eugenio y a pesar de su conocida filiación política está construida con buena fe, con honradez y desde su propio punto de vista, lo que la hace doblemente valiosa, porque el autor ha desterrado de sí pasioncillas y resentimientos de poca monta para analizar una época muy difícil y todavía muy cercana de la historia costarricense. Qué ha pasado. Por qué ese ejército numeroso de profesionales e intelectuales se manifiesta incapaz de dirigir y gobernar esta finquita que hace pocas décadas era conducida por un reducido número de individuos, la mayoría de los cuales si acaso había completado su educación secundaria? Es claro que los problemas de hoy son mucho más complejos, pero para eso tenemos nuestros ejércitos de doctores académicos, filósofos, computadores y asesores internacionales. Basta con mirar treinta años atrás y ver el pequeño grupo que, bajo la inspiración de Figueres, realizo transformaciones que aún hoy nos sorprenden.
Indudablemente hay muchas respuestas a una pregunta tan compleja. Sin embargo hoy quiero ensayar una que desde mi doble ángulo de educador y profesional de la ingeniería me resulta aparente.
No pretendo ser absoluto en la respuesta, sólo me interesa estimular a algunos espíritus inquietos.
Las opiniones que contienen los artículos que se publican en esta página, son las personales de quienes los firman y no coinciden, necesariamente, con las del periódico. Qué quiere México en Centroamérica?
Conforme el hombre desarrolló su técnica, comenzó a resultarle evidente que la realidad que deseaba conocer y transformar era mucho más compleja de lo que sus sentidos le mostraban. La evidencia empírica sólo nos muestra aspectos externos y a veces inconexos de la realidad. La única forma de conocer las profundidades de la realidad es a través de un salto cualitativo que denominamos proceso de abstracción, por medio del cual las cosas concretas guayaba, piedra pasan a ocupar categorías conceptuales, fruta, proyectil, dentro de hipótesis, leyes y teorías. Sin embargo, las conclusiones de nuestras teorías sólo tienen sentido si nos sirven para interactuar con lo concreto arrojar piedras con precisión, sembrar guayabas. Si el paso de lo abstracto a lo concreto no se produce es mejor sembrar guayabas empíricamente o cazar animales a pedradas ignorando las leyes de la mecánica que sentarnos cómodamente a teorizar sobre la mecánica celeste o la reproducción vevetal.
bos MIAMI (ALA) El cinco de enero, se reunieron en México el presidente electo Ronald Reagan y el primer mandatario de aquel país, señalando así la importancia que tienen las buenas relaciones entre ambos vecinos y la prioritaria atención que merece, para el nuevo gobierno republicano, los problemas en el Hemisferio Occidental. Fuentes cercanas a Reagan hacen hincapié en que la visita tuvo un carácter amistoso y diplomático más que otra cosa aún cuando en las conversaciones de ampersonajes se discutieron asuntos diversos, incluyendo la actual crisis en Centroamérica y el Caribe.
Pero en cuanto a objetivos, los mexicanos son más ambiciosos y pretenden, desde ya, influir en la estructuración de la futura política de Estados Unidos hacia Iberoamérica. Inclusive el Ministro azteca de Relaciones Exteriores, señor Castañeda, recalcó el interés vital que tenía México en Centroamérica, advirtiendo que Estados Unidos no debe intervenir en el proceso de cambio que tiene lugar en la región.
Esto, sin duda, provoca una serie de interrogantes obvias. Cuáles son, ante todo, los objetivos que persigue México en Centroamérica, que puedan diferir de aquellos de interés para la nueva administración Reagan? Además. en qué considera necesario un vocero del mismo, externar una advertencia como la señalada?
Al hacerse eco de tales posturas, el New York Times inclusive recomienda a Reagan lo mismo, dando a entender que de su entrevista con López Portillo, podría Reagan sacar valiosas enseñanzas en lo que respecta a Latinoamérica y su futuro.
No se necesita escudriñar muy a fondo para descubrir los lineamientos principales de la política mexicana hacia el sur, pues ya toda una serie de actitudes y declaraciones los descubren. Recordemos que México, y al día siguiente de la visita que hiciera Fidel Castro a Yucatán, fue el primer país en romper relaciones con el gobierno de Anastasio Somoza, reconociendo a los insurgentes sandinistas coa mo los legítimos representantes del pueblo nicaragüense. Más tarde, México se apresuró a prestar apoyo político y, se afirma, material a ellos, el que ha continuado con todo entusiasmo desde la toma del poder por el sandinismo. Al visitar algunas semanas más tarde Managua, López Portillo declaró que la revolución nicaragüense era un modelo para América, caPor Enrique Altamirano paz de resolver sus problemas y llenar sus aspiraciones La actitud no ha variado absolutamente en nada desde entonces, pese a la creciente totalitarización de Nicaragua, a su virtual caída en el campo marxista, al descalabro económico que ha tenido lugar y a la pérdida paulatina de las libertades fundamentales del país. El mito del pluralismo se ha desvanecido hasta para los más ciegos y nadie dentro del actual gobierno nicaragüense toma en serio la posibilidad de establecer mecanismos democráticos en el país, o entregar el poder en el futuro a grupos opositores.
Pero en ningún momento debe este apoyo mexicano extrañarnos: a fin de cuentas, también en México y desde hace más de cuarenta años, solo existe un partido político en el poder, se profesa un culto que raya en lo religioso hacia la revolución. se mantiene el mito de la reforma agraria y se toma partido a favor de cuanta dictadura marxista surge en el globo. Si el gobierno de López Portillo no tiene empacho en apoyar una formula castrista en Centroamérica, pero al mismo tiempo continúa en su hostilidad hacia Chile, no será muy difícil para un hombre de la claridad ideológica de Ronald Reagan, sacar las adecuadas conclusiones.
Mal haríamos en discutir el derecho de México de tener intereses en los países hacia el sur de su territorio y en tratar de conciliar la política del nuevo gobierno de Estados Unidos a los mismos, pero es igualmente válido señalar que estos intereses mexicanos parecen ir a contrapelo de los guatemaltecos, salvadoreños, hondureños y costarricenses, pues ninguna de estas naciones, por pequeñas y desamparadas que parezcan, tendrían algo que ganar amoldándose o subyugándose a los lineamientos mexicanos. El mismo descalabro nicaragüense es ya y de por sí una lección, como también la constituyen las condiciones económicas y sociales internas de México.
Volvamos, como ejemplo, a la reforma agraria mexicana. Después de cincuenta años de revolución, sigue existiendo en el país un Instituto de Reforma Agraria y continúan los repartos de tierra, en un proceso que solo es de admirar por lo interminable. En cuanto a los beneficios que esos programas han llevado al agro, la más evidente prueba lo constituye el incontenible éxodo de los campos hacia las ciudades o países vecinos. El Distrito Federal está en proceso de convertirse en la mayor concentración humana sobre la tierra, en buena parte por el manifiesto fracaso de la reforma agraria en mejorar los niveles de vida campesinos, proceso que ellos reprueban votando con los pies. Es de mucho significado que México, con una sexta parte de la población de El Salvador por unidad de superficie, haya sido incapaz de ser autosuficiente en la producción de alimentos básicos, al contrario del pequeño país centroamericano donde solo hasta este año y con funestos resultados se realizó una fulminante reforma agraria.
El nuevo gobierno del presidente Reagan debe proceder, en sus relaciones hacia América Latina, con medidas y actitudes pragmáticas, pero sin apartarse de lo que es su filosofía básica, no solo en lo externo sino también en lo interno. El continente es rico en experiencias y testimonios sobre organización social, que incluyen desde el propio decepcionante caso mexicano, hasta la respuesta chilena a los desafíos del marxismo y el subdesarrollo. En esta inmensa región del mundo abundan los problemas aún en tiempos de paz, no digamos bajo la actual ofensiva militar de la subversión.
América no ha podido encontrar una fórmula válida para todos los países que la componen, que acabe con la corrupción endémica, logre el progreso material, fortalezca las formas democráticas de vida y permita a los diversos pueblos una sana medida de soberanía e independencia. ALA. Digo lo anterior porque creo que gran parte de nuestros problemas radican en haber perdido el sentido de lo concreto.
En las naciones industrializadas sus desarrollos científicos y tecnológicos surgieron de necesidades muy concretas de conocer, dominar y transformar la materia.
Sin embargo cuando esos conocimientos y esas teorías son transplantadas a culturas menos desarrolladas que no han experimentado la necesidad de las mismas, corremos el riesgo de desvincularnos de lo concreto con el consiguiente perjuicio.
Tenemos entonces absorción de conocimientos que carecen de referente real en nuestras necesidades, La transferencia meramente intelectual es tan estéril como la semilla que no se planta en condiciones adecuadas. Semilla y terreno apropiado forman la unidad necesaria para que surja la planta.
Creo que si en algo hemos demostrado incapacidad los costarricenses es en la forma en que hemos entendido el concepto de Transferencia de Tecnología. El gran culpable de esto es por supuesto nuestro sistema educativo, lo cual quiere decir que la epidemia está institucionalizada. En mi opinión uno de esos algos que se nos quedaron en el camino es la pérdida de referentes concretos ligados a la gran cantidad de teorías que hemos importado en las últimas décadas y que forman el abecé de la legión de burócratas que hoy copan nuestras instituciones, Cómo es que esas instituciones no han sido capaces de crear anticuerpos es tema para otra columna.
Enrique Altamirano es un joven periodista y director de El Diario de Hoy de San Salvador, El Salvador. Colabora para ALA, la Agencia Latinoamericana.
Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.

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