Guardar

12 LA REPUBLICA. Viernes 20 de febrero de 1981.
Jaraos y el LOBO 14 rir ро jos Ba ho de un da te: gu raya en lo pr ta tr qy сс ta ta te Har el al с e P a de que Este episodio tuvo por escenario me lobo gris, con las puntiagudas el monte Olimpo, en Grecia, y es orejas enhiestas y el hocico levantatan sorprendente que casi do hacia nosotros en actitud amenalo inverosimil. Tanto es así, que si zadora.
otra persona me lo hubiese narrado, La sorpresa me dejó como petrien lugar de ser yo el protagonista, ficado, incapaz de moverme aunque de seguro que no le hubiese dado la fiera nos hubiese atacado. Jorgos, crédito.
por su parte, sin decir palabra se Vivamente interesado por las lequedó mirando fijamente al animal yendas y narraciones que saben a tiempo que levantaba los brazos contar los pastores griegos, reco y los cruzaba sobre el pecho.
rrí los mandrai, o apriscos, en bus¿Qué pretendía con ello? Ignoca de algunas que me faltaban para rando en absoluto sus intenciones, completar mi antología.
y como al mismo tiempo carecíaTRE Alguien me dijo que en el Olim mos de toda arma que nos permitiepo vivía un pastor con notable fara defendernos, adopté la misma.
ma de narrador de cuentos lepostura que mi acompañante.
yendas, y dispuesto a conversar un El lobo pareció perder su envara El pastor alternaba su vida entre la choza y el pueblo.
rato con él decidí contratar los sermiento y nos miró con recelo, eledesconfiando de aquel movimiento cia la maleza. Al cabo de un movicios de un guía, pues la cabaña del vando su labio superior para descusospechoso. Dejé transcurrir otros mento le vimos descender por la pastor se hallaba oculta entre la salbrir los afilados colmillos. No cabe segundos de espera, con mis dedos pendiente, hacia el valle. De vez en vaje vegetación del monte. Tras alduda de que esperaba la oportunicrispados sobre la cajita. Finalmen cuando se detenía, husmeaba hacia gunas averiguaciones me recomendad para atacarnos, pero nuestra te empecé a sacarla, y por detrás nosotros y volvía a correr con su tídaron un muchacho de 13 años llainmovilidad le desconcertaba.
mado Jorgos, miembro de una antidel cuerpo de Jorgos la deslice bajo pico movimiento de patas que tanto Y, sin embargo, teníamos ante su hombro sin que el lobo recelara gua familia de pastores, y conocedistingue la marcha de estos animanada anormal.
dor al dedillo de todos los recoveles de sus congéneres, los perros.
cos del país.
Con un ligero movimiento del. Durante un buen rato permaneciAún hoy recuerdo todos los detabrazo, mi compañero tomó las ce mos inmóviles hasta convencernos rillas lles de aquella aventura, como si volvió a colocarse en la prilobo se había alejado defimitiva posición hubieran sucedido ayer mismo.
nitivamente y no cabía el temor de Nos pusimos en camino de ma.
La bestia, llevada por la curiosi que nos atacara por la espalda. Lue.
drugada, ascendiendo por onduladad ante aquellos extraños pero go proseguimos nuestro camino.
ciones y escarpaduras en dirección lentos movimientos nuestros, avanPregunté a Jorgos de dónde halas nevadas colinas del monte. De zó dos pasos hacia adelante, olfabía sacado aquel ardid para ahuyenvez en cuando encontrábamos un teando el suelo muy cerca de nuestar a los lobos, y él me respondió, mandrai, lugar de descanso para el tros pies.
como sin darle importancia: ganado, rodeado de una valla. En su Jorgos aprovechó este pequeño Desde pequeños lo empleamos interior se levantaba una choza de descuido de la fiera para abrir la para ahuyentar a los perros extrapiedras para albergar al pastor, y caja de cerillas y prepararla de una ños en el pueblo, y se me ha ocurriadosado a ella un cobertizo de tronforma especial. Sacó un fósforo y do que también en esta ocasión pocos y ramaje para cobijar al ganado puso otros cinco entre la caja y su dría surtir efecto con un lobo, y las cabras. Los animales pasaban tapadera, de manera que sobresalieY como si aquel incidente no me allí el invierno, y el pastor alternaba echó a correr hacia la maleza ran las cabezas escalonadamente, reciera ser comentado, apresuró el su vida entre la choza y el pueblo, nosotros a un enemigo peligroso. como si fueran los tubos de un órpaso hasta obligarme a emplear tomuchas veces a media jornada de Un lobo hambriento, separado de gano. Con sumo cuidado, sin excidas mis energias para seguirle.
camino, en el fondo del valle.
la manada, tiene siempre tendencia tar al animal que tenía enfrente, enEl aire parecía oscilar desde las a atacar; pero el de nuestro caso no cendió la cerilla que tenía en la maprofundidades de los torrentes, has había contado con la inmovilidad ta las cimas tostadas por el ardor del enemigo, y se encontraba con El chasquido y la pequeña luz en del sol, y producía una extraña sen que algo fallaba en sus planes instin lo alto aumentaron el desasosiego sación, como si vibrara el paisaje. tivos.
del lobo que empezó a dar muestras Nuestro camino se deslizaba sobre así transcurrieron unos minu de viva agitación, husmeando el aire una delgada capa de nieve helada y tos. Jorgos, sin volver la cabeza y y enarcando el labio superior hasta quebradiza, entre altos arbustos que apenas mover los labios, susurró: mostrar sus agudos colmillos.
impedían la visibilidad. Hora tras No te muevas. tras una pau Lo que sucedió después fue cosa hora, con rítmicos pasos, Jorgos sa. Llevas fósforos?
de breves segundos: Jorgos encen siguió andando encerrado en un Como él, y sin apartar la vista dió la más larga de las cinco cerillas, completo mutismo, y se me ocurrió de los ojos del lobo, le respondí a y tiró la caja bajo las narices del loque quizás temía que algún peligro firmativamente.
bo, que se la quedó mirando intridesconocido nos acechaba en la so. Sácalos del bolsillo sin hacer gado. En el preciso instante en que ledad de aquellas montañas.
ningún movimiento brusco, aunque iba a acercar el hocico a la pequeña De repente se detuvo tan brusca para ello necesites una hora.
llama, se inflamó la caja entera promente que casi di de bruces con él. La fiera me miró sorprendida duciendo una explosión apagada, y Seguí la dirección de su mirada, y a cuando lentamente fui introducien una llamarada mucho mayor surgió pocos pasos de distancia de noso do la mano en el bolsillo hasta tocar de improviso frente a su hocico.
tros descubrí una figura inmóvil so la caja de cerillas. En este preciso El animal dio un salto atrás, rebre la nieve. Se trataba de un enor instante el animal ladeó la cabeza, sopló con furia meche causouventud! Lasta Rica.
Teníamos ante nosotros un enemigo Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud a no,

    Notas

    Este documento no posee notas.