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LA REPUBLICA. Domingo 13 de junio de 1982 Comentario dominical Cristo, nuestro alimento Celebramos en este día la solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Cristo; es necesario que como creyentes profundicemos en el misterio de Cristo que hoy se nos ofrece como el único alimento para el creyente. El Cristo que se ha hecho uno con el hombre se ofrece para que esa unidad sea mucho más profunda.
Cuando, a través de la experiencia de la familia humana, que aumenta continuamente a ritmo acelerado, penetramos en el misterio de Jesucristo, comprendemos con mayor claridad que, en la base de todos estos caminos a lo largo de los cuales en conformidad con las sabias indicaciones del Pontífice Pablo VI debe proseguir la Iglesia de nuestro tiempo, hay un solo camino: es el camino experimentado desde hace siglos y es al mismo tiempo el camino del futuro. Cristo Señor ha indicado estos caminos sobre todo cuando como enseña el Concilio mediante la encarnación, el Hijo de Dios se ha unido en cierto modo a todo hombre. La Iglesia divisa por tanto su cometido fundamental en lograr que tal unión pueda realizarse y renovarse continuamente. La Iglesia desea servir a este único fin: que todo hombre pueda encontrar a Cristo, para que Cristo pueda recorrer con cada uno el camino de la vida, con la potencia de la verdad acerca del hombre y del mundo, contenida en el misterio de la Encarnación y de la Redención, y con la potencia del amor que irradia de ella. En el trasfondo de los procesos siempre crecientes en la historia, que en nuestra época parecen fructificar de manera particular en el ámbito de varios sitemas, concepciones ideológicas del mundo y regimenes, Jesuscristo se hace en cierto modo nuevamente presente, a pesar de todas sus aparentes ausencias, a pesar de todas las limitaciones de la presencia o de la actividad institucional de la Iglesia. Jesuscristo se hace presente con la potencia de la verdad y del amor, que se han manifestado en El como plenitud única e irrepetible, por más que su vida en la tierra fuese breve y más breve aún su actividad pública.
Jesuscristo es el camino principal de la Iglesia. El mismo es nuestro camino hacia la casa del Padre y es tam bién el camino hacia cada hom bre. En este camino que conduce de Cristo al hombre, en este camino por el que Cristo se une a todo hombre, la Iglesia no puede ser detenida por nadie. Esta es la exigencia del bien temporal y del bien eterno del hombre. La Iglesia, en consideración de Cristo y en razón del misterio que constituye la vida de la Iglesia misma, no puede permanecer insensible a todo lo que sirve al verdadero bien del hombre, como tampoco puede permanecer indiferente a lo que lo amenaza. El Concilio Vaticano II, en diversos pasajes de sus documentos, ha expresado esta solicitud fundamental de la Iglesia, a fin de que la vida en el mundo (sea) más conforme a la eminente dignidad del hombre. en todos sus aspectos, para hacerla cada vez más humana. Esta es la solicitud del mismo Cristo, el buen Pastor de todos los hombres. En nombre de tal solicitud, como leemos en del misterio de Redención por lo que es confiado a la solicutd de la Iglesia. Tal solicitud afecta al hombre en tero y está centrada sobre él de manera totalmente particular. El objeto de esta premura es el hombre en su única e irrepetible realidad humana, en la que permanece in tacta la imagen y semejanza con Dios mismo.
El Concilio indica esto precisamente, cuando, hablando de tal semejanza, recuerda que el hombre es en la tierra la única criatura que Dios ha querido por sí misma. El hombre tal como ha sido querido por Dios, tal como El lo ha elegido eternamente, llamado, destinado a la gracia y a la gloria, tal es precisamente cada hombre, el hombre más concreto. el más real. éste es el hombre, en toda la plenitud del misterio, del que se ha hecho participe en Jesucristo misterio del cual se hace partícipe cada uno de los cuatro mil millones de hombres vivientes en nuestro planeta, desde el momento en que es concebido en el seno de la Madre, Cristo Nuestro Señor, sacerdote eterno del orden de Melquisedec. que habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo en la última cena, en la noche en que era traicionado, para dejar a la Iglesia, su esposa amada, un sacrificio visible como lo exige la naturaleza de los hombres. que representase el sacrificio cruento que había de llevarse a efecto en la cruz, y para que su recuerdo permaneciese hasta el fin de los siglos y fuese aplicada su virtud salvadora a la remisión de nuestros pecados cotidianos. ofreció a Dios Padre su cuerpo y su sangre bajo las especies del pan y del vino, y las dio a los Apóstoles, entonces constituidos en sacerdotes del Nuevo Testamento, a fin de que bajo estas mismas especies lo recibiesen, mientras los ordenaba a ellos y a sus sucesores en el sacerdocio del ofrecerlo.
Fray Nelson Castillo Valle la Constitución pastoral del Concilio. la Iglesia que, por razón de su ministerio y de su competencia, de ninguna manera se confunde con la comunidad política y no está vinculada a ningún sistema político, es al mismo tiempo el signo y la salvaguardia del carácter trascendente de la persona humana.
Aquí se trata por tanto del hombre en toda su verdad, en su plena dimensión.
No se trata del hombre abstracto sino real, de hombre concreto. histórico.
Se trata de cada hombre, porque cada uno ha sido comprendido en el misterio de la Redención y con cada uno se ha unido Cristo, para siempre, por medio de este misterio. Todo hombre viene al mundo concebido en el seno materno naciendo de madre, y es precisamente por razón Los estudios históricos en Centroamérica Mario Flores Macal El desarrollo de los estudios e investigaciones históricas en Costa Rica se ha venido enriqueciendo en los últimos tiempos. Es suficiente con observar no sólo el número de estudiantes que se acercan año con año a la Ciencia de Caliope, sino el número de graduados universitarios cuyas tesis de grado no siempre quedan inéditas. Trabajos como los de Vladimir de la Cruz, sobre las luchas sociales de Costa Rica (1860 1830. o bien tesis de postgrado como la de Roberto Murillo sobre los Tinoco, ambas premiadas nacionalmente, hablan muy claro de lo que venimos diciendo. Recientemente se ha fundado el Centro de Investigaciones Históricas, a cargo del Dr. Carlos Meléndez Chaverri, que auspicia conferencias científicas de alto nivel en la Universidad de Costa Rica, destinadas a profesores y alumnos de Maestría en Historia. En ese mismo centro de investigación hemos conversado con catedráticos extranjeros que, a través de programas de intercambio, han llegado hacia aquí a fortalecer la docencia y realizar sus propias investigaciones. De ninguna manera puedo pasar por alto el hecho de singular importancia como la adquisición, por parte de la Universidad de Costa Rica, a través de su Escuela de Historia y Geografía, de un equipo de microfilm de documentos sobre el siglo XIX y primeras dos décadas del presente siglo y que tienen que ver con las relaciones entre Norteamérica y Costa Rica. Esto de por sí lo que nos está indicando es sencillamente que si deseamos hacer una investigación sobre esas relaciones y el contexto específico en que se produjeron, ya no necesitamos ir a los EE. UU. sino que aquí mismo, en el cuarto piso del antiguo edificio de Letras del campus de San Pedro, tenemos en cómodo horario la posibilidad de realizar una exhaustiva investigación, de las relaciones diplomáticas del país, con riqueza de información no sólo en inglés sino en idioma español, pues la mayoría de consules, em bajadores y agentes comerciales norteamericanos, no sólo eran bilingües, sino que en sus notas oficiales solían enviar recortes de periódicos, revistas y libros en lengua castellana.
son en El Salvador (sobre la matanza de 1932. o bien la de los esposos Melville sobre las condiciones de vida de los indígeneas en Guatemala, los archivos de esos dos países han sido puestos bajo cuarentena. sea que si deseamos hacer una investigación sobre un tema colonial, los archivos de esos países están abiertos, pero si nos queremos adentrar a un tema del siglo XX que de alguna manera pueda cuestionar el sacrosante establishment oligárquico y castrense, entonces ese asunto como diría Sancho es mejor no meneallo. y es de allí que las disciplinas de investigación histórica sobre temas contemporáneos en la mayor parte de la región se han visto paralizadas.
Esto es lamentable pues un científico no debe tener carreras en su actividad de búsqueda de fuentes para cumplir con su responsabilidad de describir e interpretar los fenómenos del pasado mediato e inmediato. Temer la verdad, ya sea del pasado remoto contemporáneo, no es otra cosa que un síntoma de la barbarie cultural y de los extremos de absoluta decrepitud intelectual en que algunas de nuestras élites se ven colocadas para defenderse del avance irreversible de los tiempos.
Contrasta esta posibilidad de un trabajo científico de archivos y de microfilm, en condiciones por demás tranquilas y sin stress. con el panorama que se vive en estos momentos en los hermanos países de la región. Después de investigaciones históricas como la de AnderJuan Rafael Chacón Lic. Luis Fernando Moya Mata en la falta de hijos, porque no los tuvieron, significó para él su gran punto de apoyo. Nunca supe si pudo superar totalmente ese dolor, porque Chacon siempre fue reservado en sus propios sentimientos.
El tiempo pasa con la rapidez de un rayo. El maestro se fue envejeciendo vertiginosamente; sus ojos cansados y llenos de trabajo y de maltrato por los pedacitos de materia que quizás le fueron minando, se apagaron paulatinamente hasta dejarlo en medio de la penumbra y relegado a crear sus bellas figuras solamente en su imaginación excelsa.
La muerte del escultor nacional Juan Rafael Chacón cierra un capítulo importa. te en la vida de Heredia. Fue uno de esos hombres extraordinarios, sencillos de alma y grandes de espíritu. La bondad reflejada siempre en sus ojos que, de todas maneras, junto con sus manos y su voluntad, concibieron las bellas imágenes que tomaron forma en la piedra y en la madeга.
Lo recuerdo con especial cariño, porque nací y crecí en el mismo barrio en que tuvo su morada y taller el artista.
Cuando iba o venía de la escuela, observaba con curiosidad la enorme roca que estaba a la orilla de la acera de la casa del maestro. si no, un gran pedazo de madera que se había conseguido Chacón para modelar en él su espíritu indómito y a la vez tierno, capaz de conducir su férrea mano con la suavidad con que un violinista interpreta una tibia armonía.
Todavia queda grabado en mi memoria el sonido armónico, pausado, paciente y diria, también, musical, del cincel horadando la piedra, arrancando los pedazos que iban sobrando, mientras en la masa pétrea se iba formando, como por obra de un encanto, la figura preconcebida en la mente del escultor. Cuántos pedazos de esa piedra se fueron incrustando, insensiblemente, dentro de los ojos del maestro, hasta llegar a cegarlo para el resto de su vida!
Chacón fue grande porque su corazón también lo fue. No hubo egoísmo jamás en su pensamiento. Se dio a los demás, cultivó en el ánimo de los jóvenes la inquietud por su arte y, además, les enseñó los secretos de su actividad sin reservas de ninguna naturaleza. Estimuló a quienes se perfilaban como escultores y nunca criticó ni censuró a los que cometieron errores o admitieron sus incapacidades. Su taller fue para mí como un pequeño mundo de figuras, de cinceles, de piedras dispersas y pedazos de madera en la sala y el zaguán. Por todo lado se sen una sensación de vida, de movimiento, de paz.
Incansable el maestro, con su pelo blanco y revuelto, rebelde, peinado solamente cuando sus gruesos dedos incursionaban entre los cabellos enredados, inalterablemente trabajando. Al pie de la estatua, sin perderle la mirada ni apartarle su mano, la que a veces le pasaba, con delicadeza sobre los bordes de la figura como acariciando su esbeltez y su tersura.
También recuerdo al maestro cuando llegaba, a la hora del café, a dialogar con mis padres en la pequeña tiendita de la esquina. Me gustaba estar por allí cuando llegaba Chacón, y le oía hablar de su viaje realizado a Europa, de sus sueños, de sus aventuras y de sus planes. No me puedo olvidar del sufrimiento cuando falleció su esposa, la compañera de su vida, la que, En la muerte le llega al escultor Chacon su merecido descanso. La vida de trabajo, de creación, ha llegado a su fin.
Queda en la historia de Heredia como lo que fue. Un hombre pleno y de grandes dimensiones. De esos que no acaban con el fallecimiento, sino que permanecen para siempre. De él se puede decir, que gracias a la atención de sus compatriotas, recibió en vida el homenaje que le hizo disfrutar momentos preciosos y emotivos.
No se quedó en el vacío, en la indiferencia, como casi siempre suele ocurrir. esto, en medio de la tristeza de su desaparición, al menos es un consuelo.
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