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A 8VA REPUBLICA: Domingo 23 de novembre de 1984 Doctrina social de la Iglesia Teso baíses Los campesinos span e sue puls: 10, 56 NTES de exponer, de modo metódico y suficientemente amplio, la doctrina social de la Iglesia, estamos refiriéndonos, siquiera sea brevemente, a la situación del hombre latinoamericano.
Vamos a ver cuál es actualmente la vida del campesino en su relación con la vida en la ciudad. Ocurre, en general, esto: el campesino, y más aún el indígena, indefenso económicamente, se ve obligado a vender inmediatamente los productos de cada cosecha a intermediarios a precios muy bajos; a los mismos intermediarios, además, a los que ha solicitado préstamos sometidos a altos intereses que agobian al campesino antes de que se le ofrezca, con una relativa seguridad, el logro de su cosecha. Los préstamos a tasas usurarias, por una parte, y por otra los bajos precios a que han de entregar sus productos convierte a los campesinos en trabajadores al servicio del sector urbano al que se le entrega un capital que aprovecha a la gente de la ciudad mientras en el campo se vive en el atraso, se vive malamente.
Para peor, el campesino puede hallarse en condición de asalariado; lo puede estar en un latifundio, en la gran agricultura industrial de alta producción o en un latifundio de carácter semifeudal. Mientras el campesino asalariado se mata trabajando, mal pagado, sin esperanzas de salir de su marginación y pobreza, los dueños de las tierras se dan la gran vida en la capital o en el extranjero.
En numerosos países latinoamericanos cuirs sunto Claro que no se nos oculta el grave problema que afronta una familia generalmente numerosa que no cuenta más que con un pequeño pedazo de tierra, incapaz de producir para una suficiente subsistencia y menos aún para vender un poco.
El campo, y más si es un pequeño trozo de tierra, no da para todo, y sus propietarios, que han de comprar otros productos, se ven obligados a vender los suyos a precios redículos.
Por otra parte, el reparto de tierra en una reforma agraria, no del todo bien planeada y ejecutada, conlleva no pocos riesgos si no se cuenta con un servicio cooperativo de crédito, con asistencia técnica o cuando no se prohíbe la venta de las par celas a terceros que no las trabajarían directamente; todo ello es una muy grave tentación de que los nuevos propietarios, faltos de recursos, se vean obligados a vender sus tierras a los grandes latifun.
distas.
Hay más; de los numerosos niños que nacen en el minifundio, sólo una tendrá posibilidades de sobrevivir en la pobreza del campo.
Los demás habrán de arreglarse como puedan, acogidos a la difícil vida que les brinde una ciudad sobrecargada de habitantes que se hacinan en sus oscuros e inhospitos suburbios.
Los campesinos que trabajan en los grandes latifundios se equiparan a los asalariados de la ciudad, aunque peor remunerados que ellos muchas veces. Si los latifundios son de carácter semifeudal, viven sin tierra ni casa, a merced de la voluntad de sus amos, los grandes terratenientes o sus gerentes.
El Magisterio de la Iglesia sobre el campesinado es enormemente rico. Para cerrar estas líneas he aquí algunas de las cosas dichas por Juan Pablo Il a los campesinos en Panamá: Sé de las condiciones de miseria para muchos de vosotros, con frecuencia inferiores a las exigencias básicas de la vida humana. Sé que sois conscientes de la inferioridad de vuestras condiciones sociales y que estáis impacientes por alcanzar una distribución más justa de los bienes y un mejor reconocimiento de la importancia que merecéis y del puesto que os compete en una nueva sociedad más participativa.
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se ha procedido a expropiaciones anárquicas y sangrientas o a reformas agrarias legales en contra de las oligarquías agrícolas tradicionales. Simultáneamente ha ocurrido también al menos en algunas naciones, lo contrario, es decir, el despojo de la tenencia de pequeñas parcelas, base del sustento de no pocas familias campesinas y base de su seguridad como personas.
genuos se han sigual valios ventana. refiriéndose a las intrigas y presiones de que era objeto para no respetar la voluntad popular. Cube utarán ite del El arranque de la democracia costarricense pitalisIpe fd.
za a la ró que lo mis Decula ue fue nanzas. 1971 bbarlo OMUNMENTE se oye hablar en las aulas de los colegios o en las universitarias, sobre los hechos bélicos de 1948 como fecha primaria con relación a la defensa del voto y de las garantías electorales en nuestro país. Tal concepción histórica, sin desde cirley negarle sus méritos propios ubicados dentro de las circunstancias también propias de ese momento, es a mi juicio equivocada, por cuanto muchos años atrás ilustres políticos de antaño, y miles de ciudadanos, fueron protagonistas de sucesos que verdaderamente marcaron con gran espíritu cívico y político, el arranque de nuestra democracia electoral.
Para octubre de 1889, dos partidos políticos luchaban por alcanzar el poder y suceder así al entonces Presidente de la República, Lic. Bernardo Soto Alfaro; ellos eran el Partido Liberal Progresista postulando a la primera magistratura al Lic. Ascensión Esquivel, y el Partico Constitucionalista, pretendiéndolo con el Lic. José Joaquín Rodríguez, ambos candidatos sumamente conocidos en la faena pública. Los primeros eran conocidos durante la campaña electoral como los Esquivelistas y los segundos consecuentemente, como los Rodriguistas.
El proceso electoral se había venido desarrollando dentro de una serie de factores políticos y hasta sicológicos que a la postre habían generado roces y recelos entre ambos bandos, sumado esto al enorme entusiasmo que los partidarios habían venido demostrando a lo largo de los pocos meses de la campaña. La preocupación fundamental provenía de los constitucionalistas, que veían con recelo el resultado final del proceso electoral que en aquel entonces consistía en elecciones de primer grado para elegir electores, quienes posteriormente, harian la designación de Presidente, designados y representantes populares o diputados. Don Bernardo en varias oportunidades había manifestado expresamente, su firme decisión de respetar y hacer cumplir la libertad del sufragio popular, y había prometido mantener una actitud imparcial y concordante con su alta investidura. En ese sentido se habían girado instrucciones a los jefes de los diferentes cuarteles. Asimismo el general Apolinar de Jesús Soto, padre de don Bernardo y designado a la Para el día siete, la efimera calma de la mañana fue interrumpida por algunos pelotones de policias que haciendo caso omiso a órdenes superiores emanadas de la Casa Presidencial, marcharon por algunas calles josefinas vitoreando a don Lic. Rolando Soto Ascensión e insultando a don José Joaquín. Ya para el mediodía la movilización de ciudadanos y militares en los alrePresidencia, quien tenía amplios conoci rios de las dos agrupaciones no se hicieron dedores de la capital superaba a diez mil mientos en las artes militares, dio amplio esperar, lo que motivo declaraciones de personas que no hay duda se preparaban apoyo al Presidente para tales fines.
ambos candidatos, don José Joaquin y para dar una lucha fratricida que traer ia Sin embargo, al irse acercando el día don Ascensión, pidiendo cordura y sosiegraves consecuencias. Don Bernardo se de las elecciones el de noviembre, los go a la ciudadanía; ante esta situación reúne nuevamente con don Ricardo ánimos se fueron agriando y las pasiones don Bernardo procedió a dictar órdenes Jiménez y algunos de los miembros de la acentuando, con el agravante de que los estrictas para los oficiales en los cuarteles comisión antes citada y luego del análisis del Partido Liberal, por ser el partido en y demás funcionarios públicos, siendo de la situación que en el fondo signifiel poder y por tener vinculos y más fácil acata das en unos casos pero no en otros, caría el desconocimiento de la soberania acceso a los funcionarios públicos, inclupopular, manifiesta su voluntad de respayendo a los encargados de cuarteles, Esto se debía a que los liberales progresis tar el sufragio, el orden constitucional y comenzaron a hacer manifiesta ostentatas sobre todo sus principales cabeci evitar el derramamiento de sangre: Yo ción de su segura victoria electoral. El llás. mantenían con vehemencia su puedo dominar la situación y restablecer dos de noviembre el presidente Soto hace triunfo el cual no estaban dispuestos a el orden en unas pocas horas. Dispongo un nuevo manifiesto público, en el cual variar por ninguna razón. Se comenzó a de sobrados elementos para ello. Pero vuelve a ratificar su inquebrantable hablar incluso de dar un golpe de Estado como ese proceder tendría necesariamendecisión de respetar la voluntad popular en contra del poder constituido, cosa que te que producir derramamiento de sangre y de hacer respetar el orden y la segurimotivó que don Rafael Iglesias en ese entre hermanos, prefiero resignar el mandad nacionales: Deseo que de esta vez entonces muy joven y miembro del Partido antes que mancharme con la sangre de los costarricenses den una alta nota de do Constitucionalista, diera la voz de alermis conciudadanos. Ese dia de nocultura civica para honor y prestigio de ta a la jefatura de su agrupación, asi como viembre, al ser las nueve de la noche, don la Nación. rezaba parte del manifiesto.
a amigos cercanos a don Bernardo. El día Bernardo le encargó a don Mauro Fernánseis en medio de disturbios y de concenEn las horas de la tarde de ese día de dez, secretario de Estado, que redactara traciones de ambos bandos en diversas votación, varios miembros de la fuerza el decreto, que llamaba al poder al tercer partes de la ciudad capital y del país, una pública que patrullaban las calles y que designado a la Presidencia, doctor don comisión de rodriguistas encabezada por Carlos Durán, quien fue instruido de sus sin tapujos, hacían ostentación de su don Ricardo Jiménez Oreamuno, entre delicadas funciones. Como primera acfiliación esquivelista pretendieron despelos que figuraban don Rafael Yglesias, jar las vías públicas lo que motivó la ira ción, el Dr. Durán designó como Ministro Francisco Carazo, José Maria Zeledón, de los rodriguistas; unos como los otros General a don Ricardo Jiménez, encarVictor Fernández, Zenón Castro y Franya andaban celebrando el triunfo. Para gando de los asuntos de guerra y milicia a cisco Montealegre, fue recibida por el el de noviembre segundo dia de las elecdon Ronulfo Soto y don Victor Guardia presidente Soto; don Ricardo en nombre Gutiérrez, ciones, la situación se tornó más grave al La noticia fue rápidamente del grupo, le indicó al Presidente sobre los hacer ostentación los esquivelistas de su difundida y una vez asimilada y respalconflictos que se estaban gestando y le control de las juntas electorales y de su dada por los jefes esquivelistas permitió el pidio dar las garantías del sufragio, ya que información de primera mano del conteretorno de la calma en las ciudades y en esos momentos era palpable, la mayonido de las urnas, privilegios de los que no villas, así como el respeto a la libertad del ria alcanzada en las urnas por los constigozaban los constitucionalistas. esto sufragio y las garantías electorales. Seis tucionalistas. El jefe del Estado ratificó debe sumárse le algunos desmanes efecmeses más tarde, el Partido Constitucionuevamente su decisión de no permitir nalista asumía el poder, logrado mediante tuados por los oficialistas en algunas locala burla electoral y el fraude. Simultánea los votos en las urnas, defendido por los lidades del país como en San Mateo y mente los esquivelistas celebran una principales políticos de la época y garanPacaca.
reunión de jefes de campaña en la que tizado bajo promesa formal hasta el final Durante las horas siguientes, los endon Ascensión reiteró su firme voluntad de los acontecimientos, por el presidente ufrenata majentas ifadeler Patienten taludos partida del Sistema Nacional de Bibliotecas de linisterio de Cultura y uventud, Costa Rica.
de entrar a la por Soto.
lo Este docu

    DemocracyJosé María ZeledónPresidentes de Costa RicaRicardo Jiménez Oreamuno
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