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10 LA SEPUBLICA. Jueves 20 de diciembre de 1984 EDITORIAL PENTAGRAMA Los diarios lo anunciaron tiempo atrás, comentando en diferentes tonos la iniciativa, ya que es decididamente inusual: jueces verdaderos procesarán al lobo de Caperucita Roja, imputado inexistente, aunque real en la imaginación de millones de lectores infantiles del mundo entero.
Soya, divisas y bancos El proceso se concretará por iniciativa de un grupo de jueces y abogados venecianos, entusiasmados por un abogado penalista, apasionado estudioso de la antropología y la etnología.
La cuestión podría simplemente ser curiosa, una idea divertida sin más significación que la originalidad pero, en realidad, la iniciativa tiene un preciso contenido cultural.
Según parece, la historia de Caperucita Roja tiene antecedentes en antiguos papiros egipcios u sagas nórdicas, en tradiciones orales de la India y, hacia atrás, en otros materiales hasta confundirse con los orígenes mismos de la humanidad.
En síntesis, se trata de un relato de profundas connotaciones psicoanalíticas que ilustran recónditos mitos y temores de la raza humana, más o menos iguales a través del tiempo y la geografía.
a El relato original, al parecer, se vincula con ritos de iniciación.
Durante siglos, la historia estaba destinada a un público adulto, hasta que el francés Charles Perrault la adaptó reescribiéndola en forma de fábula para niños.
El país importa anualmente unos trece millones de dólares en frijol de soya, una muy importante fuente de proteínas que se compra en el extranjero como materia prima para alimentos humanos y animales.
Hace unos cinco años, bajo la dirección de expertos facilitados por Taiwán, se iniciaron en Guanacaste y en Puntarenas experiencias en el cultivo de soya. Esas experiencias se fueron ensanchando a medida que surgieron los magníficos resultados que en ellas se obtuvieron. Hoy se puede decir que tenemos una tecnología adecuada para el cultivo de la soya.
El año pasado, con ocasión de la limitación que se impuso al área cultivada de arroz, se señaló que la soya sería un excelente cultivo sustitutivo de aquel grano, y se impulsó firme mente la siembra de soya en el Pacífico seco, fundamentalmente. Como parte de la política de estímulo a la producción de frijol de soya, los bancos abrieron líneas de crédito atractivas que indujeron a varios agricultores a sembrar varios miles de hectáreas del artículo que hemos venido importando. Los bancos financiaron la preparación de los terrenos y algunas labores del cultivo, pero en el momento de la cosecha, ya cu ajado el grano y listo para la recolección, los bancos cerraron el crédito para la soya, afirmaron que se habían agotado los topes, y dejaron de financiar la última etapa de una actividad que puede ahorrar al país parte de la inversión de los trece millones de dólares anuales que invierte en la importación de soya. Esta es la queja de los agricultores que se sienten burlados.
Cabe señalar, por otra parte, la incongruencia de haber impulsado la producción de soya, pero no el establecimiento de una planta in dustrial procesadora de ese artículo. En círculos agrícolas involucrados en esa actividad, se asegura que existen fuertes intereses, que incluyen a altos funcionarios públicos, opuestos al establecimiento de una planta procesadora de soya, intereses que se afirma son los responsables de que se estimule la producción del grano pero no la planta industrial para procesarlo.
Da la impresión de que hay mucha charlatanería en los programas de producción que se inician, y eso no es tolerable.
Frente a la verdad de que no se han locali zado mercados capaces de consumir nuestra producción agrícola, fundamentalmente por los altos costos de producción que tenemos debido en gran parte a los tremendos impuestos que pesan sobre la producción, lo menos que se puede hacer es impulsar seriamente la producción y el debido aprovechamiento de bienes que sustituyan las importaciones que hacemos, como un medio de mejorar la situación de la balanza de pagos. El caso de la soya es típico.
Lo grave de la política productiva general, es que lo que ocurre con la soya es lo mismo que ha pasado con el arroz y con la carne, artículo este último con el que hemos perdido una jugosa fuente productora de divisas.
Si el interés nacional no se impone al particular, si los bancos no establecen y aplican políticas sensatas de crédito, si la voracidad fiscal coloca a la producción nacional cada vez más lejos de los márgenes competitivos en los mercados mundiales de consumo, si la demagogia no cede el campo a la técnica, la verdad es que no existe absolutamente ninguna posibilidad de reactivación económica, y el colapso nacional se hará inevitable.
Así, la figura de caperucita y el lobo, son elementos fuertemente simbólicos que, a través del tiempo, representaron concretos elementos sociales de cultura y civilizaciones distintas pero de igual contenido.
En el gótico, los asesinos eran llamados lobos y los especialistas que se reunirán en Venecia para juzgar al peligroso enemigo de Caperucita señalan que la raiz primitiva del relato de be basarse en un verdadero homicidio.
El proceso será así un juzgamiento cultural, además de estrictamente penal y convocará en Venecia a numerosos grupos de especialistas en distintas disciplinas.
Las actas del proceso serán editadas y servirán para desarrollar estudios de las más diversas disciplinas sobre pautas sociológicas comunes a toda la humanidad.
Después de siglos, innumerables miedos infantiles e incontables versiones, el lobo y Caperucita ofrecen un último servicio a la cultura, poniéndose a disposición de la justicia para un proceso original de particular interés científico. SUBIRA MA LA LUZ PAPI?
La República when you 1953 PRENSA GRAFICA Publicado por Editorial La Razón Director Vicepresidente: Vicepresidente Ejecutivo: Lic. Joaquín Vargas Gené Eugenio Pignataro Pacheco ¿POR QUÉ CREES QUE ESTOY SUBIENDO LA LUZ?
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