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Domingo 15 de enero de 1995. VENTANA 5C Portada ta en el escenario por primera vez, con toda la orquesta. Me deleito tanto en el proceso de perfeccionar mis interpretaciones que comienzo cuando me he metido el papel bajo la piel. Si se es un artista serio, para el que su profesión es más que una carrera, uno ansía esta clase de madurez, aprendida por uno mismo.
Así ha sido para José Carreras durante sus años con la ópera, incluso en los que la leucemia lo obligó a alejarse de los escenarios, de 1975 a 1988, en otra batalla que supo vencer y que dio una nueva dimensión a su personalidad, más humana, más allá de la del heroico tenor que conquistaba con su voz.
Una vida en cifras Carreras debutó en Barcelona en 1970 y poco después ganó la Verdi Voice Competition, en Italia.
Su primera presentación en Inglaterra fue en 1971 en una versión de concierto de Maria Stuarda. de Gaetano Donizetti.
En 1972 debutó en Estados Unidos (en el New York City Opera) como Pinkerton, en Madama Butterfly. de Giacomo Puccini.
En 1990, Carreras se unió a sus colegas Plácido Domingo y Luciano Pavarotti (en los extremos) y al director Zubin Mehta para un megaconcierto en las Termas de Caracalla, en Roma. Fue uno de los eventos musicales más aplaudidos en el mundo.
Tras su debut en el Covent Garden, en 1974 fue contratado para hacer de Nemorino en elisir amore. de Donizetti.
Grandes momentos También en 1974 debutó en el Metropolitan Opera House de Nueva York como Mario Cavaradossi, en Tosca. de Puccini.
Un año después hizo un sensacional debut en La Scala, de Milán, con Un ballo in maschera. de Giuseppe Verdi.
En febrero de 1982, durante una función de concierto de Tosca. dirigida por Herbert von Karajan, Carreras asegura haber pasado la noche en trance, al punto de no poder recordar nada de su propio canto. Desde el punto de vista humano, dice, su personaje (Cavaradossi) no cambia y no es bastante complejo, una especie de James Bond capaz de soportar la tortura y cantar extravagancias en el momento menos oportuno.
Esto lo llevó, en 1976, a una gira por Washington, como Rodolfo, de La Boheme. de Puccini.
Ese mismo año se presentó en el Festival de Salzburgo como Don Carlos, de la ópera homónima de Verdi.
Uno de los papeles que parece haberlo derrotado es Radamés, en Aida. que en algunas partes excede sus capacidades vocales. Aún así lo cantó en 1979 bajo Von Karajan, que quería un enfoque más lírico del personaje y lo ayudó reduciendo la orquesta de modo que a Carreras no le costara trabajo hacerse oír.
En 1979 y 1980 regresó a Salzburgo con papeles más dramáticos, como Radamés, en Aida. de Verdi.
En 1980 actuó por primera vez como Werther, en la obra del mismo nombre de Jules Massenet.
El primer papel wagneriano que le gustaría cantar es Lohengrin. una cosa realmente estrafalaria que me encantaría más allá de todo sería algún día cantar Siegmund (de Die Walküre. Solo para sentir la alegría de cantar el primer acto yo mismo valdría la pena correr el riesgo de perder la voz!
Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.

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