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Jueves de agosto, 1996 LIGA CAMPEON 95 96 LA REPUBLICA De locura!
Harold Wallace, Froylán Ledezma y Wilmer López celebran con el rey del gol, Ronald Gómez, el tanto manudo anoche en la final.
LUIS ROJAS GOMEZ La República Valdeir Vieira celebró a más no poder un titulo por el que trabajo durante más de 600 días. La corona bien merecia este paseo en hombros.
LAJUELA. Apenas Ramón Luis Méndez pidió la pelota y pitó el final, con más de cinco minutos de reposición y ante una afición eufórica desy bordada en entusiasmo, los jugadores y miembros del cuerpo técnico del nuevo campeón corrieron al centro del campo para fundirse en un abrazo interminable.
Valdeir Vieira no podía contener la alegría, prefería no dar declaraciones y abrazar a sus amigos, compañeros, jugadores y aficionados, y disfrutar ese añorado momento, Mientras tanto, en otro sector de la cancha, Harold Wallace no podía contenerse más y se soltó a llorar de emoción.
Mauricio Montero recapacitaba y pedía perdón a los cartagineses, si es que los había ofendido semana y media atrás, luego de la victoria manuda en el Fello Meza, 1.
Por el mismo motivo, un poco más allá, Víctor Badilla le pedía disculpas a Humberto Brenes.
La afición gritaba. Liga, Liga, Liga. sin olvidarse de su archienemigo y ahora excampeón, Deportivo Saprissa, al que saludaban irónicamente. Saprissa llora, llora, llora.
Vieira también recibía el saludo de la tribuna con un grito al unísono: Badú, Badú, Badú. el seleccionador correspondía al público con visitas al frente de las tres graderías, antes de ser alzado en hombros.
Al ritmo de la ola. el público esperó la premiación. Subieron los cartagineses, por sus medallas de plata y el trofeo de subcampeones, para retirarse ovacionados con estruendosos aplauSOS.
Mientras tanto, los alajuelenses viajaron al vestuario y retornaron a la premiación luciendo una camiseta especial, en la que destacaba la leyenda CAMPEONES. antes de hacer coro con el público y gozar a ritmo de ranchera. Pero sigo siendo el rey.
Subió Badú, le siguió todo el equipo, y cerró Mauricio Montero.
Ovación, aplausos, alegría, felicidad, oro, trofeo, vuelta olímpica, fiesta en rojo y negro.
El día llegó y Alajuelense no quería terminar de celebrar.
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