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El Mundial 2002 confirmó la recuperación de la estrella brasileña Ronaldo, quien, junto a cuatro figuras un tanto desconocidas, brilla en el torneo.
Ronaldo, a sus 26 años, parece haber recuperado la capacidad que lo ubicó como uno de los más grandes jugadores en la historia del fútbol.
Ronaldo Luiz Nazario, quien salió a oscuras del Mundial de Francia 98, recuperó en la actual Copa del Mundo el prestigio y la confianza que lo acompañan desde los inicios de su carrera y regresó de nuevo a ocupar un sitio privilegiado entre las estrellas del fútbol internacional.
El juego desplegado y los cinco goles -en la primera y segunda fase de Corea del Sur y Japón 2002- confirman que el imprevisible delantero de la selección brasileña y del Inter de Milán, goza de las mejores condiciones físicas y técnicas y que, para disfrute de los amantes del fútbol, su carrera apenas empieza su etapa de madurez.
Al destacado rendimiento del astro brasileño se unen el alemán Miroslav Klose; el español Iker Casillas; el estadounidense Brad Friedeld y el senegalés El Hadji Diouf.
Ellos conforman el grupo de jugadores que más destacaron en las primeras dos rondas del Mundial 2002, marcado por el adiós prematuro de las principales figuras.
Futbolistas de la calidad de Gabriel Omar Batistuta, Hernán Crespo, Ariel Ortega, Sebastián Verón (Argentina), Francesco Totti, Cristian Veri, Paolo Maldini (Italia), Roque Santacruz (Uruguay), Luis Figo, Rui Costa (Portugal) y Davor Suker (Croacia) debieron regresar antes de lo previsto a sus países.
La partida de las principales estrellas del certamen abrió espacios para que otros jugadores saltasen al primer plano.
Con excepción de Ronaldo, declarado en 1996 y 9997 el mejor futbolista del mundo por la Federación Internacional de Fútbol Asociado (FIFA), las hasta ahora figuras estelares del Mundial eran ilustres desconocidos o iban camino a su consolidación.
RESURECCIÓN
Con los cinco goles marcados en la primera y segunda ronda, Ronaldo retornó a la escena del balompié como en sus mejores días: con su excepcional «olfato» de gol y con sus demoledores «piques».
El muchacho de Bello Horizonte, Río de Janeiro, que acostumbra a efectuar esos cambios de ritmo imprevistos y coronar esas jugadas como los verdaderos «genios», parece plenamente recuperado de las dolencias que le afectaron, los últimos cuatro años, sus rodillas.
Ronaldo se convirtió, antes del comienzo de Corea del Sur y Japón 2002, en la gran incógnita del equipo «auriverde», que se dio el lujo de dejar en casa a Romario, el delantero activo con más tantos en Brasil.
La sombra de Francia 98, en cuyo último episodio Ronaldo salió en las penumbras, tras una final en la que Brasil cayó 3-0 contra los anfitriones, empieza a alejarse de su horizonte.
Un jugador en la cancha jamás debe dudar de su capacidad, recordaba el legendario entrenador argentino César Luis Menotti y a Ronaldo se le observa seguro en sus acciones.
A su mejor estilo, Ronaldo enfrenta, define e incluso aporta en el esquema defensivo, defendido por el técnico Luis Felipe Scolari.
Rivaldo, su compañero en el ataque brasileño, y con cuatro goles, podría aumentar su protagonismo en el equipo «auriverde», pero por el momento los mayores reconocimientos son para Ronaldo.
GOLEADOR PARA EL FUTURO
Cinco goles de cabeza le bastaron a Miroslav Klose para que los periodistas deportivos revisaran los expedientes de la selección teutona y confirmaran que él pudo haber jugado el Mundial con Polonia o Alemania.
Hijo de inmigrantes polacos, Klose vive en Alemania desde sus 11 años, por lo cual decidió participar en Corea del Sur y Japón 2002 con los alemanes, mientras Polonia se iba a casa tras una desteñida presentación en la primera fase, en la que careció de un definidor como él.
El delantero del Kaiserslautern, de 24 años y 1.82 de estatura, solo había realizado 12 encuentros con la selección alemana antes del Mundial 2002, los cuales fueron suficientes para que el técnico Rudi Voller se percatara de que tenía a un hombre capaz de conseguir lo más preciado en el fútbol: los goles.
El caso de El Hajdi Diouf, delantero de Senegal, es distinto al de Klose, puesto que ha brillado en el Mundial gracias a su juego explosivo, a su facilidad para el regate y por su «irreverencia» para enfrentar a los zagueros rivales y no por su gran cuota goleadora.
Como un fiel retrato del balompié africano, caracterizado por la conjugación de técnica y velocidad, Diouf desestabiliza las defensas con sus diagonales, lo que complementa con su buen remate a marco.
El jugador del Lens de Francia, de 21 años, es ya una promesa del balompié mundial y es probable que pronto pase a formar parte de un club europeo de primera línea.
ACIERTO EN EL ARCO
El Mundial también ha sido propicio para que Iker Casillas, España, y Brad Friedel, Estados Unidos, se consolidaran como dos de los mejores guardametas del torneo.
Casillas, quien saltó a la titularidad española debido a la lesión de Santiago Cañizares, fue el mejor jugador de España ante Irlanda, equipo al que le detuvo tres penales.
Apenas a sus 21 años, Casillas ha ganado en dos oportunidades la Copa de Campeones de Europa con el Real Madrid, por lo que su desempeño ya no sorprende a nadie, pero sí reafirma su capacidad en el arco.
Entre tanto, Friedel, del Blackburn Rovers de Inglaterra, se constituyó, desde el primer minuto, en el jugador más importante del equipo estadounidense, que en el buen entender de los especialistas llegó demasiado largo al alcanzar -al cierre de esta edición- los cuartos de final.
El guardameta estadounidense, de 1,93 de estatura, juega con propiedad en el área chica, terreno de porteros, y a pesar de su altura se defiende en los remates rasos.
En un Mundial marcado, en su primera y segunda fase, por las sorpresas y el fútbol discreto, tres delanteros y dos arqueros acumulan los mayores aplausos del torneo.
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