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Entre el futuro prometedor o el aprendido
Las estudiantes consideran que van a poder responder paralelamente a los roles de madre, esposa, ama de casa y profesional.
Afirmaciones tales como: «Me gustaría casarme, bueno si me toca me toca, ya llegará mi príncipe azul», «Me veo… me veo teniendo hijos, casada, trabajando, me veo bien…estando estable económicamente», y «Me gustaría tener una familia, los hijos…», muestran las aspiraciones, culturalmente aprendidas, de estas adolescentes.
Las jóvenes, a su vez, son críticas de ese «deber ser» impuesto socialmente, que ellas reproducen y han incorporado a su vida cotidiana.
Con el objetivo de analizar cómo conciben y qué importancia le dan al cuerpo femenino las adolescentes, y conocer cómo han sido incorporadas esas percepciones sobre el cuerpo femenino en la elaboración de la identidad, las educadoras Laura Mora, Gabriela Muñoz y Cecilia Villarreal, de la Facultad de Educación de la Universidad de Costa Rica, llevaron a cabo la investigación con un grupo de 15 mujeres adolescentes, de 17 años de edad, estudiantes del Liceo Monseñor Rubén Odio Herrera, de la provincia de San José.
VIVIR PARA OTROS
Las profesionales señalan que la adolescencia constituye un período de transición entre la niñez y la adultez.
En este período básicamente experimentan una serie de cambios significativos y confusos que indican la responsabilidad de cumplir con los roles de buenas hijas, estudiantes, novias, futuras esposas, madres-trabajadoras, y abuelas, entre otras.
Al intentar clarificar las contradicciones entre el ser niña y ser mujer, y definir quién se es, las mujeres adolescentes son inducidas por la cultura patriarcal a reconocerse y percibirse a través del cuerpo, atribuyéndole una serie de funciones que las identifica como seres femeninos.
En este sentido, señalan Mora, Muñoz y Villarreal, para ellas el cuerpo representa la vivencia de la maternidad, una fuente de belleza física y de aceptación ante otras personas, una fuente de atracción y sensualidad, y, el instrumento para alcanzar y mantener el matrimonio en el futuro.
MATERNIDAD, BELLEZA Y ACEPTACIÓN
La primera representación, la vivencia de la maternidad, se refiere al hecho de que visualizan el cuerpo como un medio reproductor, lo que hace a estas jóvenes adolescentes centrarse en el rol materno al definirse como mujeres.
Para las investigadoras, el temor que sienten las jóvenes de la muestra al embarazo, podría asociarse con la divinización que la cultura patriarcal hace de la maternidad dentro del matrimonio, como medio para ejercer control sobre la sexualidad femenina.
Para ellas, parte del rol de las mujeres en el noviazgo es mantenerse atractivas para el novio, ser fieles, perdonarles errores y ejercer control de sus impulsos sexuales.
El cuerpo de las adolescentes también representa fuente de belleza física y de aceptación ante otras personas.
Una de las formas en que las jóvenes obtienen la aprobación de otros es por medio de su imagen física, la cual debe ajustarse a los parámetros de la moda para ser atractivas y por tanto aceptadas.
El estudio recuerda que el ideal de mujer en nuestra sociedad está determinado por ciertos atributos físicos, sociales y económicos que inciden directamente en la estima de las mujeres, creando necesidades de consumo y haciéndolas sentir que la belleza es un medio muy importante para alcanzar la autorrealización.
ATRACCIÓN Y SENSUALIDAD
Las educadoras explican que la belleza física adquiere trascendencia al cumplir la función erótica, es decir, expresar la sensualidad y poder así sentir que el cuerpo atrae al sexo masculino, supuestamente ganando con ello aprobación.
Los mensajes dados por personas significativas, indican a las adolescentes que deben asumir la responsabilidad de ejercer control de sus impulsos y deseos sexuales, con el fin de mantener la virginidad y por tanto una buena imagen, lo que se traduce en esta sociedad patriarcal a ser identificadas como mujeres castas y puras, esencialmente ante los hombres, aún más pensando en el futuro esposo.
Mora, Muñoz y Villarreal, manifiestan que para el grupo en estudio, el cuerpo representa además un instrumento para alcanzar y mantener el matrimonio en el futuro.
Centrar su identidad en el cuerpo hace que las participantes construyan sus metas para la adultez y la ancianidad, pensando en lo que con su cuerpo puede producir para otras personas.
Todas ellas esperan formalizar un matrimonio, tener descendencia y hacer una vida en familia, y al mismo tiempo poder ejercer una profesión.
El llegar a ser madres ante todo y por siempre, es la meta principal que creen les permitirá realizarse como mujeres, y consideran fundamental compartir la crianza de su descendencia con un esposo-padre que les ayude y cuide en todo momento.
Más que cambiar los patrones socioculturales asignados a las mujeres, estas jóvenes abogan por su capacidad para atender la familia y trabajar en forma remunerada al mismo tiempo.
Otro aspecto detectado en el estudio, es que las entrevistadas mantienen la idea de conservar el matrimonio hasta la muerte, en un ambiente de armonía. Asimismo, visualizan a su descendencia reproduciendo los roles tradicionales de esposos, esposas, padres y madres.
APRENDIZAJE SOCIOCULTURAL
Como parte de las conclusiones, Mora, Muñoz y Villarreal manifiestan que la experiencia del grupo de participantes patentiza una vez más la importancia del aprendizaje sociocultural que mujeres y hombres, dentro del esquema androcéntrico, otorgan al cuerpo femenino.
De ahí que las jóvenes se enfrentan a un «deber ser» impuesto, el cual critican, pero al mismo tiempo reproducen.
Por un lado, cuestionan el papel tradicional que en función de sus cuerpos cumplen las mujeres, pero por otro lado, si no se comportan de acuerdo con esos mandatos, son reprendidas y censuradas.
Creen que esta ambigüedad puede solucionarse por medio de la preparación profesional.
Les molesta que sus madres quieran encarrilarlas por el modelo tradicional de mujer. Sin embargo, al puntualizar las metas futuras de vida, les es muy difícil no visualizarse en roles y funciones muy parecidas a las de sus madres.
La imagen corporal recoge las expectativas de estas jóvenes, respecto al ser mujer y la relación con los varones.
Al hablar de su cuerpo hacen referencia a la reproducción, al erotismo, un tanto vedado hasta que se casen, y a la necesidad de ser aceptadas y atractivas.
Las profesionales concluyen que «surge la necesidad de que las mujeres desde la infancia podamos contar con espacios que nos permitan apropiarnos de nuestra existencia, pudiendo identificar nuestros propios intereses, necesidades, actitudes, aptitudes, más que centrarnos en aspectos externos e impuestos».
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