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Preocupados por el impacto que tendrá un Tratado de Libre Comercio entre Costa Rica y Estados Unidos, los pequeños y medianos productores nacionales impulsan la unidad para evitar la exclusión e incidir en la toma de decisiones.
El crecimiento de la producción agrícola apenas fue del 3% anual, según datos del Estado de la Nación.
Los pequeños y medianos campesinos costarricenses no están en condiciones de enfrentar la apertura comercial que impulsará el Tratado de Libre Comercio (TLC) con Estados Unidos, porque en los últimos 20 años los gobiernos han abandonado al sector y debilitaron sus condiciones de vida.
Así lo considera Carlos Hernández, coordinador de la Mesa Nacional Campesina que aglutina a cientos de productores.
Aunque el Ministro de Agricultura y Ganadería Rodolfo Coto Pacheco, conformó un consejo consultivo con representación muy amplia, no cuenta con el poder necesario para que todas las inquietudes de los campesinos sean tomadas en cuenta por las autoridades de Comercio Exterior que negocian el TLC, consideró Hernández.
Reconoció que ese consejo participó en la inclusión de aspectos en el programa agropecuario que impulsa la administración de Pacheco de la Espriella, pero denunció que los recursos destinados al sector cada vez son más escasos. A la vez dijo que dicho órgano tiene muy poca injerencia ante el equipo económico que conduce el gobierno.
Hernández consideró que el equipo económico y negociador de los acuerdos comerciales tienen una orientación aperturista de los mercados a favor de las empresas transnacionales y agroexportadoras más fuertes.
Ante esta situación, el líder campesino dijo que arroceros, horticultores, productores de frijol, pequeños productores medianos y pescadores artesanales, intentan conformar un grupo de presión para que sus demandas sean escuchadas.
«Hace dos semanas iniciamos el proceso de diálogo con el gobierno y exigimos la moratoria de las negociaciones sobre el TLC hasta marzo del próximo año, con el fin de que las autoridades de Comercio Exterior escuchen nuestros planteamientos», dijo Hernández.
La agenda propuesta por las organizaciones con los negociadores del TLC, incluirá el respeto a normas ambientales y a las garantías laborales y la inversión en desarrollo rural que incorpore aspectos como créditos, infraestructura y vivienda para los pequeños y medianos productores.
«Intentaremos un acuerdo, pero hasta el momento los negociadores han mostrado una actitud muy cerrada al diálogo y la información sobre los avances del acuerdo con Estados Unidos son desconocidos por la mayoría de los costarricenses, el gobierno y las organizaciones sociales», agregó.
LOS MÁS AFECTADOS
Para la Mesa Nacional Campesina, si las negociaciones se mantienen como hasta ahora, los únicos beneficiados con la apertura de mercados serán aquellas ramas agrícolas vinculadas con las transnacionales, como los productores de melón, piña o banano.
Estos ya tienen un camino abierto, pues desde hace años colocan estos productos en el mercado estadounidense.
Por el contrario, los productores de caña, café, granos básicos y hortalizas, podrían quedar excluidos de colocar sus productos en la nación del norte, al no contar con las condiciones requeridas para competir contra las medidas proteccionistas que Estados Unidos mantiene a favor de sus productores locales, consideró.
Estas preocupaciones son externadas por los representantes campesinos ante los diputados de diferentes partidos políticos, sin embargo «muchos legisladores no conocen la realidad del agro ni miran el impacto que traerá para cientos de familias campesinas la implementación de un tratado tan desigual que como el que pretende con Estados Unidos», puntualizó Hernández.
INFORMACIÓN PARCIAL
El dirigente campesino considera que la información que suministra el Ministerio de Comercio Exterior (COMEX) sobre el TLC es parcial, se limita a enumerar aspectos como los aranceles y las comisiones creadas, pero es omisa en precisar que otras naciones han tomado medidas a lo interno para proteger a sus productores.
«Oficialmente se conoce poco sobre los efectos del TLC firmado por los países de América del Norte y cómo este afecta a los productores más pequeños en México. Esa información la conocen las autoridades del COMEX, pero no permiten el acceso a ella por considerarla negativa o distorsiones a las políticas aperturistas de los mercados», agregó.
Por el contacto con organizaciones sociales en los países del norte, «sabemos que antes de la firma de los tratados, se impulsaron leyes proteccionistas y hubo una negativa a la reducción de aranceles como fue el caso de la «Ley de blindaje a la agricultura» que se promulgó en México hace algunos años».
La información, agregó, es fundamental, y sin embargo, acá la población costarricense desconoce los alcances de lo que se negocia y cuánto se ha avanzado en el trabajo de las comisiones. Además, «al no conocerse el impacto real de lo que se pacta, la ciudadanía no tiene criterios certeros para oponerse a este tipo de tratados», continuó.
UN ACUERDO NACIONAL
Hernández reafirmó que en las semanas siguientes trabajarán en la firma de un acuerdo nacional con los productores de las áreas que serían más afectadas con la aplicación del TLC. Tal es el caso de los pequeños y medianos campesinos, horticultores, productores de pollo y sus derivados, arroceros, ganaderos pequeños y medianos y productores de leche y azúcar.
«Iniciamos las conversaciones para que las condiciones de desarrollo social que todavía tiene Costa Rica, seaa el parámetro que se utilice para las negociaciones con los demás países del área. Con esto lograríamos por ejemplo que los salarios y las conquistas sociales que hoy disfrutamos los ticos sean disfrutadas por el resto de los centroamericanos como una condición previa a la negociación de tratados de libre comercio con Centroamérica», finalizó.
EL AGRO EN DESCENSO
Según el VIII Informe del Estado de la Nación, entre 1995 y 2001 el crecimiento de la producción agrícola apenas fue del 3% anual, evidenciando una clara pérdida de dinamismo.
El café, el banano y la caña, que representaban el 50% de la producción agrícola en 1980, redujeron su participación en 21,7 puntos porcentuales en veinte años.
Estos cambios repercuten en forma diferente según la región. Por ejemplo, cambios en la producción de café y la caña afectan más las regiones Brunca y Huetar Norte, mientras que la producción de granos básicos incide directamente en la Region Chorotega y los productos no tradicionales en el Pacífico Central y Huetar Norte.
En los últimos diez años la tasa anual promedio de crecimiento de las exportaciones agrícolas fue de 3,3%, mientras que importaciones agropecuarias, crecieron un 8,8% anual, reflejando en parte la política de apertura comercial del país. En algunos sectores, como el arroz y el maíz amarillo, el cambio es acelerado y, sin duda, una de las causas de que exista una percepción generalizada de crisis en el sector.
En la última década hubo una disminución sostenida del gasto público para la agricultura, una gradual pero sistemática eliminación de los instrumentos específicos con que tradicionalmente se apoyó al sector y una también sistemática reducción del crédito bancario.
Al comparar los datos de empleo de los censos de 1984 y 2000, el cambio más dramático se observa en la agricultura, que en ese lapso pasó de representar el 34,6% del empleo total al 19,5%, y además es la única rama que ha experimentado una contracción absoluta en el número de empleados (de 258.634 en 1984 a 253.537 en 2000). En la producción agropecuaria esa contracción es superior al 8% con respecto a 1984.
Otro dato importante es que tanto en la agricultura como en la industria, las cuatro mayores empresas exportadoras aportan más del 35% de las exportaciones del sector respectivo.
Los cuatro principales productos de exportación agrícola (banano, café, piña, follajes y hojas) dan cuenta del 75,8% de las exportaciones de esa actividad.
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