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La victoria republicana en los comicios de medio período y la resolución 1441 del Consejo de Seguridad abren el camino a una intervención militar estadounidense en Irak.
El pasado 19 de noviembre, los primeros inspectores de armas de Naciones Unidas arribaron a Irak, luego de que el gobierno de ese país aceptara cumplir con la resolución 1441 del Consejo de Seguridad y prometiese no poner obstáculos a las labores de estos especialistas, quienes tendrán a su cargo verificar la existencia de armamento de destrucción masiva.
La decisión de permitir el regreso de los inspectores, fue anunciada el pasado 13 de noviembre, cuando faltaban dos días para que venciera el primer plazo establecido en la resolución para que el gobierno iraquí diese una respuesta afirmativa.
No obstante que el parlamento iraquí recomendó al presidente Sadam Husein rechazar las demandas del Consejo de Seguridad, Bagdad decidió finalmente aceptar los términos de Naciones Unidas. Esto gracias a la presión de la Liga Árabe, que le exigió cumplir con las exigencias de desarme planteadas por occidente.
Según la carta entregada por el embajador iraquí al Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), el régimen de Husein acepta el regreso de los inspectores para evitar la guerra y para poner en evidencia a Estados Unidos y Gran Bretaña, ya que, contrario a lo que aseguran los gobiernos de estos dos países, Irak ya desmanteló sus armas de destrucción masiva, químicas, biológicas o nucleares.
A pesar de esta acción, los estrategas militares estadounidenses consideran que Bagdad quiere ganar tiempo para que pase la época en la que sería más propicia una invasión: el invierno.
El grupo de observadores que llegará en los próximos meses a Irak, es muy diferente al que realizó la tarea de verificación entre 1991 y 1998, ya que esta vez no está compuesto mayoritariamente por especialistas británicos y norteamericanos, sino por funcionarios de al menos 42 países, lo que asegura una visión más neutral de la situación.
Si verdaderamente el régimen de Husein no pone obstáculos a la misión de la ONU y ésta descubre que no posee armas que amenacen la estabilidad en la región, la posición de Estados Unidos quedaría sin sustento y se comprobaría la teoría de que el único interés de Washington gira en torno a sus enormes reservas petrolíferas.
El problema es que, según los analistas, es muy probable que las autoridades iraquíes adopten posiciones similares a las que provocaron la salida del país de los observadores en 1998. La razón, podría ser que Husein esconde armas de destrucción masiva o que, simplemente, niegue el acceso a algunos lugares secretos en los que piensa ocultarse en la eventualidad de un ataque estadounidense.
VÍA LIBRE A BUSH
Desde hacía muchos años, el partido del presidente en ejercicio no obtenía una victoria en los comicios de medio período en Estados Unidos. Sin embargo, la guerra contra el terrorismo y la posibilidad de una invasión a Irak, catapultaron a la victoria a los republicanos el pasado 5 de noviembre.
Los escándalos económicos, la crisis financiera, el fracaso en la búsqueda de los verdaderos responsables por los atentados del 11 de septiembre y el unilateralismo de Washington, no le impidieron al mandatario, George W. Bush, endosarse un cómodo y arrollador triunfo que le asegura un poder casi absoluto en las dos cámaras del Congreso.
Antes de las elecciones, ya Bush contaba con el visto bueno legislativo para emprender una acción bélica contra Husein. Ahora, sus potestades son aún mayores y puede darse el lujo de despreciar lo que diga el Consejo de Seguridad de la ONU. Sin embargo, el 7 de noviembre, Bush obtuvo también allí una gran victoria, cuando consiguió que ese órgano aprobase, por unanimidad, una resolución que, tácitamente, le da la prerrogativa de utilizar la fuerza si Bagdad obstaculiza el trabajo de los inspectores.
Al margen de las interpretaciones que puedan dársele al texto de la resolución 1441, la verdad es que ésta es un logro muy importante de la diplomacia estadounidense, encabezada por el Secretario de Estado Colin Powell, quien fue capaz de vencer la resistencia de Rusia, Francia y China, para conseguir un voto que, con lenguaje suave, advierte a Irak de las consecuencias si no permite el trabajo de los inspectores.
El sorpresivo acuerdo fue una derrota para los halcones de la administración Bush, quienes esperaban que el presidente ignorase la legalidad internacional y procediese de modo unilateral cuando las condiciones tácticas indicasen el momento preciso de dar el golpe.
Ahora el factor castrense queda supeditado al juego diplomático. En ese sentido, Bush ha insistido en que si Husein no cumple o utiliza maniobras dilatorias para atrasar la inspección, Estados Unidos no dudará en utilizar todo su poder militar.
GUERRA INMINENTE
A pesar de la oposición de Francia y Alemania, tradicionales aliados de Estados Unidos, y el tibio apoyo de otros países occidentales, así como la obstrucción de China, Rusia y la liga Árabe, parece que una segunda guerra del Golfo Pérsico es inevitable.
Estados Unidos y Gran Bretaña están dispuestos a ir solos a sacar a Husein del poder e incluso ya planearon el futuro de Irak luego de la caída del régimen.
El Pentágono espera durante los primeros días de guerra armar a chiítas, kurdos y otros opositores, para que estos formen una milicia que, al igual que la Alianza del Norte en Afganistán, tendría que poner los muertos y ocuparía el poder una vez que el actual régimen sea destituido.
Al parecer, oficiales de las agencias de inteligencia inglesa y estadounidense ya se encuentran preparando el terreno de forma encubierta.
Otra cifra que se maneja es la cantidad de posibles víctimas que tendría el conflicto. Según el propio Departamento de Defensa, si la guerra es de carácter convencional, el número de muertos ascendería a más de 500 mil (la mayoría civiles); por el contrario, si se utilizan armas químicas, biológicas y nucleares, el número de bajas superaría con creces los cuatro millones.
Todos estos datos parten de un hecho que aún no puede darse por seguro: que la guerra no se extendería a otros países de la región.
La salida del gobierno de Israel de los Laboristas del exministro de Relaciones Exteriores, Simón Peres, y el consecuente adelanto de los comicios legislativos, abren una incógnita sobre el futuro del medio oriente.
El Primer Ministro Ariel Sharon, que acabó con el proceso de paz, y el también miembro del conservador bloque Likud, el canciller Benjamín Netanyahu, se perfilan como los candidatos con más posibilidades. Uno de los dos quedará eliminado de la contienda en diciembre, cuando el Likud realice un proceso interno para escoger su aspirante.
Israel quedaría así en manos de la derecha más reaccionaria, opuesta a cualquier acuerdo con los palestinos y dispuesta a deportar al Presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Yaser Arafat.
Hasta ahora, los países árabes se han opuesto a los planes de invasión de Washington; pero no estarían dispuestos a un enfrentamiento con Estados Unidos.
Esto podría cambiar si Husein consigue involucrar a Israel en la guerra. Un auge en el terrorismo islámico o un ataque directo de Bagdad, podrían llevar al gobierno judío a adoptar represalias contra Irak.
Esto uniría al mundo árabe en torno a Husein y dejaría abiertas las puertas a un enfrentamiento con Estados Unidos.
Bush intentará por todos los medios que esta hipotética situación no llegue a suceder. Durante la guerra que libró su padre en 1991, Irak lanzó misiles Skud contra objetivos israelíes; no obstante, la presión de Washington y el emplazamiento de misiles antimisil Patriot en suelo judío evitaron que el Estado de Israel tomara represalias.
El Medio Oriente y la región del Golfo Pérsico constituyen un polvorín que puede estallar al más mínimo desbalance. Bush se arriesga a mucho si decide encender un fósforo en este contexto.
Los ciudadanos que votaron a favor de Bush parecen ignorar esto; no obstante, miles de personas han dejado patente su oposición a la guerra en cientos de manifestaciones, tales como la que tuvo lugar el 10 de noviembre en la ciudad italiana de Florencia.
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