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La soledad doble

El hombre duplicado

El hombre duplicado
José Saramago
Novela
Alfaguara
410 pgs.
El escritor portugués y premio Nobel de Literatura 1998, José Saramago, publicó a finales del año pasado su más reciente novela, y esperemos que no la última, El hombre duplicado, con el sello Alfaguara de la casa editorial Santillana.
Con ochenta años cumplidos y en medio de una agobiante agenda de conferencias, entrevistas, giras, encuentros, reuniones y otras demandas que el reconocimiento mundial y su  propia personalidad le obligan a satisfacer, Saramago logró construir una vez más una novela contemporánea de estilo ágil y tema profundamente humano.
En esta ocasión, se puede decir que, tanto por la trama como por la estructura, esta obra se vincula con mayor cercanía con sus novelas Todos los nombres o Informe sobre la ceguera. Con el singular estilo de Saramago, que es su marca personal en el mundo de la literatura desde hace poco más de 25 años, nos coloca frente a las tribulaciones de un hombre común, profesor de historia de 38 años de edad, quien en medio de una crisis de personalidad por la excesiva cautela con que ha manejado su vida, cree reconocer en una película en vídeo de segunda clase, que le recomienda un colega, su propia imagen un personaje secundario.

La trama le permite al autor dos objetivos principales: una profunda reflexión humanística, casi un tratado, sobre la soledad y un ejercicio literario hasta ahora ajeno en Saramago, que lo aproxima a la novela policiaca o de “suspense”. La forma de hacer y vivir del protagonista revela a un personaje dominado por la cautela, por el temor a establecer vínculos duraderos tanto en el campo afectivo como en el profesional, pese a que vive aquejado de insatisfacción. Incapaz de corresponder el amor sincero de su amante, como la amistad de su colega, huye a la burbuja de su propio mundo.
Como es su característica, Saramago nos presenta un narrador que goza interviniendo en la historia que cuenta, pero además, en este caso hace participar al menos dos voces más, cuales son el sentido común, que aparece como personaje que increpa al protagonista en varias ocasiones y la del mismo personaje en situaciones que supone o imagina. La amenaza de encontrar un doble, una persona idéntica a él, obsesiona al protagonista luego de ver a alguien con su cara aparecer de manera fugaz en una película, pero al mismo tiempo resulta el acechante temor de tener que enfrentar su propia imagen y sus propias acciones.
El juego de relación con este doble llevará al personaje a reflexionar sobre su vida, pero al mismo tiempo la maquinaria del tiempo no se detiene y este “alter ego”, pese a su gran similitud física resulta una persona distinta, tanto en actitudes como en escrúpulos. Las personas, igual que los personajes, son lo que hacen, no el nombre que lleven o el lugar donde estén ubicados en la trama o la sociedad. El hombre duplicado propone, de alguna manera, las posibles actitudes o respuestas de ver lo que creemos que hemos sido puesto en otra persona y cómo eso nos lleva a una visión introspectiva. En una atmósfera a veces un poco irreal, producto de una estructura irregular en el tiempo, el recurso de la expectativa provocada por el posible encuentro de dos hombres idénticos y las razones de tal semejanza, se teje una fuerte tensión que le da el ritmo motor a la novela. El gran dominio del idioma y de la capacidad narrativa, le permiten a Saramago un lenguaje propio, sabroso para quienes lo disfrutan y desconcertante para quienes se le resisten, pero escrito de forma impecable. Un par de pifias si aparecen en el texto, ambas coinciden con momentos en que aparece la madre del protagonista, lo cual, dado el tema que se trata y la relación de estos personajes, dejaría bastante a las dilucidaciones del buen doctor vienés.

  • Manuel Bermúdez 
  • Los Libros
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