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Crece tensión en Corea

Estados Unidos, en su insistencia por invadir a Irak, parece olvidar que tiene una peligrosa crisis abierta con Corea del Norte, país que sube el tono de sus amenazas.

Estados Unidos, en su insistencia por invadir a Irak, parece olvidar que tiene una peligrosa crisis abierta con Corea del Norte, país que sube el tono de sus amenazas.
El Ministerio de Defensa de Corea del Sur hizo oficial una información el pasado 25 de febrero según la cual su vecino del norte disparó un misil balístico de corto alcance hacia el mar de Japón, en lo que constituye una demostración de fuerza que incrementa la tensión en el Lejano Oriente.
El régimen de Pyongyang recibió de esta manera al nuevo presidente de Corea del Sur, Roh Moo-hyun, quien asumió el cargo pocas horas después del lanzamiento del proyectil, en medio de una crisis que, con el transcurso de los días, parece hacerse cada vez más profunda y compleja.
Funcionarios de inteligencia estadounidenses confirmaron el lanzamiento del cohete y aseguraron que el Pentágono está preparado para enfrentar cualquier contingencia que se presente con Corea del Norte.
La prueba del misil coincidió también con la visita a Corea del Sur del Secretario de Estado estadounidense Colin Powell, representante de la Casa Blanca en los actos de traspaso de poderes celebrados en Seúl.
 

 
Ante la crisis generada a partir de la expulsión, por parte de Corea del Norte, de los inspectores de armas de la Organización Internacional de la Energía Atómica, (OIEA) y la reactivación de su programa nuclear, Estados Unidos y Japón le habían solicitado al régimen de Kim Jong-Il que se abstuviera de realizar pruebas misilísticas que pudieran ser confundidas con un ataque.
Sin embargo, los norcoreanos han hecho caso omiso a esta petición, lo que eleva el grado de tensión entre ese país, sus vecinos y Estados Unidos.

NUEVO PODER NUCLEAR

En 1993 Corea del Norte realizó la primera prueba de un misil de corto alcance.  Esto, y la posibilidad de que Pyongyang pudiese contar en el corto plazo con la bomba atómica, llevaron a una ofensiva diplomática que logró un acuerdo por el cual Estados Unidos se comprometía a enviar petróleo a la nación asiática y ésta abandonaba su incipiente programa nuclear.
A regañadientes, el último régimen estalinista del planeta pospuso sus investigaciones para el desarrollo de armamento de destrucción masiva; no obstante, continuó con experimentos en misiles balísticos.
En 1998, un nuevo proyectil de mediano alcance fue lanzado hacia el océano ubicado al oriente de Japón, el  cual sobrevoló territorio japonés y despertó de nuevo los temores sobre una confrontación en la península coreana.
Pyongyang había demostrado que tenía la posibilidad de alcanzar territorio japonés con sus misiles.  Además, empezaron de nuevo los roces con la Organización de la Energía Atómica, debido a que, secretamente, el gobierno de Kim Jong-Il continuó con el desarrollo de armas nucleares.
Estados Unidos optó entonces por cortar el suministro de petróleo y Corea del Norte reaccionó expulsando a los observadores de armas y retirándose del Tratado de No Proliferación Nuclear.
En enero de este año, Mohamed El Baradei, Jefe de la OIEA, manifestó que Pyongyang había incumplido su compromiso de no producir uranio enriquecido para ser utilizado en la construcción de bombas atómicas; asimismo, elevó el caso ante el Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
A pesar de que el régimen norcoreano negó que sus reactores sean utilizados para otra cosa que no sea la generación eléctrica, el anuncio de que la imposición de sanciones por parte del Consejo de Seguridad sería asumida como una declaración de guerra, llevó a la diplomacia surcoreana y japonesa a emprender una ronda de conversaciones con países próximos al gobierno de Kim Jong-Il, como China, y otras potencias como Rusia.
Estados Unidos, que tiene abiertos los frentes de Irak y el terrorismo islámico, prefirió también darle una oportunidad a la diplomacia, no obstante los discursos amenazantes e incendiarios de los líderes norcoreanos, en los que proclaman la destrucción inminente del imperio.
Al margen de este populismo revolucionario, el Departamento de Defensa de Estados Unidos reveló que, según sus cálculos, Pyongyang podría contar ya con un arsenal de dos a seis ojivas nucleares.
Del mismo modo, George Tenet, Director de la Agencia Central de Inteligencia (CIA, por sus siglas en inglés), declaró hace pocos días que la milicia de Corea del Norte ha desarrollado un nuevo misil balístico de tres etapas, todavía no ensayado, que sería capaz de transportar una cabeza nuclear hasta la costa oeste de los Estados Unidos.
La agencia oficial de noticias de Pyongyang advirtió esta semana acerca del sobrevuelo ilegal de aviones espía estadounidenses sobre territorio norcoreano.  Según los militares de ese país, Washington se prepara para lanzar un ataque «preventivo» en contra de sus reactores nucleares y sus silos de misiles.
El Pentágono ha negado que esté preparando una intervención en la península; sin embargo, advirtió que las tropas estadounidenses en la zona están preparadas para cualquier contingencia.
Alguien que ha sido más contundente es el Ministro de Defensa de Japón, Shigeru Inhiba, quien afirmó que su país está dispuesto a ejecutar un ataque preventivo contra Corea del Norte, si se comprobase la posibilidad real de un ataque nuclear por parte de esa nación.
Desde la Segunda Guerra Mundial, el papel de las fuerzas armadas japonesas ha estado muy limitado; sin embargo, Inhiba subrayó que su país debe dejar de depender tanto de Estados Unidos y tiene la capacidad de emprender sus propias acciones bélicas.  Además, explicó que negocia con Washington el desarrollo de un escudo anti misiles que pueda proteger el territorio japonés de un ataque con armas de destrucción masiva.
Hasta ahora, los gobiernos de Tokio y de Seúl habían preferido la opción de negociar para evitar la confrontación con Pyongyang; no obstante, la prueba del misil realizada el pasado 25 de febrero fue una bofetada a la diplomacia de ambas naciones.
Corea del Norte se limitó a explicar que el disparo fue sólo uno de los ejercicios que realizan sus tropas como parte del programa invernal de entrenamiento.
Asimismo, advirtió que cualquier acción de represalia desataría una invasión inmediata de su vecino del sur.
Desde la Casa Blanca, con la mirada fija en Irak, un presidente obsesionado con un conflicto ficticio observa y calla.
De nuevo, la situación de Corea del Norte pone en evidencia la doble moral de la política exterior de la superpotencia.  El régimen de Pyongyang, de acuerdo con todas las evidencias, representa una amenaza más inmediata y peligrosa que la deteriorada maquinaria bélica de Saddam Husein.
La diferencia, consideran los especialistas, es que en el país árabe hay petróleo y en la península coreana no.
En un acto de buena voluntad, el régimen iraquí empezó a destruir una clase de misiles que, de acuerdo con las especificaciones de los inspectores de la ONU, exceden el alcance permitido.
Mientras la crisis con Corea del Norte se calienta, las posibilidades de que Estados Unidos consiga una nueva resolución del Consejo de Seguridad que autorice el uso de la fuerza en Irak se hacen cada vez más remotas.
Además, los planes bélicos del presidente Bush sufrieron un duro revés esta semana, cuando el parlamento turco no aprobó el despliegue de 60 mil efectivos estadounidenses en su territorio, a pesar de la jugosa oferta de $25 mil millones hecha por la Casa Blanca.
El problema es que la opinión pública turca, así como la del resto del mundo, no entiende por qué Estados Unidos tiene varas distintas para medir las amenazas.
Con Corea del Norte, Washington prefiere el diálogo y la diplomacia, y con Irak, que en los últimos días ha dado muestras de cooperar, decidió que la única alternativa es la del uso de la fuerza.
Los analistas políticos calculan que esta ambigüedad del gobierno estadounidense podría generar más odio hacía ese país en el mundo, lo que traería como consecuencia nuevos ataques terroristas.

  • Manuel D. Arias M. 
  • Mundo
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