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Que la firma del TLC por el Dream Team negociador desató una excitada campaña de propaganda, no de información, sobre sus ventajas para todo el país, lo sabe porque lo vive cada costarricense. Agencias del estado paralelo, recursos oficiales y empresa privada (destacan La Nación S.A. y Canal 7) ensalzan al «Pequeño Gran Exportador», la creación de empleos, la inversión directa extranjera viniendo, no a ganar dinero, sino a favorecer a los consumidores. Toda propaganda es mentirosa por sesgada. Y ésta es sospechosa por excesiva y falsa. ¿Para qué tanto enardecimiento si el suelo está parejo?
Por supuesto la propaganda no menciona que en Estados Unidos al TLC muchos sectores lo aprecian como «exporta empresas y quita empleos» porque el capital de allá prefiere venir acá donde florecen legislaciones laborales flojas y nunca cumplidas, mano de obra barata y despreciable, y cuidado ambiental fantasma. Cada factor aumenta ganancias. Como esto tiene un costo electoral, es probable que la administración Bush postergue la discusión del tratado en el Congreso.
La descocada difusión acá se combina con la descalificación absoluta de quienes adversan, critican o se oponen al tratado. El señor Pacheco los moteja de olominas, el señor Ilubarri los denuncia «por no haber cumplido la tarea» (no se preocuparon a tiempo) o como desprestigiadores profesionales. En este «lado oscuro de la fuerza» destaca su reconocido titular, Julio Rodríguez.
Como el Partido Acción Ciudadana se pronunció, dentro de su responsabilidad, contra este tratado y propuso discutir otro, Rodríguez descalifica el rechazo como apresurado, inmaduro, demagógico, politiquero y propio de una «mentalidad sectaria», «elitista» e «iluminada». Redondea su descripción con un «La incoherencia política es total» (11/02/04). Como no le basta, asocia a Acción Ciudadana con los «dirigentes sindicales» y una «izquierda sermonera» definidos como «acólitos del PAC». Incontinente, termina por ‘sugerir’ un tema de la campaña pasada: que Ottón Solís dice defender a la Caja Costarricense de Seguro Social pero no paga las cuotas para atender a sus parientes. Con ello refríe una imagen central de Liberación Nacional: somos corruptos, pero Ottón también. Un punto de vista que destila caca.
En su minusvalía aldeana y funcionaria al editor Rodríguez no se le pasa por la testa, que no mente, que Acción Ciudadana vino estudiando el TLC y siguiendo su negociación durante todo el 2003. Era su deber como agrupación política. Y si su planteamiento es flojo, ¿por qué excrementarlo?
En estos días el expresidente Monge llamó al PLN a no apresurarse en apoyar o rechazar el TLC, por eso de «los nublados del día». Rodríguez ya anticipó la descalificación de Monge: es «envidioso». Lástima que no exista mercado internacional para la sórdida pequeñez mefítica porque a ella sí le agregamos valor por estos lados.
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