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La gestión cultural en Costa Rica es un campo aún inexplorado. Los productores se guían más por su instinto que por una educación formal en esa área. (Foto de ANATRADANZA de la obra «Vivaldi»)
Tras meses de ensayos finalmente se corre el telón y en cuestión de una hora el producto artístico que consumió capital financiero, técnico y humano se expone al público.
Para el espectador es una obra más, pero para la persona creadora representa una parte de si misma, que en muchas ocasiones le significa pérdidas económicas que asume como parte del proceso mismo de su trabajo.
A diferencia de científicos, abogados o educadores que pueden vivir del fruto de sus trabajo, a los artistas este derecho les está vedado, especialmente para aquellos que tienen la osadía de aventurarse a la producción independiente.
Las buenas intenciones son insuficientes para superar los escollos y carencias que enfrentan los artistas para llevar a buen puerto todo su trabajo.
No es falta de talento, mucho menos falta de ideas, es según diversos personas entrevistadas por UNIVERSIDAD una falla de gestión y mercadeo de los productos culturales lo que impiden que el ambiente artístico nacional logre ser autosuficiente y asegure su permanencia.
MUCHOS GRUPOS, MUCHAS MUERTES
Cada año se forman nuevos grupos de danza, de teatro, de música, de folclor y círculos literarios que nacen con maravillosas ideas de crear, promover y compartir con la sociedad el trabajo de sus miembros.
Pero así como nacen, muchos quedan en las buenas intenciones y pocos ven cristalizados sus objetivos en propuestas permanentes que ayuden a enriquecer el capital cultural de la nación.
A excepción de las compañías con auspicio estatal y de universidades públicas, la vida de los grupos independientes es corta y terminan tras escasas temporadas.
A finales del año pasado el grupo Veranera, integrado por Aylin Morera y Xochitl Ávalos montaron en el Teatro 1887 su obra «Qué lindas que son las ticas». Esta primera experiencia evidenció en las actrices que existe una verdadera carencia formativa que les impide a las agrupaciones independientes sobrevivir en un medio como el costarricense.
Ávalos puntualizó que «en el medio teatral hacemos una gestión muy intuitiva del producto artístico. Nos toma tiempo entenderla».
«Tenemos derecho a vivir del arte. Debemos asumir que queremos vivir de él y dignamente», añadió la actriz, que lleva más de una década de labor artística.
Aprender a permanecer es una tarea dura y que requiere mucha imaginación, pero sobre todo mucha perseverancia.
En el caso del prestigioso dúo nacional Diquis Tiquis, integrado por Sandra Trejos y Alejandro Tosatti, la historia ha sido muy distinta. Cosechan ya 21 años de trabajo y el secreto es pensar en un mercado más allá de las fronteras costarricenses.
«Nuestros proyectos de carácter nacional murieron, no hay quien compre los productos artísticos en Costa Rica», dijo Trejos al explicar porqué dieron un golpe de timón a la agrupación.
El secreto para la permanencia de Diquis Tiquis en la escenario durante estas dos décadas fue su apuesta por la exportación de productos cuyo formato les permitiera estar en festivales internacionales, en lugares donde se le paga al creador por su trabajo, donde hay gente que compra el producto artístico, aclaró la bailarina.
«En Costa Rica los artistas invierten su dinero para que puedan existir los productos. Además ni se les reconoce este esfuerzo», continuó Trejos.
¿ADMINISTRAR EL ARTE?
Los puntos expuestos por Ávalos y Trejos a UNIVERSIDAD coinciden con los defendidos por Ada Acuña, productora independiente que trabaja con grupos privados de distinta índole.
Acuña reconoce que existen grupos de alto nivel pero que su principal obstáculo radica en que no tienen nociones del proceso administrativo requerido para llevar exitosamente en términos financieros sus propuestas al escenario.
El crecimiento artístico no ha ido de la mano con las otras áreas, como la gestión cultural, campo que le permite al artista concebir lo artístico como un proyecto que pasa por distintas fases que reducen el riesgo empresarial.
«Los proyectos culturales son los más riesgosos y eso hace que sea más importante tomar en cuenta la proyección, la planificación, los estudios de costos y cuál será el retorno de la inversión», agregó la productora.
Esta realidad es palpable en teatro y danza, en los que muchas personas se preocupan más por alcanzar técnicas perfectas y nada más, explicó.
Para Marielos Fonseca, directora del Teatro Fanal, una gestión cultural exitosa depende mucho del sector en que se labora. Es muy diferente trabajar en el sector privado, que en el público. Lo más difícil puede ser la búsqueda de patrocinios, indicó a este Semanario.
En el ámbito público hace falta modernización, específicamente en cómo se presenta el producto artístico para venderlo y competir. La gestión cultural pública es muy sacrificada, pero parte de la responsabilidad es de las instituciones. Hace falta una profesionalización no solo en el área artística, sino también en la de mercadeo y administración, detalló Fonseca.
Solo así se podrá hablar el mismo lenguaje con el sector privado, que es al fin y al cabo el que los va a ayudar, ya que el presupuesto público es muy limitado.
FORMACION O AUTOFORMACION
Hay que educarse, complementar el conocimiento artístico con el mercantilista, consideró Marielos Fonseca.
Criterio externó la productora Acuña quien afirmó que en las escuelas de arte del país no forma artistas de acuerdo a la realidad que enfrentarán cuando planteen sus propuestas creativas. «El objetivo es formar buenos ejecutantes de técnicas y nada más. El plan de estudios no ha cambiado en años y no incluye la gestión cultural como parte de éste, ni existe un solo curso relativo a este tema».
«En la escuela se crean falsas expectativas que una vez graduado va a ser parte de una compañía grande, pero luego se aprende que el entorno no lo permite», aseveró la actriz Ávalos.
En escuelas de danza, teatro, música o letras el componente de gestión de las artes es un elemento olvidado y el mercado artístico evidencia que es urgente llenar este vacío formativo.
Para Ávalos el recurso de autoformación es la única forma de satisfacer esta necesidad. «Debemos empezar a prepararnos en el mercadeo de las artes, abrir públicos, aumentar la demanda y los ingresos y ser autosuficientes para no depender de patrocinios», destacó.
De la misma forma coincidió Acuña, quien dijo que en Costa Rica debemos hacer estudios de audiencia, análisis de mercado y desarrollar habilidades administrativas para provocar un cambio en la forma en que se gestiona las artes. «Hablo con conocimiento de causa porque yo misma me propuse formarme en otros campos», recalcó la productora, quien posee una maestría en administración de proyectos.
Por su parte, Sandra Trejos asegura que la formación de gestores culturales no garantiza dichos cambios. Debido al tamaño del mercado costarricense no es posible que un gestor o representante sobreviva con los ingresos que pueda percibir por esa labor.
Pero un sector de creadores se resiste a ver el arte como objeto comercializable. «Hay una idea pervertida del concepto de mercadeo del arte. Vivir dignamente del arte no significa hacer concesiones ni prostituirnos», argumentó Ávalos.
Trejos dijo que incluso esa carencia de gestión se evidencia en las instituciones del Estado, que carecen de estrategia para la generación de públicos. Más bien compiten con las agrupaciones independientes por los existentes y por los pocos patrocinios y clientes del mercado nacional para los productos artísticos que se generan.
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