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Con agenda social Demócratas buscan diferenciarse

El carisma de Edwards supera el de un frío pero creíble Kerry

El carisma de Edwards supera el de un frío pero creíble Kerry
El Partido Demócrata de Estados Unidos se basa sobre todo en ideas socialdemócratas  y liberales, aunque también subraya su patriotismo. Pero su diferencia del otro gran partido estadounidense, el Republicano, la marca sobre todo la forma de entender el papel del Estado.

Este, desde la perspectiva demócrata, debe dar unas prestaciones sociales básicas, actuar de manera tolerante con las minorías y, en lo que a la política exterior concierne, orientarse hacia el multilateralismo.

El Partido Demócrata fue fundado hace más de 200 años y es así la organización política más antigua de Estados Unidos.

Sus orígenes se remontan a 1792, hasta el «Democratic Republican Party» de Thomas Jefferson. En 1854 se produjo una división en la disputa sobre la esclavitud, a la que siguió, en 1860, la elección del republicano Abraham Lincoln.

El burro como símbolo del partido data de 1828, cuando Andrew Jackson, que luego sería presidente, fue descrito por sus contrincantes  como «burro». En 1837 apareció la primera caricatura, que condujo a la adopción del animal como mascota del partido. El color de los demócratas es el azul.

A este partido perteneció Franklin D. Roosevelt, quien desde 1933 hasta su muerte en 1945 ocupó la presidencia. La legislación social moderna del país está unida a su nombre. Otros presidentes de Estados Unidos miembros del partido desde 1960 fueron John F. Kennedy, Lindon B. Johnson, Jimmy Carter y Bill Clinton.



Un EE.UU. más justo y fuerte
El senador demócrata John F. Kerry quiere, como presidente, cambiar Estados Unidos, hacerlo «más justo y más fuerte». Pero sobre todo quiere enfrentarse con nuevas alianzas y

viejos amigos a los nuevos desafíos globales como el terrorismo o el conflicto en Cercano Oriente, en el caso de ganar las elecciones presidenciales del 2 de noviembre.

De lo que no cabe duda es que con Kerry entraría un hombre de mundo en la Casa Blanca, frente a un más bien oriundo tejano como es George W. Bush.

Incluso a primera vista es un hombre imponente: alto, deportista, con facciones enérgicas y una voz grave y sonora, siempre vestido a la perfección y con clase, tanto si va a la ópera como si se marcha de excursión.

Pero aún más imponentes son su formación, sus diversos intereses y su carrera. Este hijo de diplomático y alumno de internado, que vivió y creció muchos años en Europa, domina varios idiomas, incluso habla algo de alemán. Es un hombre muy instruido, toca medianamente bien la guitarra y escribe poesía.

Además, es un deportista apasionado, jugador de hockey sobre hielo, ciclista de carreras, destaca sobre la tabla de surf, practica el snowboard, monta a caballo, y le encantan las motos de gran cilindrada.

Kerry, quien se presenta a sí mismo como defensor de los socialmente débiles y la clase media, es a su vez un hombre muy rico, gracias sobre todo a su adinerada y extremadamente caprichosa esposa, Teresa Heinz Kerry. Con deleite los medios estadounidenses  presentaron la vida lujosa de los Kerry, que poseen cinco casas y fincas, por valor de unos $14 millones (11,8 millones de euros).

Muchos demócratas se explican el triunfo de Kerry en las elecciones a candidato a la presidencia al destacar por encima de los otros aspirantes por ser especialmente «elegible». Kerry es aceptable para una gran mayoría de la nación, actualmente políticamente

descontenta y dividida.

El candidato parece creíble cuando habla por ejemplo, de patriotismo: no en vano se presentó voluntariamente como soldado para Vietnam, donde fue condecorado en varias ocasiones por su valentía. El hecho de que en 1970 se convirtiera en uno de los más fervientes críticos

de ese conflicto bélico lo convirtió para muchos en un auténtico héroe.

El senador de Massachusetts, cuya apariencia y nombre recuerdan más bien a la nobleza británica, pertenece a una familia acaudalada procedente de la costa este de Estados Unidos y con raíces judías en el este de Europa. Estudió, al igual que Bush, en la prestigiosa  Universidad  de Yale, donde tuvo mucho éxito pero no por ello fue popular.

Los puntos débiles de Kerry son su forma de ser, fría y seca, su seriedad difícilmente disimulable y una dialéctica a veces excesiva. Además, le cuesta levantar pasiones y carece de carisma. Sus adversarios dicen de él que es vanidoso, avaro y arribista.

No hay que olvidar que en su larga vida política ha demostrado un cierto grado de versatilidad, hecho criticado sobre todo por los republicanos. En 1991 se pronunció en contra de la primera guerra en Irak, para justificarla posteriormente y elogiarla. En 2002 votó a favor de la segunda guerra en Irak, para luego censurarla y calificarla de combate mal dirigido y erróneamente justificado.

A la vez confiesa que él tampoco tiene la receta para sacar a Estados Unidos ileso del embrollo en Irak. Y es que, eso sí, Kerry siempre fue considerado un hombre sincero.



Edwards, muy cercano al pueblo

El senador John Edwards aporta, según la opinión de muchos demócratas, aquello de lo que carece el candidato a la presidencia de Estados Unidos John F. Kerry: proximidad al pueblo y autoctonismo, carisma y oratoria. No en vano Edwards siempre presenta públicamente una imagen juvenil, luchadora y optimista.

Tal y como acostumbra a recalcar en sus discursos, Edwards es de origen humilde proviene de los estados del sur, Edwards, que se postula ahora a la vicepresidencia, se hizo de un nombre y de fortuna como abogado. Sólo tras 20 años de actividad en el mundo de la abogacía se pasó a la política, en 1999, y se convirtió en senador por Carolina del Norte.

El político, de 51 años, fue un duro adversario de Kerry en la carrera interna demócrata para la candidatura a la presidencia , aspiración que abandonó tras el triunfo de su contrincante. Se presentó hábilmente y con pasión como abogado de los no privilegiados, de los socialmente desfavorecidos y de la clase media trabajadora.

De vez en cuando irritaba a sus colegas de partido con el anuncio de medidas proteccionistas y «dirigistas», con el fin de crear y asegurar puestos de trabajo en Estados Unidos. Edwards descubrió de forma creíble la existencia de «dos Américas», la de los privilegiados y la de todos los demás.

Sin embargo, según la opinión de colegas de partido, con la elección de Edwards, Kerry vulneró una regla no escrita según la cual un candidato a la presidencia no debería elegir jamás a un vicepresidente que pudiera superarle en carisma.

Además, los republicanos creen haber descubierto el punto débil de Edwards: su falta de experiencia política, que le hace impensable como posible presidente. Sin embargo, debería ocupar este cargo en ausencia de Kerry en la Casa Blanca.

 
 

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