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Bush o Kerry: ¿Nos importa?

La estrategia de John Kerry busca arremeter contra los débiles resultados económicos de la actual administración.

La estrategia de John Kerry busca arremeter contra los débiles resultados económicos de la actual administración.
La respuesta parece obvia. Nadie discute la importancia para América Latina o para el mundo de algunas decisiones que se puedan tomar en la Casa Blanca, en otras dependencias norteamericanas, como la Reserva Federal, o en instituciones multilaterales controladas por Estados Unidos. Pero hay menos unanimidad al responder otra pregunta:, ¿habrá gran diferencia entre Bush y Kerry? Al contrario de la pregunta anterior, la respuesta a esta puede variar mucho.

«Para muchos europeos, la política norteamericana -y, más concretamente, sus inacabables procesos electorales- constituyen a veces un verdadero enigma», decía Ferran Sáez Mateu, un analista español, en un artículo reciente sobre las elecciones en Estados Unidos. «Desde el punto de vista europeo, afirma, «los planes de Kerry no difieren de los de Bush en lo esencial». Si bien el tema de Irak preside el debate, eso «no nos permite entender cuál es el trasfondo real de la discusión, ni mucho menos percibir las diferencias esenciales entre ambos candidatos», afirma Sáez.

Y se pregunta: «¿Kerry promete acaso detener el intervencionismo militar preventivo? No. ¿Pretende abolir la pena de muerte? No. ¿Está decidido a acabar inmediatamente con la aberración jurídica de los presos de Guantánamo? No. ¿Desea crear unas relaciones más equitativas con el resto de países del continente? No. ¿Participa de la idea de multilateralismo como alternativa al vacío creado por el fin de la polarización de la Guerra Fría? No. ¿Dejará de mantener relaciones privilegiadas con algunos de los gobiernos más corruptos del mundo? No».

Pero hay otros puntos de vista. Pedro Rodríguez, corresponsal en Washington del diario conservador español Abc, afirmó que quienes piensen que da lo mismo cualquiera de los dos candidatos deberían haber visto el segundo debate entre Bush y Kerry,

Rodríguez destaca las diferentes visiones de ambos sobre la guerra de Irak y la situación actual de seguridad en el mundo. Según Kerry, dice Rodríguez, la política seguida por la Casa Blanca «ha disminuido la seguridad colectiva, ha distraído de la prioritaria lucha contra Al Qaeda y ha dañado gravemente la reputación internacional de Estados Unidos».

Dentro del país, la polémica no es menor. Andy Stern, dirigente del Sindicato de Empleados de Servicios (SEIU), el más grande y progresista de Estados Unidos, según afirman, dijo esta semana que un triunfo de Kerry «podría ser un retroceso para reformar el partido Demócrata». Pero, advirtió, no piensen que prefiero a Bush. De hecho, el sindicato ha invertido 60 millones de dólares en la campaña del candidato demócrata. Pero le critican la renuncia a retirar las tropas de Irak en un futuro inmediato, su apoyo al llamado libro comercio, su cercanía a las grandes empresas y sus posiciones tibias en materias tan importantes como ambiente, inmigración y servicios médicos.

Naturalmente, la alternativa es el fundamentalismo conservador y religioso que se adueñó de la Casa Blanca, el estilo de cowboy de Bush, su ignorancia sobre los temas más sencillos, y el desastre al que va llevando al mundo y a los propios Estados Unidos con su llamada guerra contra el terrorismo.



CAMPAÑA

La prensa europea sostiene que los planes de George Bush y John Kerry no difieren en lo esencial.


En cualquier país latinoamericano, como en los europeos, una campaña electoral como la norteamericana sería incompresible.  Alejados de la gente, gastando centenares de millones de dólares en televisión y discutiendo sobre los temas más trascendentales sobre la base de denigrar al adversario, no han podido escapar a la imagen provinciana de una campaña que es proyectada al mundo, minuto a minuto, por la televisión.

Frente a la «objetividad» de las grandes cadenas -que reproducen las opiniones de las dos partes, aun en los casos más obvios de mentiras, como en el caso de Irak- y la defensa encarnizada de la derecha instalada en el servicio de cable, «la única opinión disidente en los medios masivos la ofrecen los humoristas», decía otra analista de la campaña, Mary Ann Newman. De ahí la influencia de Michael Moore, explicaba.

En el último debate televisado -que, según los expertos, tendrá un efecto muy relativo en los resultados, pese al mejor desempeño de Kerry- el candidato demócrata arremetió contra los débiles resultados económicos de la actual administración.

Este presidente ha tomado un superávit de 5,6 billones de dólares y lo ha convertido en déficit, cinco millones de estadounidenses han perdido sus seguros médicos desde que Bush asumió el poder, recordó.

«Es el primer presidente, en 72 años, en perder empleos: 1,6 millones. Es el único presidente que hizo que los ingresos de las familias cayeran en los últimos tres años, el único presidente que vio bajar las exportaciones», añadió.

Kerry ha propuesto un plan de atención médica que, según analistas independientes, costaría 900 mil millones de dólares en 10 años, aunque Bush dijo que el costo real sería de 1,5 billones, calificándolo de «promesa vacía que nunca se podrá sufragar».

Kerry aseguró también que podía hacer un mejor trabajo en materia de seguridad interna. «Puedo hacer una guerra contra el terrorismo mucho más efectiva», aseguró, mientras Bush reiteraba que, con sus guerras, estaba llevando libertad a Afganistán e Irak. «Podemos estar seguros, si nos mantenemos a la ofensiva contra los terroristas y si diseminamos la libertad alrededor del mundo», dijo Bush.



CONGRESO



Además de la elección presidencial, los norteamericanos deberán renovar la Cámara de Representantes y un tercio del Senado. En ambas los republicanos tienen mayoría y no será fácil para los demócratas revertir la situación.

Los demócratas esperan retomar el control del Senado, que actualmente se divide entre 51 republicanos, 48 demócratas y un independiente. Se disputan 34 asientos (del total de 100), 19 de los cuales son demócratas y 15 republicanos.

En la Cámara de Representantes los demócratas tienen menos posibilidades. Ésta se renueva por completo y de 435 asientos, poco más de 30 son los que podrían realmente cambiar de partido. Para lograr la mayoría los demócratas necesitarían conquistar 12 puestos, lo que parece virtualmente imposible.

Solo si John Kerry logra 5 o 6 puntos de ventaja sobre Bush, afirman los expertos, podría revertir a su favor la dinámica electoral de la Cámara Baja.

Opinión pública mundial con Kerry
Si en alguna elección presidencial deberían votar los ciudadanos del mundo esa sería la norteamericana, ya que las decisiones que se toman en la Casa Blanca afectan, cada vez más, a todo el mundo. Eso es parte del fenómeno que llaman «globalización».

Quizás por esto mismo se decidió encargar a diez importantes diarios de diferentes partes del mundo una encuesta sobre las elecciones norteamericanas.

Se trata de los diarios Sydney Morning Herald (Australia), The Guardian (Inglaterra), Le Monde (Francia), Haaretz (Israel), Joon Ang Ilbo (Corea del Sur), Asahi Shimbum (Japón), El País (España), Moskoviski Novosti (Rusia), La Presse (Canadá) y Reforma (México).



Kerry



Un 54% de los encuestados en los diez países apoya a Kerry para la presidencia de los Estados Unidos, contra apenas 27% que prefiere a Bush. Es en Francia donde el candidato demócrata tiene mayor apoyo (72%), mientras que en Rusia es donde el actual mandatario, George Bush, cuenta con mayor apoyo (52%). El otro estado donde Bush se impone a Kerry es en Israel, con un 50% de las preferencias.

La opinión negativa sobre Bush es de 63%, pero esa cifra sube a 77% en España y a 75% en Francia.



Irak



El resultado de la encuesta fue un repudio mundial a la invasión de Irak, una medida que -estiman-, lejos de contribuir a la paz mundial y a la lucha contra el terrorismo, agrava la situación internacional. Solo en Israel hay un apoyo mayoritario a esa invasión, que 68% de los entrevistados critica. En México esa crítica llega a 83%, pero es aun mayor en Corea del Sur (85%).

Casi dos tercios de los encuestados (59% contra 35%), estima que esa guerra no contribuye a combatir el terrorismo.

Para 57% de los encuestados la invasión de Irak contribuyó a formar una opinión negativa sobre los Estados Unidos y 50% estima que ese país no es respetado internacionalmente.

Sin embargo, una gran mayoría reconoce el liderazgo de Estados Unidos en el escenario internacional, pero un 78% estima excesiva esa influencia y condena la política económica de Estados Unidos.

  • Gilberto Lopes 
  • Mundo
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