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El martes 2, el mandatario George W. Bush y su esposa Laura, en Crawford, Texas.
El miedo a un nuevo ataque terrorista influyó claramente a favor del presidente republicano George W. Bush contra su rival demócrata, John Kerry, en las elecciones del martes 2, según los sondeos realizados a boca de urna, indicó la agencia AFP.
Al ser interrogados sobre el tema más importante en su decisión de votar, 85% de los entrevistados dijo que optaron por Bush citando el temor al terrorismo, contra 15% que por ese motivo prefirió a Kerry.
Las personas que eligieron a Bush asimismo indicaron en un 85% haber votado porque lo consideran un dirigente fuerte, contra 13% que atribuyó esa condición a Kerry.
Como evidencia de la fuerte movilización de base religiosa conservadora, 78% de los votantes dijo preferir a Bush al citar los valores morales como la cuestión más importante que determinó su voto, en comparación con 19% que respaldó por ese motivo a Kerry.
El 54% de las mujeres declaró su preferencia por Kerry, contra 45% que se inclinó por el presidente republicano. Los hombres por su parte votaron por Bush (52%) más que por Kerry (47%).
Todas las minorías también se inclinaron ampliamente a favor de Kerry: un 90% de electores negros, 56% de origen latinoamericano y 61% asiáticos.
Por su parte, los jóvenes (18 a 29 años) prefirieron al candidato
demócrata, con 56% contra 42% para Bush. Sin embargo, los votos de entre 30 y 44 años se repartieron más o menos equitativamente entre ambos, con 48 % y 49%, respectivamente.
El electorado de 45 a 59 años eligió a Kerry : un 51% mientras optó por Bush el 48%. Los de más de 60 años apoyaron al presidente republicano en un 51% de los sufragios contra 48% para Kerry.
En cuanto al voto según la orientación religiosa, solamente los protestantes votaron mayoritariamente por Bush: 56% contra 43% por Kerry.
Los votos católicos se repartieron de manera bastante equitativa, entre Kerry y Bush, con 50% contra 49%, respectivamente.
Fieles a su tradición demócrata, los judíos dieron un 78% su apoyo a Kerry, mientras el 22% eligió al republicano.
Los estadounidenses con una renta superior a $50.000 por año eligieron a Bush -esta categoría ha sido la más beneficiada por sus reducciones de impuestos- mientras que los más pobres prefirieron al demócrata.
BUSH SE CONSOLIDA
La negativa del aspirante demócrata John Kerry a reconocer la derrota en Ohio mantuvo la elección oficialmente abierta durante el miércoles 3, un recordatorio de la contienda de 2000, que fue decidida por la Corte Suprema más de un mes después de las elecciones.
Pero aunque los comentaristas políticos volvían a referirse al arcaico sistema electoral indirecto estadounidense, Bush tuvo un desempeño destacado tras una campaña muy reñida.
Los republicanos obtuvieron una ventaja de votos sobre Kerry en la votación popular en el nivel nacional, tallando un margen de 51% contra 49% en una carrera anticipada como un empate.
Para el presidente, el resultado fue un dulce giro respecto a 2000, cuando – pese a obtener los votos electorales necesarios en el Colegio Electoral- obtuvo un millón de votos menos que su contendiente demócrata de entonces, Al Gore, lo cual alimentó críticas acerca de su legitimidad.
Bush también puede verse alentado por una victoria por 370.000 votos de ventaja en Florida (sureste), Estado que los demócratas alegan que se les robó hace cuatro años, cuando Bush ganó por apenas 357 votos tras 36 días de recuentos y litigios a los que la Corte Suprema puso fin.
El presidente no estaba listo para proclamar su reelección ante la disputa suscitada en Ohio, que lo dejaba a las puertas de obtener los 270 votos en el Colegio Electoral que le garantizaban un segundo mandato.
Pero el secretario general de la Casa Blanca, Andrew Card, dijo el 3 de noviembre que Bush había ganado la elección.
¿CUCHILLO PARA BLAIR?
Entre tanto en Inglaterra, tras conocerse los resultados de las elecciones, diversos analistas afirmaban que la victoria del mandatario saliente Bush constituye un cuchillo de doble filo para su principal aliado, el primer ministro británico Tony Blair.
Según Rosemary Hollis, analista de un centro de investigaciones
londinense, Blair «tiene una muy buena relación con Bush, pero está consciente de cuán impopular es» el presidente estadounidense en Gran Bretaña y en el resto del mundo».
La analista anticipó que el triunfo de Bush llevará a Estados Unidos a seguir aplicando «una política dura» en las relaciones internacionales, lo que tendrá también un impacto negativo en la popularidad de Blair en Gran
Bretaña, donde se prevé se celebrarán elecciones en mayo próximo.
«Debido a la fuerte participación» en las elecciones del 2 de noviembre, «Bush considerará una victoria suya como una confirmación y una reivindicación de su política internacional, particularmente en Irak», señaló Hollis, del Instituto Real para Relaciones Internacional (RIIA).
«¿Por qué va a cambiar Bush, si al reelegirlo, los estadounidenses están dando un aval a la política que ha mantenido desde hace cuatro años», se interrogó la analista.
Según ella, su victoria «supondrá un nuevo incremento de las tensiones con Irán, nuevas tensiones con Siria y un mayor apoyo al primer ministro israelí Ariel Sharon en su política de consolidación en Cisjordania».
Hollis vaticinó que este resultado «no estimulará» a Washington a buscar un nuevo enfoque, más multilateral, en las relaciones internacionales, como reclama insistentemente Europa y la mayoría de países del mundo, lo que también incrementará el aislamiento de Blair en el Viejo Continente.
Blair «estaría menos aislado con una victoria de Kerry», dijo a la AFP la analista, que anticipó además que, si se confirma la victoria de Bush, las tropas británicas permanecerán junto con las estadounidenses más tiempo en Irak, lo que probablemente contribuirá a deteriorar la imagen de Blair.
El impacto de la victoria de Bush sobre la popularidad de Blair fue evocado también por John Rentoul, autor de una biografía del primer ministro laborista.
«Blair ha sido ya castigado» en por su alianza con Bush, «quien es uno de los presidentes más impopulares en la opinión mundial», afirmó Rentoul al canal de televisión británico Skynews.
Si se confirma la victoria del presidente saliente, «el mayor favor que podrá hacerle Bush a Blair es dejar de mencionarlo», declaró Rentoul, quien recordó que el jefe de la Casa Blanca se había apoyado varias veces en su alianza con el primer ministro laborista, en sus debates con Kerry.
Sin embargo, para el especialista libanés Nadim Shehadi, del RIIA, una victoria de Kerry «sería problemática para Blair, para quien la relación con Estados Unidos es su prioridad».
«Un cambio en la agenda de Washington habría sido muy incómodo para Blair», quien «se habría quedado solo», señaló el experto. «¿Cómo podría Blair seguir defendiendo la guerra en Irak, si los estadounidenses ya no lo hacen», planteó el analista.
Y Saad Djebbar, experto en el Medio Oriente, afirmó a la AFP que el triunfo del presidente saliente «pondría más presión en Blair para seguir actuando ‘duro'», pese a que la oposición a la guerra en Irak aumenta en Gran Bretaña.
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