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Representantes del gobierno estadounidense y de las naciones centroamericanas en una de las últimas rondas de negociación sobre el TLC en El Salvador.
Con un sorpresivo giro en su discurso, el Fondo Monetario Internacional (FMI) reconoció que, como están planteados ahora, los tratados de libre comercio (TLC) pueden perjudicar las economías y calidad de vida de los habitantes de los países en desarrollo.
Actualmente los TLC’s no son verdaderos tratados de liberalización comercial, sino simplemente acuerdos preferenciales de reducción arancelaria que pueden afectar negativamente los ingresos de los países más pobres en lugar de enriquecerlos como se ha insistido en los últimos años.
Esa fue la principal conclusión de un foro del FMI realizado en noviembre pasado, en el cual los expertos del organismo internacional alertaron sobre los riesgos de continuar negociando y aplicando instrumentos que simplemente se refieren a la eliminación de impuestos entre dos o más países sin una política comercial más profunda.
TRATADOS DEFICIENTES
John Romalis, investigador del Departamento de Estudios del FMI, destacó que una de las mayores debilidades de los acuerdos comerciales o reducciones arancelarias para exportaciones es que son excluyentes, tanto de otros países y regiones, como de productos y servicios específicos.
Por tanto, señala el FMI en un boletín en su página de Internet, «en lugar de acuerdos de libre comercio sería más acertado denominarlos acuerdos preferenciales, pues solo reducen las barreras comerciales entre los países suscriptores».
«Aunque a primera vista dar acceso preferencial a las exportaciones de los países en desarrollo podría parecer una buena idea,» manifestó Çaglar Özden, economista de la División de Comercio Internacional del Banco Mundial, «pero estos acuerdos presentan muchos problemas».
Según los expertos del Fondo, los países de bajo ingreso como el nuestro, no utilizan plenamente los sistemas preferenciales. La tasa media de utilización es de apenas 35%.
La principal causa para esto, que en muchos casos, ciertos sectores importantes para la exportación del país más pobre son sectores «vulnerables» en el país más rico que forma parte del TLC y, por lo tanto, no se incluyen en la reducción arancelaria del tratado.
Esto ocurre sobre todo en el sector agrícola, pero también hay casos en la industria y los servicios, donde se niega el acceso de las empresas del país pequeño al grande.
Otra crítica a los TLC’s, para el FMI, es que «frecuentemente incluyen numerosas condiciones que obligan a adoptar medidas sobre normas de origen, laborales, ambientales y derechos de propiedad intelectual.
Estas medidas obligan al país en desarrollo a invertir más, y si no lo hace generalmente puede ser sancionado hasta con la suspensión de los beneficios de tratado, lo cual atenta contra los principios del libre comercio.
PÉRDIDA DE INGRESOS
Una de las interrogantes que ahora tiene el FMI es si los países en desarrollo pueden permitirse aplicar reformas comerciales teniendo en cuenta que muchas veces la liberalización del comercio produce una pérdida de ingresos tributarios y, con ello, una situación fiscal precaria.
Michael Keen, jefe de división del Departamento de Finanzas Públicas del FMI, explicó que, en teoría, al sustituir los impuestos sobre el comercio exterior por gravámenes indirectos se aumenta el bienestar y el ingreso fiscal.
Sin embargo, advirtió, según sus investigaciones preliminares, los países de ingreso bajo y medio, con algunas excepciones, sólo recuperan, a través de inversión y exportación, entre el 30% y el 50% del ingreso tributario perdido por el efecto de los TLC’s.
PROBLEMAS TAMBIÉN EN AGRICULTURA
El sector agrícola es tal vez uno de los más afectados por las deficiencias en el modelo actual de los TLC, pues sus bienes sufren exclusiones, gravámenes y distorsiones de todo tipo.
«En general se estima que la eliminación de las subvenciones a la agricultura en los países ricos beneficiaría considerablemente a los países en desarrollo», apunta el boletín.
Pero, agrega, según Stephen Tokarick, economista principal del Departamento de estudios del FMI, esto podría no ser cierto.
Tokarick sostiene que la liberalización está beneficiando principalmente a los países ricos y, aunque en conjunto los países en desarrollo se benefician, algunos podrían ser perjudicados, especialmente los que importan productos agrícolas.
«Además, en términos generales los países en desarrollo no subvencionan al sector agrícola, sino que lo gravan», por lo que nuevas medidas no les implicaría ni siquiera un ahorro considerable en sus costos de producción internos, añadió.
CAMBIO DE ENFOQUE
Para solventar estos problemas, el FMI recomienda cambiar el enfoque de los acuerdos comerciales, y llevarlos más allá de la simple caída de las barreras arancelarias hacia un modelo de verdadera integración que favorezca más a los intereses de los países en desarrollo.
Este cambio se podría lograr, considera el Fondo, impulsando los tratados multilaterales sobre los bilaterales o regionales, que ya suman más de 200 en el mundo.
En este punto el sistema de consenso que utiliza la Organización Mundial de Comercio jugaría un papel fundamental para sentar las bases de nuevos TLC’s que realmente cumplan el cometido que les es dado por la teoría.
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