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«El MEP es consciente de la necesidad de reorientar las pruebas, ya que hay problemas en la elaboración, en el aula, en el profesor».
Las pruebas de bachillerato definen el futuro académico de miles de jóvenes en nuestro país.
Los catastróficos resultados de las últimas Pruebas Nacionales de Bachillerato intensificaron las críticas y cuestionamientos sobre la calidad de nuestra educación y sobre todo la pertinencia de aplicar este instrumento como requisito para la conclusión de los estudios secundarios.
El hecho de que solo el 62% de los 27 mil estudiantes que las realizaron lograron pasarlas, y que para aumentar la promoción primero se aceptaran apelaciones sobre 25 preguntas y posteriormente 12 preguntas más en las llamadas «apelaciones de alzada», llevan a cuestionar la concordancia entre lo que se evalúa y lo que se imparte en las aulas.
Las pruebas reaparecieron en el escenario educativo nacional en 1988, en una estrecha coordinación entre el Ministerio de Educación Pública (MEP) y el Instituto de Investigación para el Mejoramiento de la Educación Costarricense (IIMEC) de la Universidad de Costa Rica, relación que culminó hace varios años, por lo que UNIVERSIDAD se dio a la tarea de consultar a exdirectoras del este instituto su opinión sobre la situación actual de estos exámenes.
La Doctora Natalia Campos, directora del IIMEC entre 1989 y 1994, comentó que las pruebas de bachillerato se han alejado de la meta inicial de ser una herramienta para mejorar el sistema educativo.
Para Campos, en el lapso de una década estas pruebas no han mostrado una solución a los problemas de la educación secundaria, ya que se ha centrado en medir contenidos programáticos, olvidándose de la formación integral del estudiantado.
«El problema real no son las pruebas, debería estudiarse más lo que sucede en el aula para poder detectar las fallas. El aula es un nicho cultural en el que se da un encuentro entre el estudiante, con su cultura y problemática, y el docente, también con su cultura y formación institucional; pero no se pone atención a eso» criticó Campos.
Campos considera que se ha puesto excesiva atención al resultado de una prueba que no mide las dificultades del sistema educativo, mas si es un requisito para que una persona pueda continuar estudiando.
» Todos (Padres, estudiantes y docentes), buscan la nota para pasar pero se olvidan del proceso y de aprender de verdad. En nuestro sistema se pasan haciendo exámenes y no reflexionan sobre el proceso, para a partir de allí capacitar al personal docente adecuadamente», continuó Campos.
Alicia Gurdián, directora del IIMEC entre 1998 y el 2001, declaró que uno de los problemas de las actuales evaluaciones, es la falta de análisis posterior a la aplicación de las mismas, por lo que no se obtiene ningún beneficio para el mejoramiento de la educación.
«La pruebas se convirtieron en un fin en sí mismo y con ellas se está definiendo el futuro de miles de muchachos y muchachas sin investigar para qué. La técnica está privando sobre una política que defina el modelo de país que queremos». Señaló la Doctora Gurdián.
Para Gurdián los resultados de las pruebas, más que mostrar el deterioro de la educación pública frente a la privada, evidencian la falta de una política para fortalecer a la primera.
«Las pruebas resurgen con Francisco Antonio Pacheco en 1988 en concordancia con las ideas neoliberales, no hay voluntad política para fortalecer la educación pública y las pruebas no hacen más que fortalecer a los que más tienen. Lo que quieren es mano de obra barata», aseveró Gurdián.
Para la exdirectora del IIMEC, es necesario revisar y replantearlas, pero esto no se puede hacer si no sabemos el modelo de país que queremos impulsar. También criticó la poca presencia de las universidades estatales en los planes de formación docente.
Lupita Chaves, actual directora del ahora Instituto de Investigación en Educación (INIE), coincide con sus predecesoras en que el mejoramiento de la enseñanza costarricense no depende de los exámenes de bachillerato, ya que no es algo tan sencillo.
Chaves argumentó que hay varios factores como los programas de estudio, formación y capacitación de docentes, así como las condiciones socio-económicas del estudiantado que necesitan mayor atención.
«Es preciso ofrecer una educación holística que estimule un desarrollo humano integral y promover el desarrollo de valores, el gusto por la lectura, las matemáticas, la ciencia, la tecnología y la adquisición de nuevos conocimientos», recomendó Chaves.
Por su parte, el ex ministro de educación en la administración Arias(1986-1990), Francisco Antonio Pacheco, en cuya gestión se reimplementaron estas evaluaciones, defendió la importancia de las mismas y señala que los problemas educativos del país no se derivan de ellas.
» Las pruebas de bachillerato son importantes porque mejoran el interés de padres y estudiantes, y obligan a los profesores a cumplir los programas. Uno puede criticarlas pero no hay manera de prescindir de ellas» señaló Pacheco.
El ex ministro añadió que quienes critican estos exámenes deben recordar que no se trata de una nota absoluta, sino que se promedia con el desempeño del estudiantado durante 2 años y sus ítems (preguntas) son validados por los mismos educadores.
«El verdadero problema se daba cuando no estaban las pruebas, tal vez era un mundo más feliz, pero las pruebas son importantes para poner orden.», concluyó.
El Viceministro Académico de Educación, Wilfrido Blanco indicó que las pruebas no tienen ningún propósito de medición o análisis sobre el proceso educativo, por lo que existen simplemente para establecer un requisito para egresarse de secundaria.
Para Blanco, las pruebas no pueden medir las desventajas de la educación pública frente a la privada, ya que no tiene esos fines y la educación privada es selectiva: » entra en ella quien puede pagar» .
El Viceministro admitió que ha llegado la hora de replantear las pruebas, por lo que ya se instauró una comisión con el Consejo Nacional de Rectores (CONARE) para escuchar diferentes criterios y realizar los diagnósticos que permitan realizar cambios en al menos dos años.
«Mas que notar errores, el MEP es consciente de la necesidad de reorientar las pruebas, ya que hay problemas en la elaboración, en el aula, en el profesor y por tanto no se está evaluando el proceso educativo», concluyó Blanco.
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