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Este género puede generar reflexiones y poéticas.
El productor venezolano Marc Villá: Los documentales son relativamente efectivos pues logran llevar información a diferentes lugares del mundo.
Marc Villá pertenece a la emergente ola de nuevos realizadores audiovisuales venezolanos. Aunque en Costa Rica su trabajo es desconocido, internacionalmente ha ganado renombre por sus documentales, particularmente por «Rescate del cerebro de PDVSA» y «La seducción tiene cara de vidrio». Villá, sociólogo formado en la Universidad Central de Venezuela, es autodidacta en el campo audiovisual: «Trabajo en esta área desde muy joven. Empecé escribiendo guiones de ficción y como asistente de cámara». Villá visitó Costa Rica el mes pasado debido a que participa en la realización de un documental sobre la vida de Alfredo Maneiro, «un luchador social de los años 60, 70 y 80».
¿Cómo inició su carrera audiovisual? – Me fui siete meses a vivir a los campos del estado de Trujillo, donde se grabaron tres cortos documentales bajo el título de Alegría de la Tierra, que aparte del material audiovisual incluye un disco y un libro sobre la vida y música de los campesinos. Actualmente vivo en la ciudad de Mérida, donde fundamos la Cooperativa Audiovisual Primeras Voces, dedicada a documentales del área cultural y política. ¿Cómo se organiza una cooperativa de este tipo?
– Somos 20 y hay directores, editores, sonidistas, animadores, diseñadores gráficos. Las decisiones se toman en consenso en una asamblea, donde todos tenemos voto. Ahí se decide qué proyectos se inician, tanto documentales como ficción. Algunos míos hechos por la cooperativa están «¿Y dónde hay gasolina?», sobre la escasez de combustible provocada por el paro petrolero; «Rescate del cerebro de PDVSA», sobre el rescate auxiliar de Petróleos de Venezuela (PDVSA) y «La seducción tiene cara de vidrio», que trata sobre la influencia de la televisión, a partir de las telenovelas, la generación de consumo y el papel de los medios en la política, concretamente el caso de Hugo Chávez desde su elección hasta el intento del golpe, para terminar con la televisión comunitaria y alternativa, que en Venezuela está en auge. En un inicio se trabajó con recursos propios, pues había una realidad muy fuerte de la que los medios no contaban nada, o la falseaban. Hemos conseguido financiamiento de diversas fuentes, pero la principal es la estatal, ya que desde hace dos años tiene un incentivo grande la producción nacional, sobre todo gracias a la ley de Responsabilidad Social de Radio y Televisión, conocida como Ley Resorte. De acuerdo con ésta, las televisoras privadas pagan un 2% de impuesto sobre sus ganancias anuales, el cual se destina a la producción independiente, que tiene asegurada un espacio de cinco horas diarias en la programación de los canales. Se están cambiando los contenidos de la televisión, dedicada al entretenimiento más burdo.
¿No tiene el Estado injerencia en lo que se produce, al ser el principal ente financiero? – Puede haber cierta injerencia al financiar ciertos contenidos, pero lo que privilegia es el patrimonio humano, intangible y la identidad de Venezuela, lo cual es una directriz pública. ¿De qué trata «Rescate del cerebro de PDVSA»? -Gira en torno al paro petrolero del 2002 y enero del 2003, que paralizó la empresa. Lo que se vendió afuera del país es que los trabajadores estaban en huelga, pero era un movimiento patronal que provocó escasez de gasolina y colas tremendas por conseguirla. También provocó escasez de gas, afectó la atención hospitalaria y la distribución de alimentos. Todo ello en el marco de una situación política tensa, para generar el marco propicio para un golpe de Estado. Desde 1997 todos los sistemas informáticos de PDVSA fueron cedidos al consorcio Intesa, controlada en un 60% por la empresa norteamericana SAIC, dedicada al control energético mundial y formada por exfuncionarios de la CIA. Así, al lanzarse el paro petrolero del 2002 por la nómina ejecutiva de PDVSA, Intesa manejaba todas las claves de acceso y todas las herramientas informáticas con las cuales fluye la información y negó en todo momento el acceso a las palabras clave. Empezó un proceso de paralización de «llenaderos» de gasolina, recordemos que el 80% de la producción se maneja de forma automatizada a través de computadoras y sistemas de red. Se dio entonces la lucha por recuperar el control de datos de toda la empresa, dada por cientos de trabajadores que vinieron tanto de PDVSA como de universidades, del pueblo organizado y muchos voluntarios. Esto provocó un fallo del Tribunal Supremo de Justicia que cerró Intesa; los equipos de esta empresa pasaron a manos de PDVSA y ahora son usados en misiones sociales del gobierno bolivariano. A raíz de todo esto hay un pleito judicial en Estados Unidos entre SAIC y PDVSA, en el cual hay 169 personas involucradas, pero en el documental sólo aparecen 50 testimonios a través de los cuales se le cuenta al pueblo venezolano y al mundo cómo sucedió la cadena de sabotajes y cómo fue el proceso de recuperación de la empresa, que implicó la «renacionalización» PDVSA. ¿Qué hace del documental un género tan eficaz para desenmascarar ese tipo de cosas? – Los documentales son relativamente efectivos; en este caso han logrado llevar información a diferentes lugares del mundo y a otras petroleras. Es un hecho importante aunado a otros que trataron el golpe de Estado de abril del 2002, como «La Revolución no será transmitida» o «Puente Ayacuno: Las claves de una masacre», que denuncian una conspiración nacional e internacional para sacar del gobierno a alguien que fue elegido democráticamente. Vivimos en el reino de las imágenes, se generan ilusiones necesarias, como decía Chomsky. Los medios han creado una ansiedad de ilusiones, la televisión es un ícono religioso que maneja la luz y estamos impresionados por esa luz al punto que somos observadores pasivos y no críticos y dejamos que forme nuestro sentido de la realidad, el cual está absolutamente mediatizado. El documental puede ser una herramienta de poder útil para desmitificar ese manejo mediático que lo que busca es destruir el pensamiento en el origen, incluso antes de que se produzca. Debe abogar por que esos espectadores sean más críticos al revelar una realidad que los medios no cuentan, y eso abarca desde el sabotaje de PDVSA hasta las actividades culturales propias de nuestros pueblos, en las cuales no están presentes los medios porque el mundo globalizado busca uniformarlo todo. Es una herramienta valiosa ya que puede generar reflexiones, puede generar poéticas. Todo depende de la intención con que se trabaje.
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