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«Rompieron nuestras ramas, quebraron nuestros troncos, pero nunca pudieron con nuestras raíces, sigamos regándolas». Los Cachiveles, Guatemala 1983.
Nuestros hermanos y hermanas indígenas, han seguido regando las raíces indígenas desde hace más de quinientos años, heredando su cultura y tradiciones con esfuerzo, dedicación y resistencia a sus generaciones, a través del compromiso histórico que han asumido de construir su propio proyecto de vida.
Con ello se obliga al Gobierno a cumplir con el Convenio Internacional Nº169 de la O.IT, ratificado por la Asamblea Legislativa en 1992 y a través de una ley que ha estado en manos de los políticos durante 15 años, en la cual se establece el marco jurídico para garantizar el desarrollo autónomo de los territorios indígenas, y se afianza el derecho a lograr las reinvindicaciones de sus culturas y cosmovisiones, de un pasado lleno de respeto, bondades y beneficios.
Ello se remonta cuando la tierra, el sol, la luna y la biodiversidad, les pertenecía por ser descedientes de pueblos originarios que compartían sus culturas, tradiciones y creencias, como manifestación de la madre tierra y sus recursos naturales, como obra del gran Sibú y por tanto de todo lo que existe.
Pero lamentablemente estas riquezas, sueños y esperanzas han sido reprimidas por siglos de opresión, saqueo y dominación, por un sistema político, social y económico hereditario de quienes dieron origen a una de las épocas más oscuras y condenables de la humanidad; como fue el etnocidio de los pueblos indígenas y la usurpación criminal de sus tierras, ríos, biodiversidad, sepulturas ancestrales y la cultura milenaria, condenándo a los sobrevivientes a «vivir» en las peores condiciones de pobreza, miseria y exclusión, violentando los derechos humanos.
A pesar de esta marginación e invisibilización, estos pueblos han resistido con valentía y decisión porque nadie pudo quebrar sus raíces ni borrar la memoria de sus pueblos, lo que fueron y lo que son ante los ojos del gran Sibú que universaliza su sabiduría.
Los indígenas en el transitar de los tiempos nos han dejado extraordinarios testimonios de su sacrificios, experiencias y luchas por integrar a sus comunidades en torno a un solo ideal: defender sus recursos naturales ante la voracidad comercial de las grandes empresas mineras, forestales y petroleras, como la Harken Costa Rica Holdings LLC. cuya concesión, fue anulada por la Sala Constitucional, por no haberse consultado a los pueblos indígenas.
Hoy, después de 15 años de espera, nuestros hermanos y hermanas indígenas se han apostado frente a la Casa presidencial en vigilia permanente, pacífica y respetuosa, ante un gobierno que agoniza y se resiste a cumplir con el compromiso de campaña de enviar el Proyecto de Autonomía expediente N 14352, a la Asamblea Legislativa para su debida aprobación.
Ante esta triste realidad, el Frente Nacional de Pueblos Indígenas dan una respuesta contundente desde una perspectiva indígena: “Ahora o nunca”, abriendo espacios de decisión política trascendentales, sobre un proyecto de gran significado histórico, en la recuperación del derecho consuetudinario, de territorialidad, su autonomía, medicina tradicional, cultura e identidad, así como la recuperación de la historia femenina desde su participación en la construcción social.
Y aquí es necesario parafrasear lo señalado por las delegadas del V Encuentro Continental de Mujeres Indígenas de las Américas, en Lima, Perú, abril 2004. «Si algo hay que globalizar, debe ser la rebeldía de nuestros pueblos, la esperanza, los sueños y las útopias».
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