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Fotocopias y colonialismo académico

Sin entrar a cuestionar la pertinencia de los justos reclamos que en el fondo están sobre el pleno acceso al conocimiento –que asumo es lo que enfocan estudiantes, profesores y ciudadanos sobre la Ley de Propiedad Intelectual y su tajante exigencia de prohibir las fotocopias–, es necesario, sin embargo, hacer la siguiente reflexión:

Sin entrar a cuestionar la pertinencia de los justos reclamos que en el fondo están sobre el pleno acceso al conocimiento –que asumo es lo que enfocan estudiantes, profesores y ciudadanos sobre la Ley de Propiedad Intelectual y su tajante exigencia de prohibir las fotocopias–, es necesario, sin embargo, hacer la siguiente reflexión:
Salir a pedir que se les permita seguir fotocopiando libros a los estudiantes universitarios y, por extensión, a sus profesores, a vista y paciencia de todo el mundo –autores, editores, libreros–  sin presentar alternativas ni sutilezas y, lo que es peor, en forma amplia y sin restricciones, es por decir lo menos, inquietante.
Hace algunos años el hoy Ministro de Educación Pública de Costa Rica, Lic. Leonardo Garnier, publicaba en el periódico La Nación un artículo donde se quejaba que al poner a sus alumnos como lectura obligatoria un libro equis, éste no fue traído por la Librería que lo distribuía, a pesar de sus persistentes reclamos. Decidía entonces el Lic. Garnier –con toda razón y aún así previniendo al Librero– que entonces tendrían sus alumnos que fotocopiar “ilícitamente” ese libro, para poder estudiarlo.
He aquí un caso de justificable fotocopia. Otra sería que el costo de venta al público del libro fuera –como se da en algunos textos de Medicina y de Fisioterapia, por nombrar sólo en dos carreras–, ¡por encima de los mil dólares! Ante esto, yo creo que la ingenuidad o suprema avaricia es del Editor, quien tendría que publicar muy pocos ejemplares para que se los compren únicamente las Bibliotecas, a sabiendas de que los estudiantes ya “no van”, sino que “tendrán” que fotocopiarlo.
Pero la realidad es que esta es la excepción, jamás la regla.Sabemos que la Cultura es la manera en que un individuo o un pueblo interpretan la vida, tanto en lo material como en lo espiritual, tanto en lo objetivo como en lo subjetivo y los elementos que se allegan o construyen, sean materiales o espirituales. La Cultura es, pues, una serie de respuestas a los diversos problemas, objetivos y subjetivos, que el hombre se plantea en su existir. De lo anterior deviene lo que es la Identidad Cultural; es decir, lo que conforma los elementos culturales y el patrimonio cultural que le son comunes a un grupo humano. Y las identidades culturales pueden ser de tipo local, regional y nacional. Por extensión, encontramos que como existen diversas formas de interpretar el mundo y la vida por parte de otros seres humanos diferentes a nosotros, existe entonces una Pluralidad Cultural.Y en el reconocimiento a esta pluralidad nos concentramos; o sea, nos oponemos a lo contrario, al Colonialismo Cultural.
El Colonialismo Cultural es, en esencia, lo que la “cultura europea” junto con la de Estados Unidos, han implantado sobre los Pueblos de la Tierra desde hace ya más de 500 años por medio de su dominio militar, político, económico y, fundamentalmente, su dominio cultural, a los que han ido a “descubrir, conquistar y civilizar”, imponiendo esa, su cultura, como superior, negando los derechos de las culturas dominadas.
¿Y qué es en esencia lo que piden estudiantes y profesores de la Universidad Nacional y de Costa Rica con que les permitan fotocopiar libros? Ni más ni menos que seguir siendo pasiva, alegre y sumisamente colonizados académicamente por los “grandes centros de poder del mundo”.

  • Jorge Alfonso Sierra Q.
  • Opinión
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