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Es en crisis de la economía global, cuando el concepto de capitalismo brota de mentes ocupadas de analizar la dinámica del modo capitalista de producción.
Es una tradición revisar el pensamiento de ilustrados economistas como Smith, Ricardo, Marx y Keynes. Es que la evolución del capitalismo, sus esencias y apariencias, sus formas de manifestación real y superficial, exige perfeccionar el método científico de la ciencia económica. El estudio del capitalismo en tiempos de globalización cada vez más intensa y acelerada, obliga recurrir a las viejas categorías del capital social para descubrir su pertinencia. Competencia, concentración, centralización, tasa de ganancia, mercado mundial y estrategias, entre otras, ya no tienen el mismo significado.
La substancia de tales conceptos no es estática, buscan perfeccionarse evolucionando hacia comprimidos abarcadores. La superficie de los fenómenos económicos oculta cada vez más la esencia del capitalismo. Con el desarrollo de las fuerzas productivas del capital, es evidente la relación mutua entre la caída de la tasa de ganancia media y la acumulación del capital. Esta concatenación es causa/efecto fundamental de la intensidad y aceleración de la globalización del capital.
Cuando el capitalismo se intensifica y acelera, posicionándose como modo de producción dominante, pone en evidencia su carácter histórico y transitorio.
La jornada laboral denota, en intensidad y extensión, su carácter de magnitud perfectamente elástica. Los procesos de producción se tornan cada vez más intensivos en capital tangible e intangible, acelerando la baja de la tasa de ganancia media en el nivel mundial. Cada crisis del capital ilustra ese hecho, a la vez que instruye en la necesidad de expandir la jornada de trabajo al mismo tiempo que elevar su número.
La caída en la tasa media de ganancia enlentece o dificulta la formación de nuevos capitales autónomos, lo cual amenaza el desarrollo del capitalismo. Esa dinámica promueve sobreproducción, especulación, capital superfluo y crisis.
Mientras Smith describió el capitalismo como fenómeno, Ricardo descubrió una barrera natural en la formación de riqueza, y no obstante concluye que es un modo de producción absoluto.
Mientras Marx planteó que el límite del capitalismo no tiene que ver con la producción de riqueza, con la cual entra en conflicto, sino con la demanda solvente, y lo declara histórico y transitorio, Keynes respondió con medidas para alentar la insuficiencia de dicha demanda, y lo presume absoluto con intervención del Estado.
El desarrollo de las fuerzas productivas del capital es impulsado por la competencia. La tasa de ganancia es abatida por el desarrollo de tales fuerzas productivas, con lo cual la competencia tiende a abolirse por cuenta propia. Se estanca o deprime el desarrollo de las fuerzas productivas, la tasa de ganancia se fija en su nivel más bajo.
El motivo fundamental del modo capitalista de producción vigente, pierde su atractivo. El Estado es incapaz de intervenir en las fases de recesión y depresión; evoluciona más bien alentando el carácter histórico-transitorio del capitalismo. Interviene ya no a lo keynesiano, sino imponiéndose con fuerza política para obligarlo a evolucionar a su fase ulterior.
Es difícil pensar en el capitalismo en tanto modo de producción absoluto. Es histórico porque su evolución deja huella al enrumbarse hacia un modo de producción global. Es transitorio porque en la globalización culmina su fase evolutiva ulterior, y deviene en historia.
De aquí la importancia del libre comercio mundial, pero también el temor de algunos a la globalización. El libre comercio mundial es el medio ideal para acelerar e intensificar la globalización del capital, y por tanto su carácter histórico-transitorio.
Es en este sentido que el libre comercio mundial es revolucionario, mientras el proteccionismo es conservador. Mientras no haya libre comercio mundial, se retrasa la evolución global del modo capitalista de producción.
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