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Me confieso estudiante del alma máter y heterosexual… para eliminar malentendidos. Y a favor de que los homosexuales sean reconocidos como ciudadanos de pleno derecho.
Como tal, me ha causado estupor y rechazo la reacción exagerada de un grupo supuestamente universitario contra un colectivo gay que celebró en el campus el Día Internacional contra la Homofobia (17 de mayo), memorable por ser un aniversario más en que la orientación sexual fue retirada como enfermedad mental por la Organización Mundial de la Salud (1990).
Dicho grupo –cuya dirección no vale la pena mencionar- llena su sitio de artículos atentatorios contra los derechos humanos propios de algunas minorías. Particularmente de los gays, con sus “desviaciones y perversiones”, como algo “malo”, “contra la moral”, exhortándolos a la hipocresía de permanecer en el clóset, negándoles así el derecho a ser auténticos y condenándolos a una vida de frustraciones y soledades. Se declaran, además, como “no homofóbicos”, porque no “odian al homosexual”, pero sí a la homosexualidad, estableciendo una distinción absolutamente ilógica, pero acomodaticia en lo moral para alivio de sus conciencias.
Me pregunto: ¿Es posible odiar al cristianismo sin odiar a los cristianos?Hasta aquí no sobra quien pueda estar de acuerdo apelando a la libertad de expresión que todos tenemos.
Pero, claro, dentro de ciertos límites de decencia y utilizando argumentos que tomen en cuenta que, en este país de derecho, los ciudadanos atacados gozan –o deberían- disfrutar de plenos derechos, como reza la Constitución y lo afirman decenas de declaraciones y tratados internacionales a que el país se obliga, independientemente de que a las mayorías gobernantes les plazca o no.
Ahora bien, lo que resulta atrevido y hasta cínico y contradictorio, es el uso que hacen los desconocidos promotores de dicho sitio del lema universitario Lucem aspicio, así como del escudo y el sello oficiales de la Universidad de Costa Rica, lo que induce al lector desapercibido a pensar que se trata de un sitio que cuenta con el respaldo de las autoridades universitarias. Insto al Consejo Universitario y a la Rectoría, en especial, a tomar las medidas administrativas y legales correspondientes para que este grupo, de quienes no se sabe nada, ni siquiera si son estudiantes universitarios, cese de utilizar los símbolos mencionados, tanto en su dirección de Internet como en el resto de las páginas. Existe, además, una queja formal ante esas instancias por parte de un académico, por lo que espero acciones inmediatas y definitivas por el buen nombre de la institución.
Concluyo con una cita bíblica, la cual debería hacer reflexionar a dichos jóvenes sobre sus puntos de vista homofóbicos: “¡Qué angustia me ahoga, hermano mío, Jonatán! ¡Como te quería! Tu amor era para mí más dulce que el amor de las mujeres.” 2 Samuel 1:26, La biblia católica para jóvenes.
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